Día 13:
23 de Julio del 2013.
El cabello rubio de Edmund aún se podía distinguir sin los rayos del sol. Era algo tarde y estaba exhausto.
Estaba en su escritorio con una hoja en blanco y un papel en mano. Tenía tantas ganas de dibujarla, pero se negaba. En toda la noche la había estado dibujando desde todos los ángulos, desde su perfil derecho al de cabizbaja, o su cara cubierta con los mechones negros agitados por un simulado aire. Incluso, la había dibujado con la ropa del día anterior, y había resaltado más de lo normal sus ojos azules. Tenía que admitir que ayer por la tarde fue una de las veces de las cuales había visto sus ojos llenos de vida, por lo tanto no quería que faltara ese gran acontecimiento en su dibujo. Fácilmente había hecho unos treinta dibujos de ella, con diferentes posturas, diferentes peinados, con los ojos cerrados, con diferentes atuendos y siempre, siempre, al fondo se encontraba unos pétalos de rosa, que parecían ser iluminadas gracias a la luz que Luna transmitía en la oscuridad.
Un pitido ensordecedor, lo saco de sus majestuosos pensamientos sobre Luna. Vio la pantallita de su teléfono y se golpeó la frente. Joder, tenía que llamar a Genevive. Se le había olvidado por completo. Salto de la silla del escritorio y salió corriendo hacia la sala principal con los audífonos puestos y dejando que Linkin Park lo dejara sordo. Llevaba una sudadera negra encima de una camiseta blanca, con el perfecto signo rojo de Red Hot Chili Pepers. Su cabello rubio estaba revuelto y sus ojos verdes estaban relajados. Se veía sin alguna preocupación, incluso se veía sexy de esa manera, parecía tan relajado, con aquellos audífonos blancos colgándole de las orejas y esa capucha cubriéndole la cabeza. Se metió las manos en el bolsillo y comenzó a acercarse al teléfono de la casa. Observo a su alrededor y después descolgó el auricular. Comenzó a teclear el número de la casa de su abuela, espero hasta que se levantó el auricular al otro lado de la línea.
-¡Ya te habías tardado Edy!-grito su abuela como una chiquilla, Edmund no pudo evitar compararla con Luna.
Edmund río amargadamente. No se encontraba en sus cinco sentidos, quería regresar a la cama y soñar con su ángel encontrado. Se encogió de hombros y se aclaró la garganta.
-Lo siento...
-Nada, ¿Me contarás como ha ido tu estancia por allá?-respondió la anciana emocionada.
-¿Por dónde comienzo?-pregunto el con aire pensativo.
No sabía por donde comenzar, apenas llevaba una semana y aquella semana se le había hecho una de las mejores por las cuales había pasado. Se sentía libre, se sentía...se sentía contento por haber salido de Saint Neots, y haber encontrado lo que había perdido. Suspiro, esta vez si le hablaría de Luna, pero no diciéndole que era la chica que había "conocido" en el parque de Saint Neots, no lo haría, la presentaría únicamente como su estudiante, si seguía pensando en ella como la pequeña niña que se había encontrado aquel día de invierno, sería un cuento de nunca acabar.
Primero, comenzó con su llegada, como había sido que lo habían recogido y como se sentía realmente especial. Su abuela chillo de emoción y Edmund pudo sentir como después se retorcía en el sofá buscando el control remoto. Seguido de esto fue la presentación de la familia Parks, y como había llegado Luna (su estudiante) con aire aniñado, y como sus ojos tenían muy poco brillo de vida. Claro, omitió la parte en la que se había quedado impactado con solo de verla, era...creía que había muerto, para encontrarse con un ángel que parecía haber planeado todo. Aunque después su abuela se disculpó por la noticia de la oscuridad en la que se encontraba. Esto hizo que Edmund se molestará un poco y cerrara los puños. Y por último, le contó su fabuloso día con Luna en el picnic, el postre de la receta secreta y como el tenía tantos nervios de que se le escapará como en Malibu. Edmund sonrió, después sintió un pequeño calor recorrerle las mejillas.
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365 Días bajo lluvia[editando]
Conto"-No te vayas-susurró ella suplicante. El viento helado alocaba su cabello negro, y el precioso sol había desaparecido, no había rastro alguno de el en LA. -Te prometo que volveré-contestó igualmente en un susurro. Sus ojos verdes amaban, los precio...