Capítulo 14

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  -Sigrid, necesito saber qué nos ampara el futuro, en especial con la cosecha. Por lo que esta tarde iré a visitar al vidente, si quieres ir también, puedes acompañarme.- Eniarth tomó un trago largo de su desayuno, y esperó a mi respuesta. 

  Medité su proposición por un momento, tal vez ver al vidente me de las respuestas que necesito, es probable que me ayude a volver a casa. De lo contrario no habría perdido nada.

  -Claro que te acompaño, va a ser divertido- Tomé un sorbo de mi té de hierbas, y miré atentamente a Eniarth, quien sonrió debido a mi respuesta.

  -Debes estar arreglada, déjame encargarme de tu peinado.- 

  -¿Qué tiene de malo mi pelo?- Por acto de reflejo, mi mano derecha se dirige a el mechón que caía en frente.

  - Siempre andas despeinada, y como hoy iremos a ver a alguien importante, debes estar presentable- Dicho esto, suelta una pequeña risa, se notaba que le divertía molestarme.

   -¡Oye! Hago lo que puedo, pero mi pelo es salvaje- Me justifico, y actúo como si estuviese ofendida.- Aparte, siempre estoy presentable-

  -Claro, si tu dices- Eniarth se levanta sonriente y se dirige al patio trasero, para ver los animales. Por mi parte, fui a mi habitación para descansar, puesto que hoy me había tomado el día libre, Eniarth estuvo de acuerdo, de todas formas hoy no había mucho que hacer, y la lluvia de la noche anterior se había encargado de la cosecha, o cual representaba el sesenta por ciento del trabajo.

    -Hey! Eniarth!- Elevé la voz para que pudiese escuchar.

  -¿Qué pasa, Sigg?-

  -Dormiré unos minutos, ¿Me despiertas cuando debamos ir?- Tardó en contestar, probablemente se deba a que no lograba escucharme bien.

  -Claro, descansa tranquila.- Apenas escuché su respuesta, me acomodé en la cama para poder conciliar el sueño. El que Eniarth me asegure que iba a despertarme, me dejó tranquila, por lo que dormí rápidamente. 

   Estaba en medio de un oscuro bosque, pero éste no se parecía a los que encontraba al rededor de Kattegat, ni mucho menos a los de mi ciudad. Los árboles eran una especie de pino, cuyas hojas se veían negras, eran mucho mas altos, no alcanzaba ver su final, y apenas podía ver el cielo.

  Estaba consciente de que era un sueño, pero estaba asustada de todas formas. Decidí levantarme, y explorar el lugar, pero al dar el primer paso me di cuenta que el suelo era lodo. No podía dar muchos pasos sin hacer pausas para descansar.

  Alcé mi mirada del suelo, hacia el frente. Sentí como mi corazón se encogía, justo en frente podía ver mi casa. Incluso estaban las siluetas de mi madre y mi padrastro. Noté como mis lágrimas recorrían mi rostro, los extrañaba y realmente quería volver. Ver a mi madre a través de la ventana de mi casa era lo más cercano a tenerla conmigo.

  Mis rodillas cayeron en el absorbente lodo que cubría el suelo de aquel surrealista bosque. Noté como poco a poco iba perdiendo centímetros de altura, intenté llamar a mi casa para que me socorrieran, pero sabía que no escucharían. Me estaba hundiendo, sola.

 Desperté sobresaltada, la angustia todavía podía sentirse en mi garganta. Dirigí mi mirada a la causa de que me despertara, era Eniarth. Estaba apoyada en el marco de la puerta, al parecer me había llamado, pero no lo recuerdo bien.

  -¿Estás bien? Te veo algo agitada.- Su tono mostraba preocupación.

  -Si, solo tuve un mal sueño. - Suspiré con algo de somnolencia, y luego elongué la mayoría de mis músculos, aún dormidos.

   -¿Estás segura?-

  -No te preocupes, Eniarth.- Intenté con mi expresión dar a entender que no iba a hablar al respecto, pero sin herirla u ofenderla.

   Nos preparamos para salir, y aseguramos la puerta por seguridad. El trayecto hacia el vidente fue en completo silencio a excepción de las charlas informativas por parte de Eniarth. Me explicó lo que debía hacer cuando llegásemos, yo sólo atinaba a asentir, o responder con palabras monosílabas. 

  Después de aquel sueño, me sentía alienada en aquel lugar, no es que no quiera estar completamente presente en esta pequeña visita, pero me costaba relacionarme con el ambiente y las personas en el. 

  "Lena, debes encapsular tus emociones por ahora, y ser una buena compañía para Eniarth, se lo merece." 

  Inspiré profundamente y la miré con una auténtica sonrisa, ella dirigió su mirada con la mía, y levantó una ceja con confusión.

  -¿Ahora qué?- Su expresión cambió a una divertida.

  -Nada, solo... gracias por todo Eniarth. No sé que haría si no fuera por ti.- Noté que mi confesión (la cual ya había dicho) la tomó por sorpresa.

  -Me hace feliz poder ayudarte. Eres una joven muy buena.-

  Iba a responderle, pero al llegar al destino, mi voz se apagó automáticamente. La cabaña del vidente estaba decorada con huesos, y extrañas talladuras y runas en madera; por hablar de lo que menos llamaba la atención. Eniarth me hizo señas para que ingresara con ella. Lo hice, no sin antes vacilar, aquel lugar no me inspiraba confianza.

  -Bienvenidas..- Aquella voz era persuasiva u oscura, apenas lo escuche hablar la piel de mi cuerpo se erizó.- Por favor, siéntense.- Mis ojos no se apartaban del vidente, sus extrañas manos, lastimadas y pálidas.

  "No te puedes arrepentir, salir de aquí no es opción."

  

Cambios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora