29. Favores

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Spending my time, watching the days go by.
Feeling so small, I stare at the wall,
hoping that you think of me too.
I'm spending my time.

Spending my time - Roxette

Toda su familia estaba como loca, y no era para menos. ¡Mortifagos en la copa final de Quidditch! ¡La marca tenebrosa!

Annie le ardía el estomago de solo pensar en Pettigrew, seguro en aquel momento se encontrase ayudándolo, buscando la manera de...

Una nueva obsesión se había formado en ella luego de aquella noche, una especie de sed de venganza. De no haber sido por aquella asquerosa rata, los padres de Harry no hubiesen muerto, Sirius no hubiese ido a Azkaban y lo más importante.... Él habría bebido su poción a tiempo, nada de lo que pasó hubiese sucedido y ella sería feliz.

No podía echarle la culpa a Colagusano, él podría haber reaccionado diferente.

Pero no lo hizo, se recordó mentalmente.

La vuelta al castillo no le resultó tan dura como esperaba, menos luego de las noticias del Torneo de los Tres Magos y los visitantes que esperaría Hogwarts las próximas semanas, como prefecta debía mantener el orgullo intachable de su casa y controlar que todos los alumnos se comportasen como buenos Gryffindors.

En sus tiempos libres, leía los periódicos desesperada, realizaba la poción matalobos en su habitación, se carteaba habitualmente con Sirius e intentaba planear como buscar a Pettigrew.

Y quien lo acompañaba.

Pequeña leona,
¿Te volviste loca? (Bueno, ahora que lo pienso siempre lo estuviste) Nadie aquí quiere que te lastimes. Algo de todo esto no está nada bien, es extraño. Intentamos buscar en Albania algún indicio de Pettigrew ya que se comentaba que el Innombrable estaba por aquí, pero no hemos encontrado nada. Volveré cerca, necesito estar por si a mi ahijado le sucede algo, todo esto de su nombre en el Cáliz de Fuego me parece extraño. Me encanta que seas mis ojos y mis oídos en el castillo, vigila de cerca a Harry.

Dejando de hablar de mi, sé que me pediste no saber de Lunático y él también había pedido lo mismo, pero sin querer se me escapó al contarle lo del mundial. Me pidió que te diga que no hagas nada alocado por tu salud, y que si eso no te alcanza, lo hagas por él, también deberías saber que como siempre todos lo meses agradece por tus pociones, pero como habíamos acordado no mencionarlo. No me pareció adecuado.

Saludos, tu amigo,
Canuto.

Releyó la carta veinte veces hecha un mar de lágrimas. Aquel hombre no podía ser tan cínico.

A lo mejor Aquiles tenía razón y...

No te dejes engañar por una estupida carta Anastasia, su consciencia la serenaba para no abandonar el castillo e irse corriendo a buscarlos, tomarlo en sus brazos y besarlo.

Annie, no quería que Harry participase del torneo, al principio le había parecido un orgullo tener a alguien de su casa representando al colegio pero luego de ver aquellos dragones escondidos en el bosque se asustó. Él era chico de catorce años. Intentaba vigilarlo lo máximo que podía, a pedido de su amigo y notó extrañamente que también el profesor Moody cuidaba demasiado la espalda de Harry.

Los de séptimo, su curso, no tenían demasiado tiempo para dedicarse a socializar con los chicos de Durmstrang o las guapas francesas de Beauxbatons por culpa de los EXTASIS. Annie debía entrar al ministerio sea como sea, debía ser auror y debía matar a Pettigrew con sus propias manos.

Su corazón aquellos meses se había llenado de rencor y odio, el cual descargaba por las noches llorando contra su almohada, porque el resto no merecía su maltrato. También disfrutaba asistir a las clases de Snape solo para amedrentarlo, no le importaba reprobar pociones, ese verano se había hecho experta en ellas. El profesor nunca le había dirigido demasiada atención para ser de Gryffindor, pero ahora el odio era mutuo. Y Annie disfrutaba ser sarcástica con él.

-Ya basta Lowe, a la oficina del director –le espetó con sus aires de superioridad.

No se olvidaba como lo había traicionado y no se lo perdonaría nunca. No le importaba si ya Remus ni siquiera la recordaba, no iba a permitir que nadie, incluido Snape, le faltase el respeto.

-Yo solo dije que sus cabellos necesitaban un buen baño, profesor Snape –salió dejando al aula partida de la risa.

Subió hasta la gárgola, pronunció la contraseña y subió. Era extraño, la tercera vez que visitaba el despacho de Dumbledore y había alumnos que habían egresado sin conocer aquella extraña estancia.

-Oh, la rebelde Anastasia –al parecer Albus parecía divertido de la situación, cuando ella le contó todo –no puedo culparte querida, defenderlo está en tu naturaleza.

Annie miró hacia un punto fijo en la pared, sabiendo que Dumbledore era consciente de aquella anomalía que tenía.

Y ahora ella también, en el verano se había dedicado a investigar a fondo la cuestión de su marca y los hombres lobo para convencerse mas de lo mismo.

Nunca podría dejar ir a Remus.

-No te vi por el bosque desde que hemos llegado. La vista desde mi balcón hacia los jardines es exquisita...

-Con tanta gente en Hogwarts no me pareció adecuado –mintió.

-Ya veo –dijo comprendiendo él, sabía que si había algo que Annie no estaba siendo ese año era prudente –déjame aconsejarte sobre algo...

-Si es sobre el profesor Lupin, preferiría que no señor –dijo educada pero cortante.

Si alguien merecía todo su respeto, ese era claro, Albus Dumbledore.

-No, no me metería en una cuestión tan intima, pero si profunda querida Annie –ella lo miró sin entender –noto que desde que has llegado estas cegada, te estas convirtiendo en una persona llena de venganza... –aquello no era del todo mentira, pensó –pero es un sentimiento que nadie le hace bien. Hay que hacer lo correcto, si tenemos la necesidad de hacerlo, pero hacerlo por deseo de venganza, es igual de terrible que cometer los peores actos. No hay que dejar que nos nuble el orgullo, podemos perdernos las mejores cosas por él.

Ella asintió en silencio, sopesando las palabras de aquel hombre tan sabio.

-Por otro lado, fue conveniente que el profesor te haya enviado a mi despacho hoy. Veras Annie, tengo que pedirte un favor secreto, pero confío en ti. Sé que eres buena guardándolos –ella sintió una puntada de orgullo al saber que un hombre tan importante como Dumbledore la tenía en cuenta para aquello –unos amigos están refugiándose no muy lejos de aquí, y necesito que les lleves unos paquetes por mi, este viernes por la noche. Como el sábado será la segunda prueba (y entre nosotros, será en el lago), lo mas cauteloso sería que no regreses  hasta el domingo por la noche.

-Lo que sea, profesor.

-Esta de mas decirte que cuento con la leona y no con la alumna para esta tarea, si lo hiciese yo mismo con tanta gente del ministerio revoloteando, podrían levantarse algunas sospechas.

-Si profesor, lo imaginaba –el se paró y ella lo imitó –supongo que lo veré el viernes por la noche para buscar el paquete.

-No querida, el paquete te esperará en tu habitación. Luego volveremos a encontrarnos, asegúrate de ser lo suficientemente impertinente con Snape así te envía aquí mas seguido, siempre es bueno charlar con el clon femenino de Alistair Lowe.

Ella sonrió mientras se marchaba. Dumbledore era un gran hombre.

Out Of The Woods - Remus LupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora