XXVII: VIAJE DORADO

750 81 6
                                    


Bajo el Quiosco, Marina escuchó a Jin hablarle de Sabrina Sallow. Ambos habían terminado con sus respectivas memorias y habían acordado verse en el centro de Cuervo donde aseguraron solo les faltaba la última de todas. Cuando él le platicó que Sabrina llegó a vivir en Cuervo, Marina pensó en que jamás habían cruzado siquiera miradas, eran tan diferentes como iguales a la vez. Compartían esencia y colores, pero sus vidas eran el contraste que notar. No era necesario señalarlas, después de todo, eran lo suficiente obvias. Incluso más que las que la dividía de Ari, Sabrían Sallow era un punto y a parte en Cuervo, pero Marina no le conocía.

— Como la élite, no se conocen. Pero sabes que están por arriba de ti — murmuró Marina elevando un papel creando contraste con el techo del quiosco.

— ¿Entonces no sabes nada de ella? — indagó Jin mirando el mismo papel que ella.

Marina negó arrugando la nariz y bajó el papel, rendida. Posicionó la cabeza en el hombro de él y suspiró molesta con los brazos cruzados.

—¿De donde la conoces? — dudó Marina.

Jin apartó la mirada hacía las bancas del centro de la plaza del pueblo.

—Entrenaba conmigo, es mi hermana.

—¿De cariño?

—No, es mi hermana. Otra hija de la Muerte pero con la esencia de la Vida.

Marina frunció el ceño y se enderezó pensando. Entonces concluyó que lo mejor sería ir a la zona de Plumas de Bronce, donde solía vivir la familia Sallow, según alguna vez le dijeron. Jin asintió y ambos se pusieron de pie. Con las hojas arrugadas en la bolsa de ella, se dirigieron a pie hasta la parada del autobús. Cuando Jin preguntó porque no simplemente podían usar la motocicleta ella argumentó que no los dejarían pasar, pero ella conocía un atajo.

— No creo que quieras dejar tu amada motocicleta en medio de la nada — aseguró ella y él hizo una mueca pensando en la mencionada.

—Tenéis mucha razón.

—¿Yo? Siempre — bromeó ella haciéndolo reír.

El autobús tardó lo suficiente en llegar, solo como de costumbre, Marina corrió hasta la parte trasera del autobús argumentando que el viaje era más emocionante desde la parte de atrás. Jin no se negó y se sentó a su lado notando en sus brazos algo que jamás había visto. En la muñeca hacia dentro, Marina llevaba un tatuaje pequeño. Le tomó la mano con suavidad y giró la mano pasando un dedo por la piel tintada.

— Creí que ya lo habías visto — murmuró Marina.

—Estaba algo oscura la habitación — aseguró Jin.

—Ves en la oscuridad.

—Simplemente no me fije, no era el momento.

—Fue un arranque de independencia — admitió divertida.

Cuando Jin preguntó el significado de la mariposa minimalista de color negro, ella se carcajeó y suspiró apenada.

—Me gustaban las mariposas.

—Marina — sonrió él —. ¿En verdad te hiciste un tatuaje de una mariposa, por qué simplemente te gustaban?

—Y ni siquiera era mi animal favorito. Me gustaban más los tiburones. No lo pensé, solo lo hice. No lo recomiendo para nada.

Ambos rieron y Marina pensó en los que tenía él. Los recordó a la perfección y discutió en su mente cual era su favorito. Él continuó jugando con su mano sin darse cuenta y se encogió de hombros cuando ella opinó que probablemente todos. Jin se carcajeó.

Océano de Huesos {Los Dones de la Muerte I}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora