Capítulo 4

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  Fracaso. Así resumiría esta idea, en un rotundo fracaso. Había caminado incluso más de lo que caminé en un principio. Y nada. Ni siquiera un pozo, como Alicia en el país de las maravillas.

  Había caminado por al menos tres horas, y no tuve resultados. Lo único que encontré fue un cuchillo, o daga, de dudosa procedencia, la cual amagué a tirar. Pero tenía una linda forma, en inscripción; me puse a pensar que si volvía a casa, se la regalaría a mi padre. Estoy segura de que le gustaría.

  Ese último pensamiento fue como un puñal en el corazón. Los extrañaba, a todos, el estar lejos siempre me puso nostálgica, pero ahora era diferente. Realmente estaba fuera de lugar, y de tiempo, y eso me formaba un nudo en la garganta. Sentía mucha angustia, y soledad.

  El trayecto a la casa fue corto. Tal vez lo he percibido de esa forma, debido a que estaba sumida en mis pensamientos, tratando de procesar todo. Seguía sintiendo que todo era irreal. Pero para mis adentros, sabía que era muy real, y eso me perturbaba, porque de ser real, debía procurarme de subsistir en ese entorno. Trabajar, cuidarme del frío, comer todos los días. 

  Solté un suspiro sonoro, no estaba lista para vivir sola, no en esa época. Ni siquiera sabía cazar, o hacer fuego por mis propios medios.

  -Soy un desastre- Dije inconscientemente, y al percatarme de aquello, me aseguré de que nadie estuviera cerca, de lo contrario, me mirarían más raro de lo normal, y eso ya era una carga con la que debía vivir.

  Al ver mi cara, Eniarth suspiró aliviada. Se acercó a mi, me tomó por los hombros y dijo algo que no comprendí, luego me agarró del brazo y me acercó a la mesa del comedor. Había captado el mensaje. "La cena estaba lista"

  Le sonreí, y le di las gracias. Ella me devolvió la sonrisa y luego me corrigió.

- Se dice; "Gracias"- Modulo de forma exagerada, y su expresión me dijo que volviera a repetir esa palabra. 

-Gracias, Eniarth.- Ella asintió, indicándome que mi pronunciación fue buena, y luego, prácticamente me ignoró, estaba totalmente enfocada en su cena. Yo hice lo mismo, me enfoqué en el sabor de  la carne de cerdo, y en las hojas que acompañaban al plato. 

  Luego de terminar, Eniarth me dijo que si pretendía seguir viviendo bajo su techo, debería ayudarla con el ganado, y los campos. Y obviamente dije que lo haría, que era lo mínimo que podría hacer por ella. De todas formas me agradeció. 

  Me despidió, deseándome un buen sueño, y se fue. Yo me quedé un rato en el comedor, pensando. Luego tomé la vela que iluminaba el lugar, y soplé de ella ara apagarla, quedando en una oscuridad total.

  Llegar a lo que ahora sería "mi" habitación, no fue una tarea difícil. Lo complicado fue salir de aquel vestido, en plena oscuridad, con el frío amenazándome contra reloj. Si no me libraba del vestido rápido, me congelaría los pies.

  Me hubiese gustado decir que dormí bien, pero luego de haberme acostado, puede ver por el reflejo de la luna en sus ojos, que tenía un compañero de cuarto; y para mi suerte, era un roedor. Fingir que su presencia no me aterraba, fue algo difícil, pero terminé por conciliar el sueño.

  Desperté sobresaltada debido al repentino ruido de la puerta abriéndose, y terminé por despertarme luego de ver aEniarth, con un delineado bastante llamativo, y lo que parecían unos pantalones de cuero.

  -Hora de desayunar- DijoEniarth, sonriéndome. Yo le devolví la sonrisa, y esperé a que se vaya para poder cambiarme.

  -Hoy comienzo a trabajar, ¿No es así?- Le pregunto, saliendo de mi habitación, ya vestida.Eniarth me sonríe, y asiente. Debo admitir que estaba sorprendida de lo mucho que mejoraba con el lenguaje, o si tenía errores, ella no me los marcaba.

  -Hoy te enseñaré a alimentar a los animales, es algo que deberás hacer todas las mañanas, mientras vivas aquí.- Luego de dar su mensaje, tomó un largo sorbo de su bebida.

   Supuse que era lo mismo que tenía yo en mi vaso. Leche de algún animal. Aunque personalmente, lucía más como grasa con leche. Respiré profundo, y tomé todo el vaso de leche, sabía que si lo hacía lento, probablemente vomitaría.

   -Está bien, ¿Cuándo empezamos?-

  -Ahora- Dijo sonriente. Supuse que no podía ocultar su felicidad, y no estaba segura de si era algo bueno. Tal vez estaba feliz de que la ayudasen, o le divertía la idea de que yo intentara acercarme a los cerdos. -Va a ser divertido-

  Definitivamente se trataba de la segunda opción.

Cambios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora