T r e c e

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Taneesha se apresuró a hacerme notar mi mejor humor desde el episodio en el aula vacía con Gael. Tuve que admitir, obligadamente, que estuve mucho más risueña. Pero se debe a la sensación de satisfacción de recibir un cumplido del idiota molesto que parecía no poder ser agradable una vez en su vida.

No estaba en absoluto relacionado con esos labios que llamaban a ser besados o esos ojos sumamente penetrantes. Ella propuso la teoría de que mi excelente humor es gracias a que Gael no me desagrada tanto como digo, pero la descarté casi de inmediato sin mayor meditación. 

—Yo solo digo. —comentó mientras se sentaba a mi lado. —Ese chico es la que te puso tan feliz. 

—No seas tonta. Eso no es cierto. —le contesté. 

De pronto algo me hizo mover mi mirada hasta la otra punta del anfiteatro. Unos ojos azules estaban clavados en mi. Me sonrojé de inmediato al notar al dueño de esos ojos. De quien estábamos hablando. Por suerte nos encontrábamos lo suficientemente lejos como para que nuestras palabras no fueran oídas por él. O no hubiese podido soportar la vergüenza.

—¿Es él? —preguntó Tanee después de mirarlo, con una sonrisa divertida. —Bueno, es lindo, demasiado joven para mí gusto. 

—Solo tienes dos o tres años más. No hables como vieja. —afortunadamente él desvió la mirada y pude hacerlo yo también. 

—¿Esta estudiando periodismo también?

—Lo dudo. No lo vi en el resto de mis clases. Pero... estos lugares son sumamente grande también. Así que...

—Bueno, deberías preguntarle que estudia. Así podrían comparar horarios y caminar juntos hasta aquí o de regreso a su departamento. 

—Es una pésima idea. —dije con firmeza... o por lo menos lo intenté. 

A pesar de no querer admitirlo, era buena. Incluso tuve que reprimir una sonrisa cuando me imaginé caminando con Gael. De lo absurda que era la idea, por supuesto. 

Ella puso en blanco los ojos, susurrando algo como "son como dos adolescentes" y fingí no escucharla. Ni siquiera debería ofenderme porque tengo apenas dieciocho, pero me molestó porque recordé lo que fueron mis catorce... épocas duras. 

Suspiré enamorada de la luna y la noche perfecta, que me generaba un gran placer visual

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Suspiré enamorada de la luna y la noche perfecta, que me generaba un gran placer visual. Un pitido de mi celular me sacó de mi estado casi hipnótico, así que me alejé a regañadientes de la ventana para contestar el texto de mi madre, preguntándome si estaba bien. Estaba escribiendo cuando escuché un fuerte aleteo y un chillido extraño. 

Cuando posé mi mirada en la fuente del ruido, entré en pánico. Una cosa con alas, negra y peluda, estaba volando en el techo de mi sala de estar. Apenas pude contener un grito de terror, alejándome lo más que pude del murciélago. 

Pero claro, mi gato tenía otros planes: De repente empezó una gran persecución y no pude evitar gritar con pavor, intentando agarrar a Whiskers. 

Mi querida bola de pelos |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora