Capítulo 11

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  Ya había finalizado la mayoría de mis tareas mañaneras. Sólo me quedaba ir al mercado, y comprar algo para cocinar en el almuerzo. Estaba pensando que tal vez podría comprar un porción de carne de cordero. A Eniarth le gusta, y es fácil de cocinar.

  Me dirigí a mi habitación para cambiar mi ropa, ya que traía puesto mis pantalones de trabajo y la remera con la que había llegado a Kattegat. Y no lucían para nada presentables. Ese día, había decidido probarme nuevamente el primer vestido que Eniarth me dio, me quedaba mucho mejor que el primer día. Hacía lucir mis caderas, eso me gustaba.

  Caminé hacia el comedor para así recoger una moneda que parecía estar hecha de bronce, la cual Eniarth había dejado sobre la mesa del comedor, ayer por la noche. Me quedé unos segundos viendo las inscripciones y runas que aparecían en ésta. No pude reconocer ningún símbolo. 

  Cuando me percaté de que estaba perdiendo el tiempo, guardé la moneda en el bolsillo del vestido. Y me dirigí hacia la puerta, trataba de no hacer ruido, y pisar donde el piso de madera era más firme, para evitar el ruido y no despertar a mi hospedante. Antes de irme, tomé una canasta, para traer la compra.

  El mercado estaba a unos cinco minutos de allí. Era un camino divertido de recorrer. No dejaba de mirar de reojo todas las casas, materiales para construcción y diferentes talladuras en madera. A pesar de extrañar mucho mi hogar, me fascinaba poder vivir en esa época.

  Admito que al llegar al mercado, y ver los diferentes puestos de ventas, me sentí perdida. No sabía adónde ir, ni qué comprar.

  "Vamos Lena, no te inhibas, compra lo que necesitas y te vas" Me dije, prácticamente me auto sermoneaba, pero lo necesitaba. Caminé hacia el único puesto que vendía carnes, y compré una pata de cordero. Se veía bien, era fresca. Pagué por ella, y esperé a que el robusto y anciano señor que me atendía, me diese el vuelto.

  Guardé lo comprado en la canasta, y cuando estaba a punto de volver, escuché que alguien me llamaba por el nombre de Sigrid. No volteé, pues no estaba segura de que se refiriesen a mi. Aunque la voz me era familiar. Hice caso omiso, hasta que escuché por segunda vez aquel llamado.

  -¡Sigrid! Espera.- A esa altura, ya había reconocido a la persona que llamaba, era Sigurd. Volteé para saludarlo con un sonrisa.

  -Hola, no te había reconocido.- Me justifiqué.

  -Me acordé de ti apenas te vi y quería saludarte.- Él igual intentó justificarse, y esa acción me divertía. Se veía algo nervioso, pero ocultaba sus inseguridades con una postura estoica.

  -Es lindo de tu parte.-

  -Oye, me dijeron que entrenas, ¿Es eso cierto?-

  -Si...-Hice una pausa, no me sentía cómoda hablando al respecto.- Pero no soy tan buena.-

  -Podríamos entrenar juntos- Propuso rápidamente, como si hubiese esperado mi respuesta para decirlo. -Si quieres.- Su proposición me tomó por sorpresa. ¿Acaso era una buena idea?

  -Algún día de estos, si.- Le respondí, acompañado de una de mis sonrisas. Sigurd me miró a los ojos, y cuando iba a responder a lo dicho, escuché que unas voces masculinas lo llamaron. Su expresión mostraba algo de molestia por la repentina interrupción. Se disculpó y se fue con ellos.

  Miré detrás de su silueta, y divisé a sus hermanos, esperándolo. Reconocí a Ivar, quién me saludó a la distancia, me aseguré de que se dirigía a mi, y le devolví el saludo. Luego de aquel rápido encuentro, di media vuelta y me dirigí a casa.

  No podía borrar de mi memoria aquella sonrisa torcida que tenía Sigurd, la cual lo hacía encantador, ni tampoco podía quitar de mi cabeza aquel saludo de Ivar. El cual estaba sentado en una posición extraña pero... me encantaba. Ambos hermanos tenían un factor atrayente. Está bien, todos lo tenían.

  El camino de vuelta fue lento, había muchas personas circulando fuera del mercado. Pero a fin de cuentas llegué antes de que Eniarth despertara. 

  Comencé a preparar las cosas para cocinar, pero no alcancé a empezar mi labor, puesto que Eniarth nos rescató de una futura intoxicación.

  -Deja, yo me encargo, no te preocupes.- Su tono de voz y su expresión indicaban que no quería lastimar mis sentimientos. Era consciente de mi escasas cualidades culinarias, y no me molesté por su gesto.

  -Gracias a los dioses apareciste. Nos salvaste de que nos envenenara.-Eniarth se rió, y luego me mandó a que descansara, diciendo que me llamaría cuando la comida esté hecha. Prácticamente me obligó a que tomara un descanso, tampoco no tuve oportunidad para oponerme, por lo que me encaminé a la habitación a mi pesar.

  Aproveché ese momento para acomodar mi habitación, y mi ropa. La cual no era mucha, pero prefería tenerla bien doblada y evitar así las arrugas. Barrí el suelo de madera y quité polvo y telarañas. 

  Casi no había reconocido el lugar. Estaba limpio, y bien acomodado, incluso tenía más espacio. Pero limpiar aquel lugar me había ensuciado el cabello. Suspiré con pesadez, y le avisé a Eniarth que saldría afuera. Llevé conmigo el vestido informal como ropa de cambio, y una toalla que Eniarth me había dado para secar mi rostro y pelo.

  Me dirigí a un lugar cercano al río donde había sido atacada. Esta vez me encontraba caminando hacia lo que sería su desembocadura. Un pequeño lago, con aguas cristalinas. Ya había ido a aquel lugar, para bañarme.

  Al llegar a la orilla del lago, tomé asiento en una piedra, y disfruté del paisaje. Definitivamente era un buen lugar para estar. Se notaba que las personas no iban hasta allí a menudo, por lo que era tranquilo y seguro.

  Desarmé la trenza que recogía mis cabello, quedando este con pequeñas ondas. Dejé el sujetador de pelo que usaba sobre la toalla y procedí a quitarme la ropa. Ahora estaba en ropa interior, mi ropa interior. Me sentí completamente libre.

  -Parece que me ganaron de mano.- Escuché una voz a mis espaldas, y maldecí a todos los dioses la suerte que tenía. ¿Acaso no podía tomarme un baño en paz?. 

  -Siento decirlo, pero ya estoy ocupando el lugar.- Respondí.

  Cubrí con mis brazos mis pechos (aunque estuviese usando el sostén), y giré sobre mis talones para ver a mi acompañante. Sea quien fuese, estaba preparada para cualquier situación. 

    -Ya veo.- Al voltear me encontré con una divertida y algo pícara mirada por parte de Ubbe. "Demonios".



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