CAPÍTULO 23. HALO DE ESPERANZA

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A Sónico y Stinger les había llevado unos cuantos minutos trazar el plan de rescate en la incómoda pero secreta pocilga de Ciudad Q.

Tal como prometió, el héroe se había presentado en las instalaciones de la asociación para hablar personalmente con el fundador, en presencia de la irritable Tatsumaki por supuesto. Mientras daba detalles de lo acontecido, el señor Agoni tomaba registro de sus palabras en la bitácora.

—Lo que no entiendo, si me permite preguntar, señor —inquirió Stinger al final—, es cuándo y por qué clasificaron el expediente del superhéroe Clase B en los archivos de amenaza nivel Dios. ¿Desde cuándo un compañero es una amenaza?

La chica peliverde rodó los ojos y se mordió el labio para evitar interrumpir al fundador.

—Esa decisión fue tomada por consenso —apoyó los codos sobre su escritorio y juntó las manos frente a su boca, calculando el impacto de sus próximas palabras.

—Es difícil para mí explicarlo, pero todos concordamos en que Saitama posee un poder fuera de nuestra comprensión, quizás ilimitado.

El fundador no podría calificarse como alguien autoritario ni frívolo. Al contrario, se trataba de un hombre bondadoso y comprensivo, aunque firme en sus decisiones. Deseando siempre lo mejor para sus subordinados, así como del resto de héroes y personas bajo su tutela que confiaban en su juicio y sensatez.

—No sé cómo no fuimos capaces de darnos cuenta antes. Pero si algo así estuviera en nuestra contra, no tendríamos oportunidad alguna de sobrevivir —su rostro, aunque permanecía sereno, denotaba gran preocupación.

—¿Desconfían de él sólo por ser poderoso? —ironizó—. ¿No se supone que deberíamos verlo como una ventaja?

—No es tan simple...

Pero Stinger lo interrumpió:

—Tenemos de nuestro lado al mejor elemento del maldito universo, ¿y lo ven como un fenómeno incontrolable? —Cada vez alzaba más la voz, estaba fastidiado—. ¿Qué es esto, una jodida broma?

—¡Cuida tu sucio lenguaje, novato! —espetó Tatsumaki, dedicándole un gesto prepotente con el mentón en alto y la mano en la cadera.

—No pretendemos tratarlo como un delincuente —se excusó Agoni—, pero todos debemos entender que nunca está demás establecer ciertas medidas de seguridad.

Ahora Stinger veía claramente que la consigna de vigilar la nave espacial y sus alrededores le había privado de estar enterado de las últimas decisiones en la asociación.

—El elemento Bofoy Hakase de Clase S ha presentado una serie de datos alarmantes que no pueden ser tomados a la ligera —suspiró con cierto pesar y presionó su sien con movimientos circulares de los pulgares—. Es mejor que seamos precavidos. Eso es todo.

—¿Cuáles se supone que son esas medidas de precaución? —cuestionó en voz baja, nada convencido de querer saber los detalles.

—La zona experimental —intervino la chica—, fue creada especialmente con ese propósito.

—La cuestión es, que necesitábamos idear algo para neutralizar a Saitama en caso de emergencia —confirmó el fundador—. Claro que la mayor parte de los animales transgénicos de ese lugar tienen un propósito personal para Bofoy.

La peliverde suspiró con fastidio, y añadió:

—Metal Knight es un presuntuoso. Se moría por tener su propio zoológico, para sus prototipos, obviamente. Parece un niño malcriado con juguetes que le encantaría despedazar y analizar —arrugó la nariz con asco, aunque era irónico que precisamente ella acusara a alguien más de "malcriado".

ENCUENTRO INUSITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora