El árbol de la noche triste

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El coqueteo terminó y los invitados subieron al auto en el que les esperaba aquél hombre de nombre Alex, éste tenía la puerta abierta esperando pacientemente a que estos subieran para poder partir.
Subieron y cada uno tomó su lugar, el chófer cerró la puerta y procedió a subirse al auto para partir, inmediatamente continuaron y el viaje comenzó, la mansión se alejaba al igual que la figura de aquella dama de vestido rojo escotado la cual simplemente tomó la apariencia de una sombra que se deshizo como agua, quedando totalmente como unas bellas vistas que se alejaban.
El viaje sería un poco largo pero durante todo este tiempo se mantuvo un muy desalentador silencio. 

//Hoy usaremos el Pov de Alucard para narrar esta parte, les aviso para que no se pierdan :3//

La noche había culminado de esa manera tan triste, tan peculiar... Él seguía negando rotundamente el hecho que se les había planteado hacía unos momentos pero las pruebas y fotos no mentían, no había manera de poder modificarlas, sin embargo algo dentro de él le decía que había algo muy extraño en todo esto, pero no sabía como demostrarlo, se podría decir que una parte de él se negaba a que era real y la otra estaba en shock por la noticia, sin embargo por el momento debía aceptar que lo hecho, hecho estaba y no había manera de poder cambiarlo.

La noche era bastante tranquila, la luna brillando por lo alto, la fresca brisa surcando los cielos, las estrellas deslumbrado el firmamento, los árboles danzando al ritmo del viento y cientos de pétalos y hojas volando al compás del sonido de los grillos, aunque de fondo se podía escuchar el aullido de advertencia de al menos doce lobos distintos, puesto que el tono de cada uno era diferente, con su aullido no sólo definían su edad sino su puesto en la jauría y hacía evidente la identificación de cada miembro.

-Parece que las bestias andan bastante inquietas... - decía para si mismo, mostrando esa sonrisa de superioridad pero esa mirada llena de ira.

Al ser un Nosfetatu podía escuchar hasta la más mínima hoja quebrarse a miles de kilómetros de distancia como si de sólo unos centímetros se tratase, por lo que podía escuchar como se acercaban cada vez más, se acercaban corriendo a un paso tan veloz, como si  estuvieran intentando atrapar a una presa, aunque algo dentro de él le decía que ellos eran la presa.

-Alucard... Por favor controlate, no quiero que hagas nada, a menos de que ellos comiencen. Aún no estamos listos para iniciar otra guerra. - decía la regente de Hellsing, con ese tono tan serio y firme.

-Como ordene... - comentó aquello con desánimo pues no se creía que le hubiesen apagado la diversión tan pronto.

Los lobos continuaban el recorrido, corrían a unos cuantos metros del coche, intentaban esconderse entre la maleza pero parecía que  estos eran novatos, puesto que el sigilo ni la estrategia se les daba bien, eran tan evidente que los vigilaban, como si estos se hubiesen convertido en una escolta personal. Había que reconocerles algo y era que estos en ningún momento intentaron atacarlos, pues estos siempre mantuvieron una distancia bastante considerable, cosa que de alguna u otra manera se agradecía.
A unos minutos de llegar a la Organización Hellsing, los licántropos que les seguían abandonaron su misión pues en unos segundos estos habían desaparecido de la carrera.

-He de admitir que son bastante persistentes, aunque si tuviese la oportunidad de enfrentarme a uno podría torturarlo hasta sacarle tanta información como necesito--decía esto para sus adentros pues no quería revelar su plan a cierto individuo, pues no sabría si este podría divulgar esa información con otros.

El gran portal de hierro se abría ante el vehículo, dando paso al fin a aquellos cuyo corazón estaba destrozado, la lluvia los acompañaba en su duelo, pues esta azotaba con gran fuerza en el suelo, el viento se había vuelto violento, haciendo que los árboles danzaran de una manera escalofriante y que ese baile se convirtiera en el infierno para las flores, ya que estas eran arrancadas y se alejaban tan rápido de lo que alguna vez había sido su cuerpo. El aullido de los lobos se hacía cada vez más presente, hasta que en un momento se detuvieron, dejando nuevamente el golpeteo del viento contra los cristales y el constante sonido de la lluvia cayendo contra las baldosas.
Una vez llegaron a la entrada de la mansión el joven Alex se bajó de manera inmediata, tomando unos paraguas, para cubrir a los otros tripulantes; este se detuvo fuera de la puerta del auto la cual abrió y se detuvo ahí junto con el paraguas para crear un camino seguro para que estos saliesen.
El joven Alucard salió primero pues  ayudaría a su ama colocando su mano en espera para que esta la tomase y pudiese salir; ella sin ningún retraso la tomó y con mucho  cuidado bajó, pues llevaba la urna en donde se encontraban las cenizas de su mejor amiga, una vez fuera, continuó su camino hasta le puerta de entrada, se notaba hasta en su andar, su caminar era triste, desganado... Decía demasiado de como ella se encontraba. Inmediatamente baja Eron, el cual se aproxima con velocidad a su ama pues este debía abrir para que todos pudiesen entrar.
Alucard sacó como último el maletín que seguía puesto en uno de los asientos, al igual que el de las otras cosas que les habían entregado, por lo que continuó su andar hasta quedar a la par de la regente de Hellsing.

MIS DEMONIOS (AxS) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora