Día 8

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Día 8:

18 de Julio del 2013.

-Buenos días dormilona-susurro Edmund ya que no había podido despertar a Luna con los fuertes golpes en la puerta.

Luna escondió la cabeza en la almohada ya que ese susurró la había hecho estremecer. Se cubrió con las mantas y callo a Edmund. El seguía susurrando pero ella solo lo escuchaba demasiado lejos, además estaba escondida debajo las sábanas, dormía con un angelito y se habia propuesto no despertar para no sentir la mirada de su tutor sobre ella. No quería sentir un escalofrío y después el embriagador calor que había sentido la noche anterior.

Edmund suspiro con resignación. No quería comenzar así su estancia ni tampoco quería darle una mala impresión a Luna, no quería alejar la de el. Así que la agito, esto provoco que ella lo golpeara en la cara, gritara y saltara de la cama. El le cubrió la boca.

-Dios mío. Lo siento. Soy Edmund. Soy un idiota-dijo y le sorprendió que no tartamudeara.

La voz grave de el penetro en los oídos de ella y ese calor la volvió a invadir. Dios. Tenía que controlarse. Solo era un tutor eso era todo. Nada más. Solo un tutor.

Ella se acomodó la melena negra y tomo la cara de Edmund. Luna había caido al suelo y había terminado en el regazo de Edmund, el la abrazaba y rozaba sus labios con su mano. A Edmund le corrió la misma descarga eléctrica que anoche se sonrojó. Era una ventaja que no pudiera verlo. Cuando Luna se tranquilizó la soltó y se tocó la nariz gimiendo. Mientras que ella entré sus manos tenía la cara de Edmund, rozo sus labios con los dedos y después su nariz. Edmund gimió.

-Lo siento...-dijo y con solo el tacto separo un mechón rubio de su frente.

-Regla número uno: No golpear al tutor mientras te despierta-contesto Edmund con una risita nerviosa.

-Regla número dos: No entrar al cuarto de la estudiante-replico Luna-. Además no te golpearía si no me hubieras asustado, o si no hubieras entrado.

Edmund río irónicamente.

-No hubiera entrado si te hubieras levantado cuando toque la puerta.

-Soy de sueño pesado-dijo acariciandole la mejilla seductoramente. Otra descarga eléctrica-. Con qué no pierdes ninguna oportunidad para tocarme eh.

Edmund se percató de lo que estaba pasando y la soltó de inmediato. Ella soltó una sonora carcajada y se levantó apoyandose de la cama. Edmund la observo, observo como se veía genial con el pelo revuelto por la mañana y como sus ojos con el brillo del sol parecían tener vida, y como parecía que le había salido otra tanda de pecas en la nariz.

-Podrías dejar de observarme-le dijo como sugerencia, en si no era tanto sugerencia, era una orden.

<<Es que no puedo. Maldita sea>> pensó Edmund cerrando los puños parecía idiota.

-Solo quería decirte que saldremos de excursión, y el desayuno esta listo. "Señorita sueño pesado"-dijo tratando de parecer enfadado.

-¿Tan rápido comenzamos las clases? Bueno "Querido señor profesor..."-comenzó a decir.

-Edmund, solo Edmund.

-Bueno "Solo Edmund" no podré salir-ella intento hacerse la difícil-. Tengo una agenda ajustada ya sabes, llenar el árbol del vecino con papel igenico, esculcar tus cosas, am...y lo último que quiero es ver todo Los Ángeles...ah, cierto, no puedo ni verlo.

Los ojos de Edmund se abrieron como platos, en especial cuando dijo que esculcaría sus cosas. Pero después entendió que no se encontraba de humor y que le era una tortura no poder ver absolutamente nada. Podía imaginársela sentada pensando como sería ver, y como quería ser como las otras personas. Quería ser normal. Pero no podía. Edmund trago saliva. Creía que iba ser difícil hablarle pero lo difícil no era eso, era entenderla, era un lío de sentimientos, y de acciones. Hace unos minutos podía bromear con el y después se molestaba. Sería un año duro y largo. Bueno eso era lo que pensaba.

365 Días bajo lluvia[editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora