Día 21

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Día 21:

31 de Julio del 2013.

 Ella dio un gran mordisco a su pan francés para después dar un pequeño sorbo de su té de manzana con canela.

Había despertado temprano, tanto que le sorprendía no haber golpeado a alguien por haberla levantado. Pero realmente no había podido dormir en toda la noche, había tenido un ataque de pesadillas nada lindo, y después se encontraba Edmund que no le había dirigido la palabra durante el día pasado y tampoco la había despertado temprano. Y eso le decepcionaba haciéndola sentir culpabilidad, puesto que ella tampoco se había acercado en lo absoluto.

Su relación era un tanto extraña, habían pasado quince días juntos y parecían conocerse de toda la vida. Edmund si sabía el porqué de aquel sentir, pero Luna no, esto también le decepcionaba un poco a Edmund y le desesperaba, no podía decirle porque no sabía cómo ella reaccionaría y no estaba dispuesto a volverla a perder cuando tan solo apenas la había encontrado, y prefería demasiado callar puesto la razón le había ganado al corazón.

No sabía si llorar o poner una sonrisa más a la cual permitía dar a saber que en su interior estaba todo en orden cuando nada en su vida estaba en orden. Ella sabía que arruinaba la mayoría de sus relaciones con la gente, pero le era inevitable, no sabía absolutamente nada de cómo era vivir la vida sin ayuda alguna, apenas lograba mantener a dos amistades y a su familia, aunque muy bien sabía que su familia se estaba destruyendo. Ella creía que era el desastre, no se adaptaba y no quería hacerlo porque todos esperaban que lo hiciera, pero ellos no se podían adaptar a ella porque no les perecía. Arruinaba todo. Y ella se lo tragaba.

Levantó la cabeza al sentirse observada, no llevaba las gafas y Edmund podía observar sus ojos azules totalmente surcados de lágrimas, y para él lo sorprendente era que ella no había soltado ninguna a pesar de que casi estuvieran cayendo.

-¿Podemos hablar?-le preguntó Luna parpadeando sacudiendo sus lágrimas sin dejar que salieran.

-Creo que yo no soy el adecuado con el que debas hablar, Luna, ¿Por qué no hablas con tu pretendiente Andrew?-espetó molesto. Luna se estremeció al escuchar su nombre, sonaba tan frio cuando él lo había dicho, provocándole escalofríos y sus piernas le flaquerón.

Se sentía mal. Sabía que no tenía por qué haber salido con Andrew, pero… ¿Por qué lo hizo? Había destruido un gran momento con Edmund. Se detestaba por eso y se sentía como un huracán. Destruyendo todo lo que se encontrara a su paso.

-¿Por favor?-repitió haciendo caso omiso a su comentario.

Edmund la ignoró sorbiendo de su taza de café y se limitó a mirar el periódico que tenía enfrente. Luna esperó y creyó que era el colmo. Ella trataba de remendar las cosas, quería que Edmund la escuchara y le creyera. Pero no sería posible si no le prestaba atención, ella quería saber que la perdonaba, era demasiado inocente, y en serio no quería perder los pequeños lazos que estaban creando. No quería destruir más.

-¡Edmund!-gritó lanzándole un pedazo de su pan francés.

Edmund le miró sorprendido y con el ceño fruncido.

-¡Luna!-le dijo lanzándole parte de su desayuno-tocino-.

-¡Edmund!-espetó lanzándole otro pedazo de su pan.

-¡Luna!

-¡Edmund solo quiero que me escuches!-grito ella escondiéndose debajo de la mesa. Ya había iniciado una guerra de comida.

Él resopló.

-¡Tu noviecito seguro que lo podría hacer! ¡Yo ahora no quiero hacerlo!-se quejó el como niño pequeño.

Luna soltó una larga carcajada. ¿En serio creía que Andrew era su novio? Veamos, aun no la había besado exactamente, solamente le había dado un beso en la mejilla muy cerca de sus labios, y eso no lo consideraba como un beso. Se molestó un poco el que Edmund considerara a Andrew como su novio, no era malo que en algún futuro lo fueran, pero esa posibilidad la consideraba muy lejana.

-¿Edmund Wayne, estas celoso?-preguntó sin dejar de lanzar comida. Edmund rió con ironía. Sí, se encontraba celoso-. Él es solo un amigo, querido niñero.

Edmund rió con muchas más ganas. No se lo creía, parecían tan unidos, y la forma en la que ella hablaba con él, quizá era muy parecida a la forma con la que hablaba con Edmund pero él lograba notar que al hacerlo con Andrew, lo hacía como una colegiala enamorada, y quizá si lo estaba.

-Claro, si no es tu novio supongo que si el rubio.

Ella casi cae de espaldas gracias a pisar un pedazo de tocino y a que al oír esas palabras la dejaron sorprendida y se mordía el labio inferior por no soltar otra carcajada. Ella saltó de su escondite para conseguir un pedazo de pastel que se encontraba en una vitrina hecha a medida para los pasteles. Lo sacó y lo estampó en la cara de Edmund.

-¡Carajo Edmund, es gay!-gritó molesta-.¡Sunshine! es mi amigo, maldita sea.

Edmund se sorprendió un poco al escucharla explotar de tal manera. Con la crema sabor a vainilla colgándole de la cara se acercó a ella al ver sus ojos nuevamente cristalizados. Solo quería remendar las cosas, no quería ser más un huracán, no lo quería. Riendo la abrazó y con agilidad le embarro la mejilla con un poco de pastel. Ella rió un poco mientras que la primera lágrima se deslizaba rio abajo.

365 Días bajo lluvia[editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora