Día 30

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Día 30:

9 de Agosto del 2013.

Los ojos de Edmund miraban directamente al techo de su habitación. Lo único que su mente podía pensar era en Luna durmiendo con él, compartiendo cama, compartiendo el calor corporal de cada uno, compartiendo una noche.

Edmund quería creer que solamente era un lindo sueño del cual no había despertado, en el que aquel acontecimiento solamente podría haber podido ocurrir en sus sueños.

Era un día nuevo y estaba concluyendo, era una noche nueva y Luna no se encontraba a su lado. Quería sentirla de nuevo a su lado sin pensar a las consecuencias que probablemente le llevarían.Se revolvió entre las sabanas tratando de conciliar el sueño, se cubrió hasta las orejas esperando entrar en calor para finalmente entrar en un profundo sueño, pero cada vez que cerraba los ojos aparecían unos preciosos ojos azules que únicamente podían ser de Luna. Se estaba volviendo más débil de normal. No era que lo considerara malo, en lo absoluto, pero Luna lo estaba destrozando metafóricamente. Ella era en lo único que podía pensar, en lo único que podía recordar, en realidad estaba perdiendo la cabeza y esperaba que no se olvidara de nada cuando le tocará enseñarle las ecuaciones cuadráticas.

Retiró las sabanas de encima, se puso unos calcetines, unos pantalones algo holgados, una camiseta y encima una sudadera negra. Tomó sus audífonos y su celular, con un ágil movimiento se los puso, colocó una canción y salió de su habitación. Caminó hasta la salida, tomando una lenta pero profunda respiración salió disparado a la oscuridad para enfriarse las ideas que le estaban asustando más de lo normal.

***

Aún con Summer Skin de Death Cab For Cutie cantándole en los oídos se detuvo lentamente frente a lo que era el balcón de Luna. Era increíble que llegara al punto de llamarle fuera de su propia casa y en medio de la noche, pero deseaba o más bien fantaseaba realmente en tener un momento más íntimo con Luna.

Dio un paso al frente deseando que llegados a ese punto no se echará atrás y decidiera por fin llamar a su ventana para salir a la oscura pero cálida noche. Solo esperaba que aún se encontrará despierta.

Y sin darse cuenta, ya había tomado unas cuantas rocas para proseguir lanzándolas hacía su ventana.

***

Unos ruidos en la ventana le hicieron levantar la cabeza. No estaba dormida y no pretendía hacerlo, se sentía terriblemente mal por haber discutido nuevamente con su padre sobre temas sin importancia. Tras haber acabado se había asegurado de cerrar su puerta con seguro y dejar caerse en su cama para llorar todo lo que no podía enfrente de su padre.

Los ruidos le volvieron a llamar la atención, se levantó en un ágil movimiento aún sabiendo que las lágrimas podían ser visibles en sus mejillas. Se alisó el precioso vestido negro ceñido a la cintura y descalza salió al exterior sin preguntarse quien era la persona que le llamaba en medio de la noche.

La mirada de Edmund se iluminó cuando la vio parada frente el umbral de las puertas del balcón, pero aquel brillo desapareció tan rápido como había aparecido, las lágrimas le relucían en la cara y eran ligeramente visibles gracias al farol que se encontraba a tan solo un metro del balcón.

Ella al sentir la mirada clavada de alguien, ladeó la cabeza a manera de saludo. Edmund sonrió al ver que ella sonreía, pesadamente, pero lo hacia. Edmund abrió la boca para hablar pero rápidamente Luna le había cortado.

-Oh, Romeo, Romeo ¿Dónde estas que no te veo?-rió. Era humor negro, pero de igual manera necesitaba reír un poco ¿Y con quien más si no era con Edmund?

365 Días bajo lluvia[editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora