A pesar de que Albus se sintió mucho mejor luego de saber que tendría el apoyo de su familia y sus amigas, las cosas no mejoraron para ninguno de ellos.
No pudieron hablar con la profesora McGonagall, debido a que esta estaba sumamente ocupada toda la semana por las interminables lechuzas que se paraban en su ventana, trayendo consigo cartas de numerosos padres que preguntaban por la seguridad de sus hijos; y esto se debía, mas que nada, por las muertes y desapariciones que atormentaban al mundo mágico. Muchos de sus compañeros habían sido sacados por sus padres del colegio (estos alegaron que volverían cuando las cosas se hubieran calmado) y fue una terrible noticia para Albus cuando Filch interrumpió la clase de Adivinación;
--Lamento la interrupción, profesora Trelawney—dijo, con algo de acidez--. Pero necesito que la señorita Hanna Mcmillan me acompañe fuera un minuto.
Albus estuvo preocupado toda la clase por su amiga, a pesar de que Scorpius y Hale, aunque esta última aún más nerviosa que él, le aseguraron que estaría bien
Cuando termino la clase y bajaron la trampilla, la encontraron parada al pie de la escalera, esperándolos.
--Vengo a despedirme—dijo, sus ojos rojos y la voz cargada de tristeza, y el corazón de Albus se detuvo--. Mi padre...mi padre dice que ya no es seguro.
Albus se lanzó hacia ella y la abrazó con fuerza. Hale se unió casi al instante. Scorpius la saludo con tristeza, y los tres la observaron bajar las escaleras que llevaban hacia la puerta principal, los tres sintiéndose imponentes.
James los fue a ver a la mesa de Slytherin, al ver la tristeza en sus caras, y lo primero que hizo fue preguntar por el asiento vacío.
--Eso es terrible--dijo, sentándose junto a su hermano, y observando a Rose, Hugo y Lily venir hacia ellos--. No se preocupen--continuo--, las cosas mejoraran. Escuche que McGonagall volvería al colegio esta noche; podremos ir a hablar con ella.
Pero Albus no lo escuchaba. El habitual bullicio que solía llenar al Gran Comedor acababa de desaparecer y ahora todo el sitio se encontraba en silencio. Todos miraban hacia la puerta, que se encontraba abierta, y por ella entró...
--¿Que hace el Ministro de Magia aqui?--pregunto Scorpius con un sobresalto, levantándose de su asiento para ver mejor, al igual que Rose, que se había puesto pálida.
Hermione Granger ignoró los murmullos de la multitud y caminó con paso firme hacia la profesora McGonagall, que mantenía un semblante impasible. Murmuró algo por lo bajo a la directora, asintió con la cabeza cuando esta le devolvió el murmullo, y luego, saludando a los alumnos del Gran Comedor con una sonrisa, salio de alli rapidamente.
McGonagall también se levantó de su asiento, se disculpó con los presentes alegando que tenía algo urgente que hacer, y tambien salio del Gran Comedor.
--¡Los prefectos los conducirán a sus camas!--dijo, antes de seguir el camino de Hermione.
--No creo que mamá haya venido aqui para hablar sobre nosotros--dijo Hugo.
--Vamos--James se levantó de las mesas, abriéndose paso por el bullicio de alumnos que seguían a los prefectos de sus casa, y haciéndole señas a los demás, para que lo siguieran.
Cuando subieron al tercer piso, perdieron a los demás alumnos que caminaban hablando entre susurros hacia sus Salas Comunes. James sacó unos cuantos hilos, todos ellos conectado a pedazos de carne; orejas extensibles.
--Creo que será mejor que hablemos con ellos--dijo Rose, mirando con reprobación las orejas--. Ya sabemos sobre la profecía, sobre de quien habla, y creo que ya no hay nada que puedan ocultarse.
Todos estuvieron de acuerdo, James guardo a regañadientes las orejas en su bolsillos y los siguió escaleras arriba.
Cuando llegaron ante la fea gárgola que custodiaba el despacho de la directora, Albus se adelantó y dijo;
--Pastel de limón.
La gárgola no se movió.
--¿Qué está pasando?--preguntó Lily, observando la estatua aterrada.
--McGonagall debe de haber cambiado la contraseña--contestó Albus, algo desesperado. ¿Ahora que harían? No podían quedarse allí toda la noche, probando palabras una por una...
Escucharon pasos detrás de ellos y todos se apresuraron a esconderse detrás de un tapiz que, como James les indico, llevaba a un atajo secreto que lleva al aula de Encantamientos. Esperaron unos segundos en silencio absoluto, y Lily, cuando la voz de Harry les llegó a los oídos, dejó escapar un grito.
--¿Como era la contraseña, Malfoy?--preguntó de manera despectiva.
Draco Malfoy se burló.
--McGonagall te envio la carta a ti--contestó--. Si ni siquiera puedes acordarte de ello...
--¡Oh!--exclamó Harry con voz divertida--. Ya la recuerdo, ¡Gryffindor la mejor casa!
--Muy divertido--dijo Draco, arrastrando la voz--. Pero no tenemos mucho tiempo...
Para sorpresa de todos, el sonido de la gárgola haciéndose a un lado interrumpió el sonido.
--¿Que decias, Malfoy?--preguntó Harry.
Draco contestó, pero su voz ya no era tan clara; Albus supuso que se encontraban subiendo la escalera de caracol que conducía al despacho.
--Vamos--les susurro a los otros.
Salieron de su escondite y, tan pronto dijeron la contraseña, la gárgola se hizo a un lado. Del despacho de la profesora, les llegaban voces.
--¿Quien golpeara?--preguntó Rose, mirando a la puerta con expresión aterrorizada, como si aquel pedazo de madera fuera a lanzarse hacia ella en cualquier momento.
Albus, quien estaba mas cerca de la puerta, golpeó tres veces.
En el despacho se hizo silencio, despues de unos minutos la voz de Hermione preguntó;
--¿Quien es?
Albus abrió la puerta y, dirigiendole una mirada asustada a los demas, entro al despacho.
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EL RETORNO DEL MAL--Scorbus
Fiksi PenggemarEl cielo se oscureció, como aquella vez. Las desapariciones comenzaron, como aquella vez. Muertes misteriosas sin resolver, como aquella vez. El pánico inundo el mundo mágico, como aquella vez. La cicatriz volvió a doler, como aquella vez.