El Pasar Del Tiempo

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Lo único que le quedaba de ella eran aquellos recuerdos y deliciosas fantasías, ese dulce sabor y aroma que le recordaban una y otra vez su memoria, su lugar preferido y quizá el triste recuerdo de su voz tan melodiosa, aquella vez que escuchó esa hermosa y armoniosa voz fragmentarse en un grito desgarrador que le imploraba que regresara a pelear, que jamás se rindiese, ese simple grito le hizo regresar al combate y demostrar con gran fuerza e imponencia lo que éste era capaz de hacer. No sabía si comentar lo sucedido a su Ama pues bien sabía que ambas  fueron demasiado unidas y tal vez el decir aquello podría causarle una gran melancolía, era absurdo que por primera vez en esos largos años jamás se había preocupado por alguien más que no fuera él mismo... Hacía ya un tiempo bastante grande que no sentía esa melancolía desmesurada  en su pecho, nunca se había sentido así por alguien ajeno a su existencia, su ser palidecía ante el recuerdo de esa escena tan desagradable que llegaban a su mente una y otra vez, su gesto taciturno pero sus ojos ahora opacos, una vez más estos se encontraban tan translúcidos... Sin ese infierno, sin esa ira... Solo un simple color vacío y oscuro.

-¿Cómo tan pequeña y tonta creatura puede causar tal suplicio en mi ser? - comentó para sí, dejó escapar una bocanada de aire, un suspiro tan profundo que se llevó hasta su alma inexistente, estaba tranquilamente sentado en su trono mirando con desconfianza aquella copa que estaba en su mano, la movía lentamente viendo esa sangre chocar contra el cristal. - Ella no puede estar muerta - pronunció aquello mecánicamente, aún al ver los hechos se negaba a creerlos, estaba cansado y tal vez agobiado pero en esas noches soñar con ella se hacía más frecuente, jamás sintió que algo dentro de él se rompiera pues aquella pequeña y temerosa draculina era parte de él y si moría él lo sabría pero... Temía que aquel joven que se hacía llamar Dezu  hubiese roto el lazo que tenía con la chica policía. Aquello que los unía indefinidamente.

Nunca había sentido tan fastidiosa esa oscuridad, quería salir y verla ahí tonteando y desperdiciando su tiempo, deseaba salir y encontrar esa pequeña torpe en su columpio tiernamente mirando las flores y preguntarse el porqué ya no podía sentir la brisa fría, mirar con ilusión y amor a los pequeños pájaros que estaban acurrucados en sus nidos, verla acariciando y creando coronas con las flores... Por primera vez deseaba volver a ver a esa pequeña e inocente draculina que enternecía el corazón del más oscuro demonio, que lograban apaciguar a cualquier ser con su sola presencia... Le costaba admitir que en alguna ocasión llegó a compararla con la luna, ya que siempre le acompañaba, siempre le era fiel, siempre le calmaba, siempre brillaba,siempre fue transparente ante él... Su fastidio y confusión fue tanta que en un instante se levantó y salió con paso firme dejando caer aquella copa llena de sangre médica, el sonido vacío, un simple cristal roto, su ya muerto corazón le dictaba ir a ese paraíso que amaba la pequeña, no entendía porqué actuaba así sin embargo le importaba poco simplemente tenía el deseo de ir, algo dentro de él le gritaba que fuera inmediatamente al jardín, por primera vez su ser arrogante, infame y petulante fueron callados mientras que aquel actuar humano por primera vez salieron a la luz, sabía perfectamente que eso era raro y que no encontraría a nadie en ese columpio pero que más podía perder sino era su tiempo, quizá nunca actuaba así  o jamás pensó que sería así pero lo haría.

La brisa azotó con fuerza las ventanas y puertas, hacía bailar con furia a los árboles y los pétalos de las flores eran arrancados sin compasión, parecía que la luna estaba molesta, como era de esperarse el Conde no tuvo importancia y siguió su camino una intensa y fuerte tufarada le hizo salir de su ensimismamiento aquél aroma pertenecía a la madera quemándose, se percató inmediatamente de donde provenía el aroma, se detuvo en seco, el paraíso de los sentires humanos ardía ante sus ojos, ese bello lugar ahora desaparecía lentamente y él no hacía nada para pararlo, el aroma del fuego combinado con la fétidez de los lobos y el arder de la ropa de la pequeña junto a ello su esencia y su presencia. Se quedó sin palabras solo admiraba aquel dulce espectáculo de fuego... Se quedó parado, sin palabras y aquel gesto común de él, esa misma sonrisa sarcástica y en su mirada ardía nuevamente el mismo infierno.

MIS DEMONIOS (AxS) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora