CAPÍTULO 2. TRAVESÍA

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—¿Este es el camino correcto? —preguntó el menor con pesadez.

Las primeras dos paradas no habían sido problema. La tercera, sin embargo, parecía arrancada de la faz de la tierra. O al menos de acuerdo al mapa debía encontrarse entre los seis puntos marcados en el pliego con cruces rojas, y en su lugar había un gigantesco acantilado.

Genos iba al volante, observando de soslayo cada vez que giraba cuidadosamente en una de las curvas del sinuoso camino. Bueno, "cuidadosamente" era un decir porque en realidad excedía el límite de velocidad y sus bruscos derrapes levantaban una creciente polvareda.

—Si seguimos dando vueltas voy a vomitar.

—Insisto en que el mapa está mal.

—Los puntos anteriores fueron correctos. ¡¿Por qué este está mal?! —cuestionó el mayor, exasperado.

—Mejor nos detenemos aquí.

La atención de Saitama se centró en la oscuridad azabache de la noche absorbiendo el más mínimo rayo de luz que pudiera filtrarse de la puesta de sol. Mordió sus labios para no soltar un suspiro. ¿Desde cuándo se había vuelto tan romántico? Si no se reprendía mentalmente seguiría pensando incoherencias respecto a su aprendiz.

—¿Nos detendremos aquí? ¿En medio de la nada?

—¿Tiene miedo, sensei?

Obtuvo una mueca hostil como respuesta. Luego disminuyó la velocidad hasta aparcar el vehículo junto a unas enormes rocas.

—Ya está. Yo me encargaré de montar la tienda de campaña, si gusta.

—Perfecto. Mmh haré una fogata entonces.

Llevaban suficientes troncos ya cortados y atados con cuerdas dentro del remolque. Así que no importaba que aquella área desértica no contara con ningún árbol disponible. Por otra parte, tenían medido el suministro de comida para el trayecto de ida pero no significaba que no pudieran darse el lujo de cenar esa noche a pesar del retraso. Genos preparó un delicioso estofado con verduras y carne de res.

—¡Esto está para chuparse los dedos!

El cyborg sonrió complacido por su comentario aprobatorio, y se dispuso a comer.

—Oye espera —inspeccionó la porción del androide con una mirada inquisidora— ¿por qué tu tazón tiene fideos?

—¿Eh? ¿De qué habla? —Genos se apresuró a engullir la pasta hasta no dejar ni rastro.

—¡Ey! ¡Yo vi esos fideos! ¡Eso no es justo, yo también quiero!

Forcejeó con el menor pero había sido inútil, éste ya se había acabado todo. Sólo provocó que el recipiente vacío se fuera rodando por el piso. Y de buenas a primeras, Saitama ya se encontraba encima de Genos. Sus piernas lo aprisionaban contra el piso y sus fuertes manos sujetaban los brazos del contrario por encima de su cabeza.

Tragó saliva al darse cuenta de la situación. La fogata iluminaba lo bastante bien como para notar el más ligero cambio en las facciones de ambos, y el rostro del menor decía claramente "adelante, tómame". Ahí estaba de nuevo, haciéndose falsas suposiciones.

—¿O quieres que lo diga en voz alta? —musitó el rubio en tono meloso.

Saitama abrió los ojos como platos. Su ritmo cardíaco estaba a tope. Esa afirmación descartaba cualquier duda, y además era la primera vez que lo tuteaba. De pronto su aprendiz le había sujetado de la nuca cariñosamente, incitándole a consumar aquel beso.

ENCUENTRO INUSITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora