Día 12

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Día 12:

22 de Julio del 2013.

-Entonces...-empezó a decir Pam, con expresión sureña.

Luna no contesto había hecho caso omiso a aquel inicio que reclamaba su atención. Quería decirle tanto a su amiga, pero no sabía por donde empezar. Ayer, había vivido uno de los mejores acontecimientos de su vida, y esperaba que Edmund también lo sintiera así.

Luna, con sus gafas, esperaba tranquilizarse para poder contarle todo desde el principio. Pero no podía. Edmund estaba haciendo un gran impacto en su vida, y ella se negaba a creerlo. Y algo que ella no sabía era que ella había hecho un gran impacto en la vida de el.

Entonces suspiro y opto por contarle todo. Desde el inicio del día hasta el fin de este.

Una pequeña curva se formó en los labios de Pam, Luna lo presintió y se ruborizo en la parte del picnic. Pam rio, y tomo la mano de su amiga.

-Ese no es motivo para ponerse como tómate, cariño.

Luna asintió y también río. Alzo una mano y se la paso por su cabello negro colocándoselo de lado. Pam observo atontada. Amaba a su amiga, ella era la verdadera amiga que siempre había buscado. Hubo un tiempo en el que Pam era demasiado rechazada, o utilizada por personas que no la tomaban en serio, hasta que llego Luna, habían chocado en el instituto y al levantarse observo como Luna buscaba las gafas desesperadamente. Y como estaba en poca distancia y no daba con ellas. Comprendió al instante. La ayudo y desde entonces se habían vuelto inseparables.

Pam tomo la otro mano de su amiga y la sostuvo en las suyas.

La puesta de sol era preciosa y resaltaba el color dorado del cabello de Pam.

Estaban sentadas en el patio trasero, en una mesa con unas tazas de te a cada lado de ellas, Luna llevaba sus gafas y Pam tenía algo escondido su cabello Rubio en un gorro de color verde, de tela. Dios, eran como hermanas.

Pam sonrió ante el pensamiento de la gran noticia que le tenía.

-¿Adivina quien pregunto por ti?-le pregunto sonriente. Las mejillas de Luna se volvieron a encender. Pam río-. Aja, lo que estas pensando, Andrew Taylor se pasó por la mañana a la oficina. Y...te buscaba, a ti Luna.

Luna soltó un pequeño grito. El era el alguien en el que porfíen se había fijado en ella, lástima que no se diera cuenta de quien era la otra persona.

Andrew Taylor. Ah. Era el mejor amigo de su hermano mayor, y además formaba parte del equipo de fútbol americano con el puesto de Mariscal de Campo, mientras su hermano era el capitán del equipo. Había de admitir que el era demasiado atractivo. Tenía el cabello castaño claro, sus ojos eran de color miel, su piel era pálida, era alto y tenía unos músculos muy trabajados. Además, era un amor con Luna, claro que Jake, los separaba, lo golpeaba en la nuca o le daba un codazo. Aunque también era un tío que había follado a cualquier chica que se le pusiera enfrente, y eso Luna lo sabía y por lo tanto también Jake. Desde entonces de encargaba de advertirle que anduviera con cuidado, y como era de costumbre Luna se negaba hacerlo. Andrew, por su parte tampoco quería alejarse de la hermana de su amigo, tenía sus razones y quería que fuese suya.

Luna sabía que tenía su lado bueno, era atento, detallista, educado -o eso era lo que daba a creer el- y era honesto con ella. Habia sacado conclusiones demasiado rápido y lo sabía, solo era que con escuchar su voz y sentir su mirada clavada en ella, la había cegado. Aunque la mirada de Andrew no era nada parecida a la de Edmund, en lo absoluto. Con la de Andrew no se sentía cómoda como quería hacerse creer, mientras que con la de Edmund, desde que la sintio, no pudo evitar sentirse sobrecogida, cómoda y protegida. No podía negarlo.

365 Días bajo lluvia[editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora