Un día más en el cual mi Whiskers me despertó de forma poco cariñosa pero efectiva a primera hora de la mañana. Este ritmo de vida estaba consiguiendo agotarme y apenas era miércoles. Salí de mi cama a regañadientes y tomé un baño, esta vez, mucho menos deprisa, disfrutando de mi tiempo a solas.Cuando terminé con eso, desayuné algo liviano y me enfrente con mi problema mayor: mi vestimenta.
Decidí que no llamaría a Dennis por esto. No está vez. La desperté temprano dos veces seguidas (lunes y martes) y es lógico que me mande a la mierda en una tercera oportunidad.
Recordé cuando a los quince se burlaron de mí por mi ropa "sosa" e "infantil". Terminé tirando la mayoría de esas prendas, incluso algunas que adoraba. Después de eso me encerré dos días enteros en mi habitación de luto (háblame de drama).
La única prenda de la que no me deshice —porque francamente no pude—fue un suéter morado pastel con un gatito rosa bordado en el centro. Aunque no me atrevo a utilizarlo fuera de casa.
Bien, puedo hacer esto: "Puedes hacer esto" me dije y sé que puedo, es solo elegir que voy a ponerme. Lo hice desde que tenía edad suficiente como para expresar mis deseos y cumplir con mi voluntad… ("Eso no quita que tengas pésimo gusto" escuché a alguien decir en mi cabeza, mientras que las risitas de mis antiguas compañeras resonaban en mis oídos).
Bueno, mierda.
Así es como llamé a Dennis y por algún milagro de la vida no me mandó a lugares innombrables.
Mientras me ponía las botas pensé en que podría empezar terapia nuevamente. Definitivamente debía acabar con estas inseguridades, las cuales son absurdas pero están ahí…
Y por no hablar de otros problemas que no parecen tener solución alguna, dejando una huella con su carácter insuperable. La palabra "papá" sonó en mi cabeza como campanadas de navidad y solo negué con la cabeza para que esos pensamientos no suenen en mi mente.
Tomé a Whiskers y besé su cabeza antes de salir, lo que me valió un maullido descontento y un intento de arañazo.
Al salir me encontré con el perro de mis vecinos. ¿Acaso su nombre era…?
—¿Dexter? —llamé insegura y vino corriendo y moviendo la cola.
Fui a tocar la puerta de los Hamilton entonces, pero nadie contestó. Miré la hora y pensé en que podría hacer. No dejaría al perro aquí en el pasillo, podría irse a cualquier lado, pero tampoco puedo meterlo en casa (solo Dios sabe lo que Míster Whiskers podría hacerle. O podría hacerme en venganza).
Busqué en mi memoria y en mi teléfono, pero no tenía el número de ninguno de los hermanos. Suspiré entonces y metí a Dexter en casa.
Mi idea era meterlo e irme, pero al ver a Whiskers tan estresado supe que tenía que hacer algo, y metí a Dexter en el balcón. Después de ponerle agua y algunas croquetas de gato, acaricié su cabeza y me fui no sin antes darle a Whiks croquetas también para que supere su estrés.
Solo espero que cuando vuelva no siga así de inquieto y disgustado.
"—Es un perro, gato mimado, no es un moco. Deja de mirarlo de forma desagradable. —lo regañé sin enojo" recuerdo haberle dicho, pero como de costumbre me ignoró.
Al salir de casa y empezar a caminar hasta la universidad, me topé con Travis. Corrección: con Travis corriendo sin camisa. Él fue quien me miró y se acercó a saludar, ya que yo quedé sumamente anonadada por la increíble vista que el cielo me regaló.
—Hey, Dev, ¿cómo estás? —lo escuché decir agitado mientras se sacaba los auriculares y tomaba un poco de agua.
—Hola. —así, atontada y profundamente agradecida, conseguí apenas pronunciar algunas palabras. —Así que sales a correr. —tragué saliva con dificultad, ya que no quería babear frente a este Adonis.
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Mi querida bola de pelos |✔
Teen FictionCuando Devra se muda teniendo como única compañía a su fiel felino, no pensaba que su vida sería tan interesante. Su minino hizo que conociera a su vecino, el chico ideal: le gustaban los gatos tanto como a ella, escuchaba la misma música que ella y...