Capítulo 18

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  Definitivamente me habían tomado por sorpresa. No esperaba un regalo de tal envergadura. No podía sacar de mi mente aquel momento; cuando Eniarth empezó a acercarse, saliendo por detrás de su amiga. Su sonrisa, que claramente ocultaba algo, se hacía más amplia. Tenía detrás de ella, el regalo que iba a darme. Una espada de tamaño mediano, de aproximadamente cuarenta y cinco centímetros. Se notaba que tenía una estructura sólida, el metal había sido trabajado meticulosamente, pues notaba pequeños dibujos en la parte trasera de la hoja. 

  Cuando Eniarth me extendió el arma, por unos segundos vacilé, no me sentía totalmente segura de aceptar tal regalo, sentía que no me lo merecía; pero tampoco era capaz de negarme. Agarré la espada por la empuñadura, y la balanceé ligeramente en mi mano derecha. Su peso era perfecto para mi, parecía hecha a la medida, y era probable que así fuera.

  No podía dejar de recorrer la espada con mis dedos, sintiendo cada pequeño detalle. Era consiente de que debía agradecer en ese momento, simplemente tomar el regalo no era todo lo que debía hacer.

  -Eniarth.. no sé que decir- Dirigí mi mirada hacia ella, pude notar su felicidad, no sabía como agradecerle.

  -No es necesario que digas nada, ¿Te ha gustado?- Entornó sus grises ojos de la espada a mi.

  -Claro que si, no sé cómo voy a agradecértelo Eniarth.- Le sonrío ampliamente, tenía muchas ganas de abrazarla, pero sabía que ella no era de ese tipo de personas,por lo que me contuve.

  -Considerarlo como una paga de estos últimos meses.- Me guiña un ojo, y luego comienza a hablar con su amiga, mientras tanto, yo me entretuve con mi nuevo presente. No dejaba de ver la parte de la empuñadura, las pequeñas formas de lineas curvas. 

  En uno de los lados de la hoja estaba mi nombre, lo reconocí fácilmente, aunque, por el lado reverso de la hoja, noté que estaba escrita una frase, no muy larga, pero no pude descifrarla. Lo que me frustró un poco, pero lo minimicé porque sabía que luego se lo preguntaría a Eniarth.

  -Sigrid, es hora de irnos.- Eniarth me llamó, luego agregó: "Asther nos acompañará hoy."

  Le sonreí de manera en que le transmitía mi aprobación, Asther parecía ser una buena mujer, amable, y lo mejor de todo, no me hacía muchas preguntas. 

  Ahora que sabía su nombre, dejó de ser tan misteriosa, por lo poco que escuchaba de la conversación entre ambas, ella se dedicaba a probar y vender armas. Su esposo era herrero, por lo que él las hacía. Eso tenía sentido, era probable que hayan llegado a un acuerdo. También me puse a pensar que, para poder hacer una espada de este estilo, se requería tiempo, por lo que este regalo no fue una decisión tomada hace pocos días.

  -Bueno, dime Sigrid, ¿Eniarth todavía es capaz de dar pelea?- La voz de Asther me sacó de mi mundo, pero aún así capté la pregunta rápidamente.

  -Muy rara vez logro ganarle.- 

  -No seas modesta.- Dijo Eniarth.- Por mucho que me cueste admitir, creo que deberías buscarte a alguien que te enseñe en otro nivel, no te doy tanta pelea como antes.- Asther la miró sorprendida, y luego su mirada volvió hacia mi.

  -¿Es cierto? Porque si lo es, eso te hace muy prometedora.-

  -Gracias..- Iba a agregar algo más pero Eniarth comenzó a hablar.

  -Tal vez lo sea, pero por obvias razones, me opondré a que ejerza.- Lo dijo tan firmemente que no me atreví a contradecirla. Aunque de todas formas no iba a hacerlo, la entendía, ella tenía sus razones para que yo no me involucre en algún tipo de conflicto, y estaba de acuerdo con eso.

  Asther notó en que sentido iba, y decidió disculparse con Eniarth, ésta no le prestó mucha atención, luego comenzaron a hablar sobre personas que no conocía, y automáticamente volví a mi mundo.

  No podía creer que me había cruzado con Margrethe, parecía mucho más simpática de lo que mostraba la serie, me caía mejor en persona, pero sus acciones no eran actitudes ni convicciones de las que estuviera a favor. Me pregunto si la volveré a cruzar, fue agradable hablar con una chica de mi edad.

  

  

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