Día 9:

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Día 9:

19 de Julio del 2013.

Un timbre demasiado fuerte con una canción de Safetysuit hizo que Edmund levantara la cabeza exaltado del teclado de sus computadora. Anoche, después de dejar que Luna se durmiera había decidido escribirle un correo al profesor Rivers pidiendo más tiempo para el libro y un saludo desde su nuevo trabajo y Los Ángeles, también le prometio enviar una postal.

Sus ojos verdes aún estaban dormidos así que comenzó a tantear con la mano para buscar su celular pero en vez de eso callo de la silla provocando que sus ojos se abrieran de golpe. Se levantó y tomo su celular. Pulso el boto de contestar.

-Edmund Wayne-bostezo, apenas se estaba acostumbrado al horario de Los Ángeles.

-¡Ed!

-¡Genevive! Creí haberte dicho que te llamaría hasta el fin de semana-se talló los ojos.

-¡Pero no puedo esperar tres días!-dijo al otro lado de la línea con un ligero puchero-. Además quería decirte que extrañó tu avena...¿Edy?

Había vuelto a cabecear y se había quedado dormido hasta que su abuela grito y volvió a abrir los ojos.

-¿Como estas cariño?

-Estoy cansado, y sentado incómodamente-contesto y se acomodó en la silla-.¿Que ocurre Genevive?

Quería decirle a su abuela que había encontrado a la chica de hace diez años y que se presentó y que se llamaba Luna, pero ella no estaba de acuerdo que se obsesionara con ella puesto que ya era agua pasada, se limitaba a decir que jamás la encontraría, pero véanlo aquí, sintiendo algo extraño en su estómago y pensando en los dos enormes ojos azules claros que lo estaban volviendo tremendamente loco. Suspiro para sus adentros, no dejaba de pensar en que podía haber algo más allá que darle tutorías, esperaba algo más, pero no estaba realmente seguro de quererlo, tenía algunas prioridades, y le bastaba con haberla conocido. O al menos eso esperaba.

-Solo quería asegurarme de que hubieras llegado bien.

-He llegado bien Genevive-dijo con pesadez deseaba dormir otro rato. Observo el reloj que tenía en el escritorio. Su corazón se detuvo las 8:15 de la mañana. Ya era tarde-. ¡Dios mío! Genevive te llamare el fin de semana, ahora tengo que colgar. Te amo.

Antes de que la anciana pudiera contestar Edmund colgó, se puso las pantunflas y se dirigió a la ducha. Rápidamente se dio un baño de cinco minutos, se vistió y esta vez dejo que su cabello rubio se alocará y le cayera en la frente.

Abrió la puerta, después salió corriendo hacia la habitación de Luna. Pero al llegar le sorprendió escuchar murmullos dentro de esta. Al parecer el sueño pesado no le había ganado esta vez. Aunque en realidad ella no había podido dormir, solo había dormido durante unas horas, pero las siguientes horas su mente no dejaba de seducirla con la voz grave de Edmund, se estaba muriendo y deseaba alguna ayuda, quería conocer a su tutor físicamente para poder dormir, ya eran dos noches a las cual no había sobrevivido sin pensar en el.

-¡Por Dios Pamela Cox!-grito Luna. Al parecer hablaba por teléfono-. No creo que sea buena idea...claro que quiero saber como es y tu palabra es en la que confió...claro, ahora también la de el.

Seguido de esto Luna soltó una leve carcajada. Edmund aprovecho para abrir la puerta delicadamente, lo que quería era observarla lo de menos era escuchar su conversación con quien sea que fuera Pamela Cox. Luna estaba fuera apoyada en el barandal del balcón y a espaldas. El aire mañanero le agito el cabello negro moviendo sus rizos con frecuencia. Tenía puesto un bonito vestido de tirantes de un color azul con un rosa pálido y un listón de color azul rodeándole la cintura. Llevaba puestas unas sandalias de tirantes blancos, y sus gafas de sol. Al parecer no le gustaba que miraran sus ojos. Pero para Edmund, para el le era una tortura no mirarlos y admirarlos, deseaba con todas sus fuerzas perderse en ese fabuloso mar azul que escondía detrás de las gafas. Luna se giró presintiendo la mirada de el, a Edmund se le paró el corazón, pero después de relajo cuando Luna volvió a girarse hacia el balcón. El la observo una vez más antes de salir, sonrió y salió por la puerta decidiendo que la esperaría en el comedor.

365 Días bajo lluvia[editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora