47. Cruciatus

3.4K 325 81
                                    

After all you put me through,
You think I'd despise you,
But in the end I wanna thank you,
Cause you've made me that much stronger

Fighter - Christina Aguilera

Nunca había imaginado que estar casada y tener hijos podía ser tan mágico. Toda la vida había creído que la gente lo hacía por la cuestión natural de reproducirse y asentarse en el mundo.

Estaba completamente equivocada. Al menos, en su caso.

La casa de la familia Lupin era bastante mas pequeña que la Residencia Lowe, pero únicamente porque Alistair sabía que a su hija y su esposo no le gustaban las cosas demasiado llamativas.

Su nuevo hogar parecía un pequeño castillo en miniatura, cosa que a Annie le encantaba. La mayor parte de construcción era de piedra maciza, antigua, y por las afueras estaba rodeada por una bonita hiedra, que cubría casi toda la casa, salvo por las ventanas. Por dentro, las arcadas y los techos altos le daban la sensación de estar en Hogwarts, agradeció que su madre le prestara por tiempo indefinido a su elfa Frida, para ayudarla a instalarse, aunque en realidad, no había mucho por hacer. Aquiles, que era el que mejor conocía el gusto de su hermana, se había ocupado del interior y de los muebles.

Remus no se sentía aún del todo cómodo, le hubiese gustado poder darle a Annie una casa él, pero agradeció inmensamente el gesto de su suegro. Era la primera vez que tenía un estudio propio, una casa con una sala de estar tan acogedora y una habitación tan grande para compartir con su esposa.

Lyall y Rosie estaban maravillados descubriendo su nuevo hogar, el cual recibieron dando sus primeros pasos.

-Papá –balbuceó Rosie esa tarde mientras se colgaba del pantalón de Remus.

Este la alzó en brazos y la hizo girar en el aire, al tiempo que terminaba de revolver la salsa que había estado preparando.

-¿Tienes hambre, cielo?

Ella estiró su mano hacia la olla en la que cocinaba su padre en modo de respuesta.

-Señor, ¿Quiere que continue yo? –se asomó tímidamente la elfina.

-Oh, me harías un gran favor Frida, iré a avisarles a Annie y a Lyall que la cena estará lista.

Subió las escaleras con su hija en brazos y se dirigió a la habitación donde creía que estaba su esposa.

Pero no la encontró allí y se asustó.

-¡Annie! –chilló desesperado.

-Remus... –ella se asomó con gesto pálido mientras veía como ponía a su hijo en la cuna –mis padres están viniendo, tenemos que irnos, no hay tiempo que perder...

-¿Qué...?

Ella le tendió la nota.

Harry y los chicos están en el departamento de Misterios.
No hay tiempo que perder.

Canuto

-Mis padres no me dejarán ir, pero no les daremos tiempo, alguien necesita quedarse con los niños...

-Annie, no, si algo te sucede yo...

-Ya hemos hablado de esto, Remus –ella sonó nerviosa e impaciente.

Deseaba verlo, aturdirlo y hasta quizás torturarlo. Estaba deseando cruzarse a Lucius Malfoy aquella noche. Sabía que los mortifagos no perderían tan espléndida oportunidad para intentar capturar a Harry. El odio se apoderó de su cuerpo, quería proporcionarle el doble de dolor que este le había causado.

Apenas llegaron Alistair y Rosalie, se marcharon sin darles demasiadas explicaciones, muy a pesar de Remus.

Se aparecieron en Grimmauld Place, Moody, Kingsley y Tonks intentaban contener a Sirius esperando que el resto llegase.

-¡No hay tiempo que perder! ¡Lunatico! ¡Annie! ¡Tenemos que irnos!

-Tenemos que esperar que los demás lleguen, Sirius  –habló la metamorfomaga y lo único que logró fue que aquella sensación sobre Annie se intensificara.

-No hay tiempo que perder, Harry corre peligro –sentenció Annie y buscó con la mirada el apoyo de Sirius.

Este sonrió aliviado.

-Lowe, no creo que estés capacitada para ... –comenzó a decirle Moody.

-No me interesa lo que opines Ojoloco, yo me largo –su marido la miró con sigilo y Sirius se posicionó a su lado –los niños están en peligro, ¿Esperaremos hasta que alguno salga herido?

Pegó media vuelta con Sirius corriendo a su lado, que le sonrió.

-Tienes tantas ganas de pelear como yo –adivinó.

-Si no aturdes al menos a tres, dejarás de ser mi ídolo –la adrenalina comenzó a correr por sus venas.

Volteó y vió que la seguía, Remus la miraba con preocupación pero decidido a seguirla hasta el fin del mundo.

Llegaron justo a tiempo, Annie vio de reojo a Hermione desmayada, a la pequeña Weasley le sangraba un tobillo, Longbottom tenía la nariz rota y una rubia que no conocía de nombre pero había visto en el colegio parecía noqueada.

Se dispuso a pelear cuando vio a su marido en pleno duelo con Dolohov, comenzó a correr disparando maldiciones en todas las direcciones.

-La pequeña Lowe –un mortifago rubio se presentó delante de ella.

Esquivó un chorro de luces rojas provenientes de la varita de aquel mago mientras comenzaba a atacarlo, este apenas podía defenderse, sorprendido de la habilidad de aquella jovencita.

Terminó desarmando a Avery y dejándolo en el suelo desmayado. Vio de reojo a Harry como junto con Neville intentaban mantener a sus amigos a salvo, ocasionalmente defendiéndose de algún ataque de los mortifagos.

Salvó a Harry de algún que otro maleficio y vio perifericamente como Sirius hacia lo mismo con Bellatrix Lestrange, que no hacía otra cosa que provocarlo.

Intentó acercarse para ayudarlo, nada deseaba mas que ganarle a la seguidora mas ferviente de Voldermort cuando se lo cruzó atravesando el campo de batalla.

Reconocería aquella cabellera plateada en cualquier lado. Su corazón comenzó a bombear con fuerza y por un segundo se olvidó donde estaba, y a quien tenía que defender.

Malfoy intentaba mantener a raya a los mortifagos a su cargo, no se dio cuenta que alguien lo acechaba por detrás.

Crucio! –soltó ella con satisfacción viendo como su secuestrador se retorcía en el suelo del dolor chillando –¡Tanto tiempo sin vernos, Malfoy!

Respiró hondo disfrutando de cada instante de aquel momento, no le importó estar lanzando maleficios imperdonables, no le importaba si el ministerio la descubría atacando a uno de sus miembros mas preciados, no le importaba si llegaba Voldemort y la mataba.

Estaba disfrutando con cada parte de su ser, cada sacudida que aquel hombre pegaba en el suelo.

-Cuando haya acabado contigo –comenzó a escupir –seguiré con tu hijo Malfoy, ¿Me oíste?

Dolohov intentó aturdirla pero su marido se lo impidió, lanzando un contrahechizo que lo tumbó en el suelo.

-Annie –su marido tomó su mano con dulzura mientras ella continuaba torturando a su captor –esta no es la manera...

Ella cortó contacto visual con Malfoy y miró a los ojos al hombre que amaba, dandole tiempo a Lucius para escapar.
En seguida lo comprendió, ella no era así.

Out Of The Woods - Remus LupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora