Día 17

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Día 17:

27 de Julio del 2013.

Las paredes laterales del sótano estaban manchadas exageradamente por salpicones de colores. Era una perfecta obra de arte. Las gigantescas manchas formaban diferentes formas conforme avanzaban hacia el suelo, unas chocaban unas con otras provocando una linda explosión de colores pálidos y exóticos creados por las Hermanas Parks. Los globos de colores aún colgaban de las paredes, esparciendo todo su contenido como si de una muerte de tratará, solo que el contenido no era ningún líquido rojo y mucho menos asqueroso para nuestra vista, eran unos colores alegres, pálidos y demasiado llamativos. Era tan hermoso observar aquella explosión de colores que únicamente podrían haber logrado, Jennifer y Luna.

Los cuadros y artículos que habitaban ahí, estaban completamente cubiertos por plástico que de vez en cuando eran manchados por Luna, si es que no daba a alguna pared. Trono un globo más, haciéndola carcajear como si nunca lo hubiera hecho en su vida.

Muy pocas veces bajaban al sótano, puesto que tenía los cuadros y todas las pertenencias de su madre, todos aquellos artículos se habían quedado encerrados en el sótano como si este fuera una caja del recuerdo. Amy Parks, era una gran artista, podía pintar cuadros, diseñar ropa, bailar...era una mina de oro, y eso lo sabían todos sus hijos, era una buena madre y trataba de comprender a sus hijos cada vez que ellos caían. También cuando lograba tener algo de inspiración se sentaba frente su caballete y de disponía a pintar, o a diseñar, fuere lo que fuese lo hacía bellísimo.

Luna por su lado nunca se permitía entrar ahí, porque aquel lugar le era realmente sagrado, y siempre le recordaba a su madre, de eso no cabía duda. Le hacía tanta falta ahora.

Hubo un par de veces en los que Luna de pequeña se acercaba al sótano a tratar de hacer compañía a su madre, ella le explicaba lo que hacía, como resaltaba los matices de sus cuadros, que colores ocupaba, como era y que tipo de pincel usaba. Y cuando se trataba de diseño, ella le explicaba donde comenzaba el tirante y hasta donde se dirigía, incluso una vez diseñó un precioso vestido a Luna de la princesa Rapunzel para una fiesta de disfraces. Este último también debía estar guardado en algún baúl de color rosa pálido con cerraduras bañadas en oro.

Luna sonrió con nostalgia. Por fin la habían convencido de que bajara, y le sorprendió aún más al saber que su hermana, Jennifer era la que quería pasar tiempo con ella, no se había percatado que también la estaba dejando sola.

Las melenas negras de ambas estaban recogidas en una coleta alta, haciéndolas ver casi gemelas, lo único que no encajaba era el brillo y el color de los ojos de cada una, además de que Jennifer no tenía unas lindas pecas en la nariz. El brillo de los ojos grises de Jennifer era de un brillo muy superficial y de superioridad, aunque los de Lu, no tuvieran ese brillo, su mirada perdida era tan inocente, tímida, y hasta cierto punto sexy, ese sexy que es tentador. Jennifer miro a su hermana, ella sabía que en el fondo envidiaba a Luna, quizá por su discapacidad, quizá porque ella no podía ver las desgracias del mundo, mientras que ella sí. Además envidiaba la belleza inocente que tenía ella. Jennifer sonrió.

Ambas llevaban batas grises y naturalmente ya estaban manchadas, al menos no fue un desastre estar al lado de Lu, en cierto modo se habían divertido teniendo su propia guerra de pintura. Luna se acercó a su hermana y la abrazo rápidamente, Jennifer le sorprendió el gesto puesto que ninguna de las dos se mostraba mucho su afecto la una a la otra, pero aun así ella le correspondió a su abrazo. Pasaban muy poco tiempo juntas, y Luna trataba de no arruinar el momento puesto que Jennifer le hacía creer aquello, aunque realmente la que arruinaba los buenos momentos era ella no Luna. Se separaron con una enorme sonrisa en el rostro y Jennifer comenzó a ordenar todo lo que estaba mal, limpiando los pinceles, quitando los globos y el plástico de los muebles. Sus ojos grises tenían interés en algo más que pasar el rato con su hermana. Y Luna lo presentía, solo que no quería creerlo.

365 Días bajo lluvia[editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora