Una Mágica Velada Parte II

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Al llegar al centro del gran túnel creado por árboles pudo observar un columpio similar al que estaba en la mansión Hellsing, era casi el mismo solo cambiaba la madera, el color y los cojines pero era el mismo tipo de lugar, siempre lleno de naturaleza, las dudas estaban comenzando a volver a ser demasiadas, ¿De verdad la drsculina estaba muerta? ¿Él no la cuidó? ¿La habrá mandado lejos? Ya no entendía nada pero una a una las preguntas como iban llegando comanzaban a desaparecer, volvió en sí cuando la chica soltó bruscamente su mano y lo miró de esa forma tan traviesas y coqueta mientras sus manos hacían un gesto de que se acercara y esa mirada le decía para qué, estaba más que listo, sabía a lo que iba y sin dudarlo ni un sólo instante se acercó con paso decidido hasta la chica la cual lo miró con picardia y este respondió con esa maldita sonrisa llena del deseo más bajo y oscuro que a su mente enferma se le ocurría, era una mujer hermosa la que tenía enfrente y hacía años no tenía a una, era momento de gozarlo. La empujó contra la viga de madera del pequeño lugar y en su desesperación y hambre comenzó con el juego, su brazo izquierdo tomó con fuerza la cintura de la chica aprisionandola contra su cuerpo y la viga de madera mientras con su brazo derecho tomaba las muñecas de la chica las cuales estaba levantadas encima de su cabeza y la mantenían inmóvil, el beso fue rudo y con mucho apetito por parte de ambos, lo estaban disfrutando, ese baile entre sus lenguas y esa respiración que se hacían una, el conde si que extrañaba esto de las mujeres.
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En ese instante miles de recuerdos comenzaron a golpear su mente, cientos de muertes que hizo, cientos de personas recriminandole lo que había hecho, obviamente el beso se detuvo y no hizo más que recargarse en las vallas de madera que rodeaban el columpio, su vista se encontraba nublada, miles de voces y gritos en su cabeza pero entre esos gritos una muy tenue voz que se alzaba entre todas, esa voz tan tierna e inocente le pertenecía sólo a una chica que él conocía, la voz tan dulce y confundida de Victoria resonaba por lo alto, entre gritos internos logró callar a todas las voces y ahora la pequeña silueta de la draculina aparecía llorando esas lágrimas cristalinas pidiendo a su maestro que la ayudara.

-Maestro... Maestro, tengo mucho miedo... No sé donde estoy - su voz temblaba y se entrecortaba por los llantos, esas lágrimas cristalinas seguían cayendo por sus mejillas como cascadas.

-¿Recuerdas algo? - se acercó a ella y con ese muy inusual tono de voz amoroso le preguntó.

-Recuerdo una misión, muchos licantropos y después todo negro - su cuerpo no dejaba de temblar y su voz simplemente se detuvo, colocó sus manos en su rostro y lo tapó mientras su llanto continuaba - ¿Yo morí? Maestro ¿morí? - su voz estaba completamente destruida por la tristeza y el miedo.

Por primera vez su risa y mirar egocéntrico y superioritario se habían desvanecido, sólo se acercó un poco más hasta prestarle la mano y ayudarla a levantarse, lo único que ella hizo fue recargar su cabeza en el pecho de su maestro mientras intentaba calmar su llanto. Él intentó consolar a su ya fallecida draculina, ahora entendía porqué su alma vagaba en su inconsciente, ella era parte de él a pesar de no estar juntos. Simplemente siguió acariciando su cabeza y con un tono dulce y tranquilizador, inusual en él, le dijo.

-Descansa mi pequeña draculina, hiciste tu trabajo de cuidar y proteger humanos, es hora de que vayas a dormir que pronto saldrá el sol... - comentó en ese tono tan amable e intentando ser un consuelo para guiar a una paz a su subordinada.

La joven sólo hizo caso completo de las órdenes de su amo y al cerrar sus ojos comenzó a desvanecerse como si sólo de una ilusión se hubiese tratado, comenzó a brillar una luz como si el sol saliera y su mente y cuerpo volvieron a estar en completa paz, recobró la consciencia y al mirar de nuevo se dio cuenta que seguía en el jardín acompañado de aquella chica que se veía preocupada por él, lo tenía recostado en su regazo, ella pasaba suavemente sus manos blancas en la cabellera negra del vampiro mayor mientras sus ojos no dejaban de verlo, se levantó como si nada y al mirarla pudo ver esa preocupación.

MIS DEMONIOS (AxS) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora