Capitulo 1

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  Era una tarde nublada, había pensado que lo mejor que podría hacer en ese momento era empacar mis cosas para estar lista para la mudanza. Todas las cajas estaban marcadas con el mismo nombre, Lena , seguido de una estrella.
  

Desde hace unos meses mi madre había decidido que lo mejor sería mudarnos con mi nuevo padrastro a la ciudad, de esta forma podría seguir con mis estudios universitarios, no me sentía tan cómoda con esta idea, puesto que ya teníamos una universidad en el lugar, no tenía muchas ganas de ir con ellos, mi padrastro no era alguien que consideraría buena persona. Siempre discutíamos, le molestaba que exista, lo cual era mutuo por mi parte. De alguna forma logró convencer a mi madre, como ventaja podría visitar a mi padre allá, y tal vez fortalecer más nuestra relación.

  Luego de empacar unos cuantos recuerdos, y resvistas que consideré importantes, decidí recostarme en mi cama para ver Netflix. Había empezado a seguir una serie que comencé hace unos años, Vikingos. Me encantaba, aunque mi mejor amiga diga que era "sólo porno medieval".
  Siempre me interesó la cultura nórdica, desde su mitología hasta su forma de vivir, y el rol de la mujer en esa sociedad tan antigua. El cual era muy bueno.
   Por mi parte, me consideraba "débil", era consiente que no sería como Lathgertha si viviera en  ese tiempo.
 

 Otra razón por la que seguía la serie eran los chicos. Tengo que ser sincera conmigo misma, Björn estaba que se partía solo, al igual que Ragnar y Rollo. Pero había un personaje que me enloquecía, su nombre era Ivar el deshuesado. Me atraían sus fuerzas para superarse, y comprendía sus angustias y miedos, simplemente hermoso. No me importa si no puede caminar.

  Tras ver algunos capítulos, dejo mi teléfono celular a un lado, estaba cansada de mirar la pantalla, y mi postura sedentaria me dio ganas de estirar las piernas y tomar aire fresco.
  

  Me levanté de la cama, luego tomé mi sudadera gris, y me dirigí al primer piso. Bajé las escaleras en modo zombie, pensativa por lo ocurrido en la serie. Pero mis pensamientos de angustia por la mudanza y mi padrastro, se colaron en mi mente.

  Busqué las llaves de la puerta trasera, y abrí esta para salir al jardín. Estaba atardeciendo, las nubes formaban un lindo paisaje, junto con los rayos del sol; digno de ser retratado.
  

  Luego de admirar el horizonte por unos minutos, decidí atravesar el alambrado que separaba mi casa, de un pequeño bosque. Al otro lado, a unos siete metros del límite de mi casa, se encontraba un sendero, era utilizado comúnmente por las personas del lugar, en especial para aquellos que corren cada mañana.

  Comencé a seguir el camino, el cual rodeaba a la ciudad. Me encontraba sumida en mis pensamientos, casi no notaba las pequeñas gotas de lluvia que comenzaban a caer. De un momento a otro la temperatura comenzó a bajar, y la sudadera que había tomado no era suficiente para abrigarme, por eso decidí caminar de vuelta. Giré sobre mis pies, dando así media vuelta, y comencé a caminar hacia mi punto de inicio.
  

Hasta que paré en seco, me había percatado que el camino no era el mismo, ya no podía visualizar las señalizaciones del lugar, la tierra era diferente y los árboles también.

  Por un momento se me cruzó en la cabeza la idea de haber tomado otro camino, pero aquel sendero era un circuito de doble sentido simple. Era imposible.
  

La temperatura era aún mas baja, el viento se volvió insoportable, pero era lo de menos. Mientras había parado para dar media vuelta y volver a casa, la lluvia había empeorado a tal punto que en este momento estaba empapada.

  Mi parte razonable del cerebro me decía que estaba perdida, y debía buscar ayuda, pero otra parte de mi me decía que debía seguir el camino, de todas formas algo iba a encontrar, ya sea mi casa o no.
  

Caminaba a paso firme, con la mirada fija en el suelo, iba con los brazos cruzados, pegados al pecho para mantener algo de calor. Usar jeans en plena lluvia era lo peor que me podría haber pasado.

  Tras varios minutos de una caminata agotadora, comencé a escuchar voces e instintivamente levanté mi mirada hacia el lugar de procedencia; mi mandíbula casi se cae de mi cara. No podía creerlo. Justo en frente mío pude divisar una aldea bastante extraña. Empecemos por la parte en que era una Aldea; las personas vestían raro, las mujeres llevaban vestidos y trapos, y los hombres eran robustos y cubiertos de pieles y cueros. Las casas eran similares a las de la serie de vikingos. Al percatarme de que parecía estar en una representación de la época de nórdicos medievales, casi salto y grito de la emoción. Al parecer no había otros visitantes como yo, tal vez no estaba abierto al público aún.

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