XXV: LOS SUEÑOS DE UNA NIÑA DE BRONCE

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Marina, tienes que encontrar la razón, susurró algo en sueños de ella. La voz le resultó familiar, pero no logró identificar de quien podría ser. Descubre porque o jamás podré salir de aquí, recuérdalo Marina. Solo tú puedes descubrirlo.

Marina se giró hasta Jin, quien estaba distraído en una de las ventanas del auto donde se dirigían a casa de los Bahía para analizar la situación.

—Jin — lo llamó captando sus ojos dorados —. Dime algo, ¿podemos ingresar a la mente de quien sea?

— ¿Por qué?

— Es importante.

Jin enarcó una ceja y se quedó pensativo unos minutos. A lo que pronto asintió recordando las notas del druida.

—Pero si no es una persona con conexión "mágica" como lo somos nosotros, será difícil, y sobre todo peligroso, ¿por qué?

—Creo que Ari me habló entre sueños.

—¿Y que quiere?

—Que busque la razón — murmuró Marina —, a lo mejor es lo que necesitamos para terminar su memoria y encontrar la llave.

—Nos falta la de Sabrina y Paimon — interrumpió él —, pero probablemente. ¿Cómo vas a buscar una razón?

— Creo que debería buscar en la segunda persona más preciada para Ari.

—¿Quién?

—Mi hermano mayor.

Jin no indagó más porque decidió creer en lo que ella creía, últimamente parecía saber mucho, aún más que él, lo cual le daba un poco de tranquilidad, porque se sentía menos solo o con menos peso sobre los hombros.

Marina comenzó a analizar lo que debía buscar en las memorias de su hermano, porque supuso que Ari quería saber lo mismo que ella o todas las personas de Cuervo, de porque terminaron la relación de ensueño. Mientras tanto Jin se sintió algo débil cuando se vio en el espejo retrovisor, con ojeras y la piel reseca se imaginó que su padre no estaría encantado con su apariencia.

Por lo que ideó que debí encontrar alguna fuente de energía pronto para recuperarse, mirando a Marina esperó a estar frente a la casa de ella para planear su movimiento para recuperar energía. La primera en salir fue Marina quien corrió tocando piso firme y repasando su plan para conseguir las memorias de Marino, pero cuando notó que Jin no le seguía el paso, se dio una vuelta hasta la puerta donde él le sonrió de una forma casi siniestra.

Marina le insistió que la siguiese para entrar a pensar, pero Jin negó asegurándole que tenía algo que hacer rápidamente, podía esperarlo si gustaba así, o podría irse adelantando, pero Marina se rehusó y avisó esperarlo, él avisó tardarse, ella asintió rodando los ojos entrando.

Dio varias vueltas por algunas calles buscando que podía servirle, hasta notar a un anciano alimentado un par de aves que le bailaban junto al pan. Levantó la mirada hacía el chico y pareció reconocerlo cuando asintió y lo invitó a sentarse a su lado mientras alimentaban juntos a las aves. Jin no dijo nada mientras lanzó algunos trozos al frente. El hombre sin mirarlo murmuró que sabía que pronto llegaría el momento, pero no supuso que sería ese pronto. Jin preguntó porque sabía que hacía él ahí, a lo que el viejo murmuró que a cierta edad empiezas a reconocer a la parca, o al menos a su hijo.

Suspiró pidiéndole y él negó asegurándole que era lo normal y ya estaba listo para irse, dejando todo arreglado. Jin le pidió que cerrase los ojos y cuando el anciano obedeció, le colocó la mano sobre la frente y con el lazo del Caos le rodeó el cuello y sin una expresión concisa, apretó mirando hacia la vista del bosque. Hasta que sintió que dejó de forcejear, Jin dio un giró en el cuello del anciano para asegurarse que en verdad había fallecido.

Océano de Huesos {Los Dones de la Muerte I}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora