55. Sudafrica

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Todo lo que diga está de más
las luces siempre encienden en el alma
y cuando me pierdo en la ciudad
vos ya sabes comprender
es solo un rato no más
tendría que llorar o salir a matar
te vi, te vi, te vi
yo no buscaba a nadie y te vi
te vi

Un vestido y un amor - Fito Paez

Pese a las muchas excusas de Annie, la familia Lowe y su marido se habían empeñado en convencerlas de pasar aquellas fiestas con Apolo y su familia.

No pudo ofrecer mucha resistencia, ya que conocer a su sobrina le resultaba lo bastante tentador. 

Llegaron a Ciudad del Cabo en pleno diciembre, pero para sorpresa de Remus, allí hacía un calor sofocante.

-Te lo dije que todas esas túnicas no serían necesarias –le dijo su mujer sosteniendo a su hijo mas pequeño en brazos.

Arrastró la maleta encantada por todo el aeropuerto, sorprendiéndose aún de la habilidad y organización de aquellos muggles. Al salir el sol le dió de lleno en la cara y tuvo que entrecerrar los ojos, pero un grito a su lado le hizo pegar un salto.

-¡Apolo! –chilló su mujer mientras corría a los brazos del rubio que los esperaba apoyado en un auto.

-Este debe ser el pequeño Ally –lo tomó el sus brazos y el bebé lo miró serio, no sabían si era casualidad o que, pero había heredado el mismo carácter que Moody –Woah, creo que todavia no me reconoce...

-No le gustan las barbas –comentó su hermana abrazándolo y mirando con ternura a su hijo –¡Tendrás que afeitarte tío Apolo!

El resto de la familia lo saludó con un poco menos de efusividad que Annie, Remus no se cansaba de comprobar lo extremadamente cariñosa que era su mujer.

Viajaron todos en diferentes autos,  tenían uno para ellos solos y Remus observó por primera vez manejar a Annie.

-No sabía que tenías licencia de conducir muggle –admitió asombrado sosteniendo a Alastor en brazos. Lyall y Rosie viajaban en la parte trasera refunfuñando porque debían ir atados con los cinturones de seguridad.

Ella le guiñó un ojo a su marido al apretar el acelerador a fondo.

No le pareció para nada gracioso ver como Apolo, que llevaba a sus suegros en un auto y Alec que viajaba en otro con Aquiles y su prometida Florence, competían en el medio de la autopista para ver quien llegaba primero.

-Apolo se cree que haciendo luces logrará distraerme...

Aceleró aún más y Remus preparó su varita, nervioso. Miró de reojo la expresión de su mujer, que miraba al espejo retrovisor divertida al ver como tomaba la delantera de sus hermanos.

-Alec, en serio, no es gracioso... ya, maduren, no pueden jugar a las carreras muggles como si tuviesemos cinco años... –dijo Aquiles bajándose del auto veinte minutos después.

Entraron a la pequeña casa de Apolo, que mas bien parecía una especie de choza africana, y Remus se preguntó como entrarían todos allí.

Suspiró con tranquilidad al cruzar el umbral de la puerta y ver que un enorme recibidor se presentó frente a ellos. Debía suponerlo, la casa estaba encantada.

Annie llevó tomados de las manos a sus hijos mayores hacia donde se encontraba su cuñada con una pequeña bebé de piel oscura entre sus brazos.

-¡Rosie, Lyall, esta es su prima Allegra! –la observó y su sobrina sonrió.

Remus nunca creyó que podía pasar un año nuevo con tanto calor, su esposa se había puesto un corto vestido blanco y había improvisado un rodete que deseaba arrancárselo y soltarle el pelo, y hacerle el amor hasta que fuese medianoche.

Sarah, Annie y Florence estaban camino a hacerse grandes amigas, sabía por su mejor amigo que su hermana era una buena chica, aún así tenía algo con Aquiles. Era su hermano sentimentalmente mas vulnerable, no quería verlo sufrir otra vez. Pero verlo sonreír otra vez, y sonreír de verdad, era suficiente para que aceptara a Florence con los brazos abiertos.

La cena transcurrió igual que navidad al aire libre iluminados por la luna y las estrellas. Remus recién se estaba recuperando de su reciente transformación, todos entenderían porque estaba un poco mas apagado de lo habitual.

Pero aún así, la felicidad parecía ser el patrón principal en su vida. Había conocido con ella cosas que ni siquiera imaginaba de su existencia, amaba la simpleza de su relación y lo natural que todo era, aún considerando las abismales diferencias entre los dos.

El calor que irradiaba a la mañana ente sus sábanas, cuando le cocinaba sus pasteles de chocolate que sabía que le encantaban, caminar tomado de su mano, ver como amamantaba al pequeño Alastor, como canturreaba a coro con Rosie o jugaba con Lyall. Todo lo que Annie hacia, lo hacia de una manera especial a sus ojos.

El collar de su esposa brillaba particularmente aquella noche, en la calurosa noche africana. Recibieron 1998 con las copas en alto, brindando por una nueva esperanza, por la caída de Voldemort.

-No puedo creerlo –le dijo su esposo acostándose a su lado, en una de las tantas habitaciones de la casa de su hermano.

-¿Qué cosa? –susurró ella al ver que Alastor se había removido en su cuna por el sonido.

-Este año se cumplirán cinco años de que te conocí –se miraron a los ojos tirados en la cama –y míranos ahora...

-¿Viejos y llenos de hijos? –él rodó los ojos aunque amaba el humor de su esposa –Lo sé, quien lo diría, que el profesor y la alumna...

-Y su mejor alumna –la corrigió él, abrazándola.

-Me haces tan bien Remus, incluso entre tanta desdicha que estamos viviendo... Tu eres mi cable a tierra... 

Buscó sus labios con ternura, nada le tentaba más que recibir el nuevo año en sus brazos.

Chispas de pasión adornaron la habitación esa calurosa noche.

——

En honor a LariiTroncoso tati_delupinprince tati_delupinprince15

Out Of The Woods - Remus LupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora