-Maldita sea ¡¿Por qué lo has hecho?!- un joven hombre de cabelleras castañas atadas en una larga trensa se acerca con paso firme denotando su ira y molestia hacia un joven que estaba sentado tan apaciblemente en su escritorio.
-Primero que nada, cálmate y después de eso podemos conversar tranquilamente- argumentó dejando escapar un leve suspiro.
-... - El capitán tomó una gran bocanada de aire el cual dejó escapar inmediatamente, parecía que estaba intentando regresar a la compostura.
-¿Hice qué específicamente? - musitó con tranquilidad subiendo su mirada dejando de lado los papeles encima de su escritorio.
-Quemar el lugar sagrado de mi niña - le miraba con tal odio, se notaba molesto, fastidiado cuanto menos.
-Yo no lo quemé... Para nuestra desgracia quienes lo hicieron fueron los que saben de cierto problema, desdicha, beneficio o privilegio según se mire - comentó con tranquilidad pero ese fastidio fue acompañado por un suspiro profundo.
-¿A qué te refieres con eso? - preguntó extrañado a la par que confundido, no entendía que sucedía ni siquiera daba con alguna referencia o explicación a lo que decía.
-Toma asiento y te lo diré con toda calma y detalle, pero recuerda que esto llevará tiempo y eso es lo que más tienes - una pequeña risa burlesca apareció en su rostro y miró con frialdad al joven.
///otro lado de Londres ///
Debía admitir que desde hace tiempo que las respuestas carcomían su mente, el maletín que tenía mil secretos, esa caja forrada de un cuero color café oscuro, por fin mostraría sus verdaderos secretos, aunque en más de una ocasión perdió la cuenta y realmente no sabía cuando abrirlo pero decidió esperar al menos una semana más para revelar sus verdades, pero si bien es cierto no sólo eso destruía su mente y le dejaba noches en vela, es suceso de hacía algunos días o semanas le dejaban un temor interno, pues como habían podido colarse a la Mansión resguardada día y noche por soldados y dos sirvientes que eran expertos en el tema sin que nadie notase su presencia para solo incendiar el pequeño columpio de madera de una chica que ni siquiera vivía con ellos... ¿Una advertencia? ¿Una amenaza? ¿Un juego? ¿Una señal? ¿Un ritual?... Un ritual tendría sentido pues las cosas de una chica que se fue fueron quemadas y símbolos tallados en las vigas de madera que habían sobrevivido al fuego... Pero... ¿Por qué? ¿Quién? Su estrés estaba por los cielos, cansada y agobiada que más podía pedir, un respiro como solía hacerlo ya no se lo podía permitir, quién diría que al irse la pequeña draculina traerían tantas consecuencias...
Eron estando siempre al lado de su Ama, le ayudaba en todo lo que ella le permitía pero debía admitir que deseaba hacer más por ella, tal vez por el estrés que sufría o por las semanas enteras que se la pasaba en vela, era una mujer mayor y por ende debía tener menos preocupaciones o situaciones que simplemente le agobiaban. Desgraciadamente Sir Integra no le dejaba hacer nada fuera de sus actividades diarias como servir el té, buscar información, atender algunas ordenes especiales, servir la cena, mantener en orden al ejército y hacer unas cuantas tareas domésticas; le gustaba su trabajo pues siempre habían cosas interesantes por hacer pero si comprendía que en ocasiones los días eran monótonos, aunque algo difícil de realizar todos los días era ignorar al joven Alucard pues a pesar de que sabía que era un comportamiento muy infantil de su parte aún no podía superar el que haya hecho que una chica a quien le tenía un cariño sobrenatural se hubiese marchado, tal vez solo tal vez se había imprimado de la pequeña draculina pero aún no lo tenía claro, Sir Integra le decía lo mismo una y otra vez pero realmente el seguía negando una y otra vez esas palabras o pensamientos, su ser le decía una y mil veces que no... Pero debía ser sincero, no estaba seguro era muy melifluo con ella y con nadie más... Y si quizá... Solo quizá tuviese un sentimiento de protección. Pensamientos que le carcomían la mente sin descanso.
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MIS DEMONIOS (AxS)
FanfictionQuien diría que el simple descuido de uno serian las recompensas del otro. -Y sólo ahora comienzas a culparte de su ausencia, ¿No es así mi querido Alucard? - -¡¡Pagarás!! ¡¡Te juro que pagarás maldito bastardo!! - -La que pagará será ella, pagar...