Capítulo 25

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Creo que problemas era mi segundo nombre, no podíamos salir de uno cuando eventualmente no metíamos en otro. Es molesto.

 ¡Mierda! Si que es molesto.

Tessa y Carter tenían una semana sin dar señales de vida, solo salieron de la casa un día sin decir a donde. El automóvil de Carter fue encontrado a las afueras de la ciudad vecina sin gasolina y no había indicio de que hubiera sido un robo. Tal parece que es todo lo lejos que pudieron llegar en auto y tuvieron que andar o pedir un aventón a algún desconocido o que se yo.

No sé que es lo que pasaba por sus cabezas cuando decidieron largarse sin más.

Pero ese no era nuestro problema más reciente, después de dar parte a las autoridades y que le dijeran a Richard que ellos ya eran mayores de edad y que tal vez regresarían pronto; él decidió reclutarnos para su búsqueda. 

La búsqueda comenzó hace una semana y media, buscamos por todos lados y lo único que encontramos es una pista que nos decía que alguien conocido era quien los tenía. Seguimos esa pista, encontramos una casa enorme, la vigilamos durante tres días y cuando finalmente nos decidimos a entrar, nos topamos con quien menos creíamos.

(...)


Recuerdo ponernos de acuerdo en que cada uno entraría por lugares distintos, los gemelos por el frente para crear un alboroto y dejarnos vía libre a Matt y a mí para entrar por la puerta trasera.

Entramos sin problema alguno llegamos a un enorme corredor y cuando logramos dar con el paradero de nuestros hermanos, un golpe en la cabeza nos dejó fuera de combate.

Ahora nos encontrábamos atados de pies y manos en el piso de alguna habitación poco iluminada y con un fuerte olor a humedad. Solo hay una puerta y nada más; ni siquiera una ventana. Un recuerdo llega a mi mente y el rostro de Lía viene a mí, y esa vez que nos secuestró a Jordan y a mí.

Lía si eres tú de nuevo. ¡Juro que golpeare tu cabeza contra un escusado!

-¡Lía! Te matare.

-¡Cállate Alex! – Grita Ethan

-No sé dónde estás, pero cuando te encuentre te pateare el trasero Ethan, no me estés callando.

-¡Ambos cállense! Nos pueden oír, idiotas – Matthew se escucha enojado

Después de ese último regaño el silencio predomino por alrededor de unos veinte minutos.

Esa es mi aproximación, no había luz y no traía reloj conmigo.

Cuatro hombres entraron a la habitación y de la nada una luz fue encendida, una bombilla, dos de ellos tomaron a Matthew, y los demás los gemelos sacándoles del cuarto. De nuevo la luz fue apagada una vez ellos salieron y cerraron la puerta.

-¡Imbéciles! Se les olvido alguien. – comencé a gritar - ¿O jodidamente soy invisible? ¡Hey Idiotas!

Y así seguí el próximo par de horas, cuando por fin alguien entro al cuarto mi garganta ardía y ya casi no tenía voz.

-¡Estúpida! – Esa voz.

Inmediatamente levanta la cara, no podía creer quien se encontraba de pie enfrente de mí. Era como ver una alucinación. Podría ser, pero mi garganta aun dolía y no recuerdo haber perdido la conciencia en ningún momento.

-Solo sácala de ahí y llévasela, harás este lio más grande – Otra voz conocida.

-No necesito que me mandes, se lo que me ordenaron. – se acercó aún más a mí y se puso a mi altura - Pero es gratificante verla ahí, atada, adolorida y sin voz. ¡Hermosa vista!

Los BennettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora