Día 10

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Día 10:

20 de Julio del 2013.

-¡Y...Jaque mate!-grito Edmund robando al rey de Luna.

A estas alturas, gracias al aburrimiento se habían puesto a jugar ajedrez, no tenían nada exactamente interesante que hacer, Luna se había limitado a sacar la caja de ajedrez y el se había limitado a asentir. Estaban sentados uno frente al otro en la barra de la cocina. Ella fruncía el ceño, y hacia un pequeño puchero con los brazos cruzados. Se estaba divirtiendo demasiado con Edmund. En los últimos días, si que los había pasado geniales con el. Ayer por la tarde en McDonald's Edmund le había enseñado a comer una hamburguesa sin que ella levantará un dedo al agarrarla y la comiera a pellizcos. Había sido tan cómico para el y para ella. El jamás había visto nada tan inocente que aquella escena, ella se había llenado la boca de catshup y le había echado la culpa a Edmund, el solo comió las papas y siguió riendo.

Luna hizo otro puchero. Edmund le había ganado.

-Eres un tramposo-se quejó.

-Y tu muy mala jugando.

-¡Eso no es verdad!-dijo cruzándose de brazos-. Nadie me había ganado jamás.

Edmund río.

-Ahora ya no más-río-. Acabo de ganarte.

-No es divertido Edmund.

Esto hizo que se riera más. Luna se quejó una vez más, el río y a ella minutos después se le escapó la risa.

-¿No es divertido Luna?

-Edmund...cállate-contesto ella entré risas.

Al final ambos terminaron con dolor de estómago. Comenzaron a recoger el juego en silencio. No era un silencio incómodo, de hecho era...muy cómodo, vaya que el silencio aveces los ayudaba. Edmund observo como algunos rizos le caían en la frente y el sin resistir el impulso, los coloco detrás de su pequeña oreja. Ella sintió ese calor embriagador y se sonrojó ligeramente. Tras los nervios, comenzó a tantear para encontrar una pieza de ajedrez, pero en vez de eso encontró la mano de Edmund, entonces el también se sonrojó. Luna al darse cuenta se separó rápidamente. Edmund también lo hizo y ambos comenzaron a ordenar el juego de ajedrez mucho más rápido que antes.

Luna suspiro cuando cerró la caja. Ahora no tenían nada que hacer, habían pasado un buen rato pero ahora...Luna chasqueo los dedos y se bajó del banco. Tomo la mano de Edmund, el se sorprendió y las descargas eléctricas comenzaron a correrle por la piel sonrió. Luna lo obligo a bajarse y el lo hizo, después corrieron escaleras arriba.

-¿A-a-donde v-va-mos?-pregunto tartamudeando Edmund.

-¿A donde más tonto? A mi habitación-repuso ella-. Tu veras una película y yo la escuchare.

El se alegro que lo haya invitado a su habitación, no era que pensara mal, pero le gustaba pasar el rato con ella y era la primera vez que lo había invitado a ver una película.

Luna abrió la puerta y encendió la luz. Pasaron al interior, ella comenzó a tantear , su habitación estaba tal como Edmund la había visto la primera vez que la vio, más sin embargo ella estaba tan nerviosa que casi cae al suelo, Edmund la tomo de la cintura y evito que cayera. Soltó una risita nerviosa.

-¿Que quieres ver?-le pregunto a Edmund.

-¿No lose...tu que quieres oír?-le respondió y soltaron otra risa nerviosa.

-Puedes ver en esa pila de haya-señalo una estante encima de la televisión-. Si puedes busca...August Rush: escucha tu destino.

Aquella película era su favorita, la escuchaba cientos de veces, siempre la disfrutaba y siempre al final lloraba y lloraba. Evan, el chico protagonista, tenía claro lo que hacia, y para que lo hacia, incluso hasta cuando lo molestaban, tenía un don solo para atraer a sus padres. Ella quería tener eso, quería tener en claro que que iba a hacer, quien quería ser, para que lo quería hacer, pero no lo tenía, eso la deprimía un poco pero aquella película le hacia ser valiente, para alcanzar un objetivo fuera el que fuese.

365 Días bajo lluvia[editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora