365 Días bajo lluvia[editando]

Día 6

Día 6:

16 de Julio del 2013.

Saint Neots, Inglaterra.

Edmund metía a toda prisa ropa en su maleta negra, pensaba que necesitaría más para todo un año. Creía que no entraría todo en una sola maleta. Suspiro.

Tan solo unos días atrás había recibido un correo de Charles Parks con un SOS en que me necesitaba su ayuda cuanto antes. Esto solo sirvió para que Edmund se llenará más de alegría. Estaba apunto de salir mucho antes de lo que pensaba.

En el correo no decía nada sobre el trabajo que emplearía, solamente que enviaría un boleto de avión y dinero por si hacia falta, y deseaba con todas sus ganas conocerlo y tenerlo cuanto antes en su casa. Edmund había vacilado un momento antes de decidirse si iba a salir del país o no. No era que no necesitaba el dinero no, era que tenía miedo a lo que le aguardaba, era demasiado tímido y muy nervioso, además si iba enseñar esperaba que fuera fácil. Aunque no supiera lo que le esperaría. Pero viajar le daría un punto de vista del mundo y la vida aún más exquisito, ganaría dinero y podría pagar todos los medicamentos que le hiciera falta a su abuela. Sentía que con irse se le quitaba el peso de encima.

Observo el boleto. Había llegado la mañana del día anterior, no sabía como tomarlo. Era demasiado rápido y no se había preparado muy bien, aunque había hecho todo lo que tenía que hacer, el director Silver había aceptado en darle clases por internet, pero no había encontrado una idea para comenzar el libro que le había pedido el señor Rivers.

-¿Llevas todo?-le pregunto su abuela desde el umbral de la puerta.

-Supongo-contesto Edmund encogiendose de hombros.

-Puedo darte otra maleta.

-No creo que...

Pero antes de que pudiera terminar, la anciana salio cogiando hacia su habitacion.

Edmund sabia que extrañaria a su abuela, era como su mejor amiga, le habia enseñado a leer, y jugaba con el a las escondidas cuando dejo de ir al parque cuando ella se fue. <<Ella>> esto lo hizo pensar de nuevo en ella, lo hizo recordar en sus ojos azules, en el mar en que se hundia con solo verlos. Aunque lamentablemente habia algo que le extrañaba en ellos, no habia ningun brillo de vida, ninguno. Solo tenia una esperanza imposible, pero no dejaba de ser una esperanza, la esperanza de ser el quien enciendiera ese brillo, esa chispa que le faltaba. Claro, no dejaban de ser hermosos, pero se verian aun mas hermosos si tuvieran esa chispa. Tras pensar en sus ojos, sus pensamientos viajaron al recuerdo de sus pecas en la nariz. Sonrio tan solo en recordarlas. Eran fabulosas sus pecas, por no decir que se habia enamorado de ellas, era el toque perfecto, era la evidencia de que tendria que protegerla, porque era como una niña, era algo delicado que no deseaba perder en lo absoluto. No queria perder ese recuerdo fabuloso que hacia que se sintiera en casa, asalvo e importante.

Genevive entro unos minutos despues que lo sacaron de sus recuerdos, se sentia algo aliviado, tras la aparicion de su abuela. Sonrio cuando vio la maleta gigante que tenia en las manos. No era nada comparado con su pequeña maleta negra. Genevive le tendio la maleta.

-Gracias...

Su abuela lo interrumpio.

-¿Llevas zapatos, ropa de vestir, calcetines, crema, ropa informal, shampoo, cepillo de dientes, ropa inte...?-Edmund la interrumpio con una carcajada y puso los ojos en blanco.

-Si, tranquila Genevive, llevo todo, no tienes que preocuparte-contesto contetiendo las lagrimas. Extrañaria esa sobreproteccion.

-Es que me sera dificil dejarte ir, la casa se sintira vacia sin ti Edmund ¿Quien me prepara la avena tan deliciosa que me preparas?