XXI: LOS SUEÑOS DE UNA NIÑA DE PLATA

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Marina había dejado de llorar diez minutos atrás. Jin la observaba como cuidando que no volviese a llorar, pero ella había recuperado su postura dura y confiada, aún con los ojos rojos, no aparentaba haber siquiera llorado. Miró a Jin de reojo y confirmó estar perfecta.

—Un pequeño desliz — aclaró ella —, ya estoy bien.

—¿Segura? Los recuerdos se van intensificando mientras vamos avanzando.

—Ya, no te preocupes, fue una crisis por lo repentino, no volverá a pasar.

—No es algo que tengas que reprimir.

—No volverá a pasar — repitió ella y avanzó.

Jin no insistió y continuaron avanzando, porque él supo que no era su problema, y no tenía porque decirle como sentirse o presionarla a hacer algo que no quería. Por lo que asintió suspirando y observando las escenas que iban demasiado lento.

Marina recuperó la mirada divertida y aclarándose la garganta, sugirió correr y así llegar con mayor velocidad al final. Jin se encogió de hombros y accedió divertido, Atl no se opuso, por lo que ambos creyeron, era una buena idea.

Corrieron alternando la velocidad por cansancio, lo que los llevó a llegar hasta Marina de dieciséis años. Saliendo del auto de quien Marina recordó como Alejandro Aguas, el imbécil, el mujeriego y por una razón que ella jamás entendió, era de los chicos más populares de la universidad de Cuervo, aunque fuese un chico mimado y mezquino la mayoría del tiempo.

Cuando Marina entró a la preparatoria en Cuervo, después de haber asistido la primaria y secundaria en Puerto Vallarta, decidió empezar de cero. Porque era una chica tímida, retraída y la mayoría del tiempo, estaba sola y asustada, porque sus dones casi siempre se activaban sin aviso y la gente la miraba raro por su familia. Era una bruja en Puerto Vallarta, una brujita maldita que llevaba infortunio a la isla.

Por lo que cuando un día despertó alistada con una nueva personalidad, ni siquiera Marino pudo reconocerla al inició. Comenzó a alisarse el cabello como la mayoría de las chicas populares, delinearse la mirada y usar faldas cortas que le permitieran crearse una confianza que no tenía.

Comenzó a hacer dietas, a correr en las mañanas, a aprobar con cien cada materia y sonreírles a todas las personas, cumplidos vacíos, experiencias falsas y muchas mentiras de su vida. Miguel Coelho había logado que entrase en la preparatoria privada de Cuervo, por lo que aparentar una vida llena de lujos, se volvió su cada día.

Cuando la madre de los Bahía escapó con su nueva pareja, el padre volvió redimido y listo para cumplir su tarea como cuidador, Marino lo vio como una oportunidad para sacarle el dinero necesario, pero a Marina le quemaba su presencia, aún si gracias a él podía fingir tanto como le gustaba.

Pero todo eso no se lo dijo a Jin, quien retomaba aire cuando dejaron de correr. Y por detenerse, Marina vio la escena que marcó la separación de Marino y ella. Cuando el Marino estudiante de música y la Marina nueva, decidieron no volver a preocuparse por el otro.

Marina se despidió de Alejandro con una sonrisa y un beso corto que invitó al chico a irse dejándola en medio de la calle. Cuando Marina joven elevó la mirada, Marino la observaba desde su habitación en la ventana, con el ceño fruncido.

Marina real se giró a Jin y le tapó los oídos como él lo había hecho en la memoria que ella jamás conocería. Jin obedeció al instante y cerró los ojos al tiempo en que Atl se posicionó a su lado para cantarle como la última vez donde el ave había distraído a Jin.

Marina fue la única que vio la escena, porque la recordaba a la perfección, y no era para nada de sus favoritas; observó a la adolescente Marina entrar en casa con el ceño fruncido ante su hermano, quien la miraba con desaprobación.

Océano de Huesos {Los Dones de la Muerte I}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora