Día 35

97 9 1
                                    


Día 35:

14 de Agosto del 2013.

Aunque la música sonaba demasiado alto, Edmund no lograba controlar su nerviosismo, ni ignorar las fuertes palpitaciones que podrían haberle ganado a la música y a las voces del karaoke juntos.

Habían regresado del campamento. Él no estaba cómodo en lo absoluto, incluso tenía las mismas ganas de llorar que la noche anterior, estaba seguro que no resistiría a todo un año dándole clases de vida al amor de su "vida" eran tantas coincidencias que por un momento pensó que era mejor no confiar en el destino, era eso o esconderse, esconderse en un lugar donde no fuese encontrado. Él no era el mejor tutor del mundo, tampoco la mejor persona, pero lo intentaba, y lo poco que avanzaba sus inseguridades lo echaban a perder todo, obligándole a retroceder tres pasos.

-Deberías animarte un poco, Edmund-gimió Jennifer plantándose delante de él-. Es la fiesta de mi hermano, es más, invítame a bailar.

-Estoy bien aquí, Jennifer. Igual no encajo entre ustedes-dijo cortante Edmund mirando hacia el agua cristalina.

Efectivamente, era la fiesta de cumpleaños de Jake, se celebraba a la par que el campamento, que también solía ser como un festejo hacia él, pero de igual manera, todos estaban ahí, reunidos a la luz de la luna, chocando copas con vino tinto, bailando con el ritmo y sintiendo con el vacío. Era tan palpable que costaba creer que en serio todo aquello era una fiesta.

-Baila conmigo, Ed-sedujo Jennifer arrastrándole al centro de la pista.

Finalmente él se levantó, y aunque no estaba de buen ánimo, comenzó a bailar con Jennifer a una distancia considerable. Seguía teniendo el mismo nudo en la garganta, y las mismas ganas de romper cosas por no haber sido el que debía huir con Luna.

Y todo volvió a su ciclo.

Ella estaba parada ahí, al lado de la mesa de bocadillos, sin interés en la fiesta, pero lucía hermosa en la luz de la luna y las luces artificiales de la alberca, con su vestido blanco y negro ceñido a la cintura, con cuello de tortuga y manga corta, con estampado de rosas, y zapatos bajos negros, era...era...era algo que jamás olvidaría, era ella, era simplemente ella y meneaba la cabeza conforme el ritmo de la música. No la dejaría escapar. A pesar de ser una fría noche, el estaría con ella, porque ambos se tenían, y él creía que ella era todo para mantenerlos a ambos en calor.

Apartó a Jennifer y corrió hacía Luna. No habló, no se acercó demasiado, solo dejó que sus acciones hablaran. Tomó su mano, y quito las gafas de su cara que tanto le molestaba que usara. Se hundió en el universo de sus ojos azules y sintió los pequeños dedos de Luna entrelazándose con los suyos.

-Creí que ya habías olvidado nuestro plan de perdernos juntos-susurró ella en tono confidencial-. Si no lo sabes, es escapar.

Él sonrió.

-Me gusta más el término, esconderse-susurró el devuelta. Le brillaron los ojos.

-¿En serio?-rió ella tomando de su vino-. ¿Conoces buenos escondites?

Comenzaron alejarse de la piscina para ir a desaparecer al lado de la carretera. Él la llevaba del brazo y ella caminaba descuidadamente, pero estaba completamente bien. El vio las lágrimas en sus mejillas. Y también las secó.

-Muchos.

Echaron a correr. Corrieron hacia la oscuridad, y corrieron en busca de un lugar donde no fueran encontrados.

365 Días bajo lluvia[editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora