CAPÍTULO 42. ÚLTIMO LATIDO

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El poder psíquico del obelisco comprendía una habilidad no sólo aprendida, sino adquirida a nivel celular. Incorporando sus capacidades telequinéticas y telepáticas a su programación y naturaleza, o alma psíquica.

"No debo permitir que destruya mi defensa. Si lo hace, estoy perdida. Tomará control sobre mí.

—¡No seré tu tonta marioneta, baratija! —no contaba con que su contrincante tuviera el poder mental para invertir las cualidades de su barrera, transformándola en una cámara privada de tortura.

El Chico emperador trasladó a Watchdog Man hasta un costado del pedestal, pasando por encima del mar de cadáveres. Hurgó entre los pliegues de la ropa de Flashy Flash, mas no encontraba ninguna llave. Varias veces usó los instrumentos que guardaba en su mochila intentando ingresar al pasadizo, pero nada funcionaba.

—Tiene que haber una forma. Pero, ¿qué es lo que hace falta? No lo entiendo —musitó con las manos temblorosas, mientras volvía a buscar en la ropa del héroe.

Encontró una llave en un doble bolsillo, oculto bajo su armadura. No obstante, sus esperanzas renovadas se hicieron añicos cuando dicha llave traspasó la barrera sólo para dejar caer una perilla falsa.

—Pierdes tu tiempo... No encontrarás nada —la voz afectada del rubio agudizaba en un timbre escalofriante. Sus brazos colgaban sin fuerza, dado que tenía ambos hombros dislocados—. Bofoy nos matará a todos.

El pequeño se mantuvo concentrado en su labor. Ni siquiera tenía caso que tratara de convencerlo de que Bofoy no se escondía en ninguno de los dos androides del santuario. "Él ya está muerto, el alienígena te manipula a su conveniencia".

—¿Dónde está? ¿Dónde? —repetía el chico en voz baja, cada vez más desesperado y con lágrimas de frustración cristalizándose en sus ojos.

—Salvó al mundo de Saitama... Y ahora nos matará. Por fin tendremos paz.

Su lóbrega profecía armonizó ulcerante con el grito desgarrador de la esper, quien fue arrojada a la esquina adyacente mientras los apéndices metálicos del niño fueron arrancados de su espalda, al igual que el resto del arsenal le fue arrebatado y lanzado al extremo contrario.

La chica ya no se levantó.

"¡La matará!".

Fue casi un milagro que en lugar de acabar con ella, disparara su láser hacia la plataforma del otro extremo.

"Seguimos nosotros. Y no fallará, porque no estamos en su punto ciego".

Los tres héroes que tomó desprevenidos se vieron obligados a movilizarse.

Luego de amortiguar el prominente salto con sus respectivas habilidades, se dividieron. Zombieman hizo de escudo para Stinger mientras se desplazaban a lo largo del calabozo, hundiéndose hasta los muslos en el líquido nauseabundo.

El Clase A llamó la atención del androide al arrojarle una lanza con su técnica Gigant Drill. Claro que fue como si aventara un mondadientes contra un titán.

El obelisco no tuvo dificultad en devolverle el ataque y atravesar el estómago de Zombieman, quien posteriormente recibió golpes consecutivos de Stinger siendo controlado.

Aprovechando el fallo provocado por Drive Knight, el Chico Emperador introdujo unos códigos en la computadora de su muñequera con la intención de hackear el sistema del androide, pero éste creó una barrera protectora alrededor de sí mismo, muy similar a la de Tatsumaki aunque con un fulgor opaco, como retazos de una humareda pesada y azufrosa.

ENCUENTRO INUSITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora