La conmoción generalizada no disminuyó lo suficiente como para establecer una tregua provisional entre los superhéroes. Ya fuera de manera individual o por grupos pequeños no muy definidos, el panorama adverso no daba indicios de mermar la acérrima desconfianza entre viejos camaradas.
Parecía increíble que las emboscadas y los ataques a traición abundaran en un ambiente tan hostil por sí mismo. Cualquiera aprovechaba el más mínimo descuido para apuñalar a otro por la espalda.
«Se aproxima un androide», musitó un Clase A, pendiendo bocabajo, suspendido a casi seis metros de altura aunque bien sujeto de los tobillos por unas lianas del medio selvático.
«Esperémoslo detrás del montículo junto a la ciénaga».
«Excelente idea. Hagámoslo», terció una heroína poco antes de dar la señal a la que sólo uno de ellos reaccionó expedito.
—...¿Chicos?
Nadie más se movió de su sitio.
—Esto no es gracioso.
Esperó un poco más, con la crédula convicción de que aparecerían. Habían sido sus compañeros desde hacía mucho tiempo, no le abandonarían a su suerte, ¿o sí? Incluso llegó a pensar que se había equivocado de escondite, pero en cuanto descubrió que todos bloquearon la comunicación, se temió lo peor.
No veía ningún androide, ni bajando por la ladera ni cerca de la ciénaga. Y si no fuera por un presentimiento traducido en una corriente helada en su espalda, no se habría dado la vuelta.
De inmediato le invadió un pánico devastador, lo que creyó un escondite perfecto, no había sido más que servirse a sí mismo en bandeja de plata. Ahora se hallaba frente a frente con un androide mucho más imponente que los agentes de cuerpo romboide. Este prototipo no sólo era distinto... era mortífero.
Recordó avistamientos similares y razonó: "los Clase A no deberíamos enfrentarnos a ellos, ni siquiera en grupo". Si ya de por sí, se vio amedrentado por el tamaño de la nada modesta arma de fuego que cargaba bajo el brazo. El cañón le apuntaba de lleno, y el muchacho imaginó que al primer movimiento en falso escucharía el disparo atronador que secundaría al impacto letal.
—Miren nada más a quiénes tenemos aquí —exclamó alguien, desde muy cerca, tronando sus nudillos.
Y aunque al principio no le resultara del todo familiar, lo que presenció a continuación le ayudó a reconocerle, pero sobre todo a horrorizarse e implorar que por ningún motivo fuera él su siguiente objetivo.
Una franja de luz azul en el pecho del androide se encendió a la vez que una serie de gritos desaforados delataban la tortura que sufrían sus compañeros desde los árboles, ocultos en su improvisado escondrijo; y en seguida otra luz, esta vez púrpura, tenue e intermitente, surgió cuando el suelo bajo sus pies se resquebrajó sin motivo.
La gigantesca roca a sus espaldas se alzó como inyectada por una ligereza espectral, eclipsó la luz del sol y por poco se convierte en su sepultura.
Fue increíble ver cómo el afamado superhéroe pulverizó el peñasco a mano limpia, mientras otro cambio de luz precedió a una capa densa que se expandía en resguardo del robot repeliendo la grava.
—Te tengo —esa segunda voz humana resonó justo en su oído, casi pudo sentir sus labios rozándole.
—¡Suéltame!
El castaño le retuvo con mayor fervor, sin siquiera verse obligado a darle explicación alguna, no había tiempo para ello.
De cualquier forma, le liberó tan pronto como su superior se interpuso para recibir la lluvia de rocas y derrotar al prototipo de un solo golpe. El impacto fue limpio y fulminante.
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ENCUENTRO INUSITADO
FanfictionSaitama planeó una excursión de entrenamiento especial en una zona restringida, y Genos decide acompañarlo. Lo que el rubio no sabe es que su maestro ansiaba un tiempo a solas, lejos de él para despejar su mente de los pensamientos que le atosigan...