06. SEX'

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†Ella era el universo y él las estrellas†
-ariacede

*

Este es el momento en el que necesitaba mi cuaderno.

Después de mi encuentro con Rafael, salí como rayo de ahí. Ya tenía de sobra para mi tarea de Teología, solo podía describir exactamente a Rafael y por ahora eso me bastaba. Me sería un poco difícil describir a los otros seis arcángeles.

Llegué sudada y sin aire al edificio, sin querer empujé a varias personas en las escaleras, ganándome un par de miradas molestas en el camino. Dentro de la habitación, Lola estaba viendo Supernatural con un tazón de papitas y una soda del tamaño de mi brazo entre sus piernas; en cuanto notó mi presencia volteó a mirarme, no le sorprendieron mis pintas, y luego se centró otra vez en la serie.

—¿Acaso corriste un maratón? —preguntó metiendo una papita a su boca y apreciando a los actores que estaban en pantalla.

Respiré hondo y tiré mi mochila a la cama. Busqué un cuaderno cualquiera y traté de dibujar a Rafael. Su imagen se había ido de mi memoria, no sabía cómo dibujarlo exactamente como lo vi.

Me sentí bastante mal en ese momento.

—No, solo quería llegar rápido. ¿No ibas a comer con Shawn? —Ella se encogió de hombros y tomó un sorbo de su botella de Coca Cola.

—Si fuimos, pero al llegar se fue al rato con Cam, quién sabe dónde estarán ahora.

Con solamente pensar que Cam le haría a Shawn hacía que ruborizara, aunque no venía al tema, debía despejar mi mente y terminar mi tarea de Teología.

—Está bien, estaré por ahí. Regresó más tarde —dije tomando el cuaderno entre mis manos y saliendo rápidamente de la habitación.

Además de darme el collar, ¿por qué Rafael se apareció? No sabía de donde sacar respuestas. ¿Tendría esto que ver con la historia sobre la chica mitad ángel de las que no hablo la señora Marta?¿Por qué él se le aparecería a una chica tan común como yo?

Caminé hasta el edificio cuatro, cerca de la mini habitación, pero no entré esta vez. Me senté en el césped, casi al inicio del bosque. Todo estaba tan tranquilo, pero del bosque salían ruidos de aves y susurros. Los árboles parecían querer decirme algo que no comprendía.

—Así que Rafael tenía razón. Puedes ver a través del velo. No deberías estar aquí.

Una voz me sacó de mis pensamientos. Un chico de cabello negro estaba de frente a mí, parecía un gigante desde la altura donde yo lo miraba.

—¿Por qué estás sola? —cuestionó. Parecía gentil, me recordaba al ángel que había conocido hace unos minutos.

El collar en mi pecho brilló y él lo miró confundido, asombrado y algo triste, pero luego centró su mirada en mí otra vez.

—Yo... Mis amigos están ocupados. Además, me gusta estar sola por un rato, ¿qué tiene de malo estarlo? —Mi respuesta pareció dejarlo pensativo, él sonrió.

—Tal vez porque hay personas que quieren verte mal o lastimarte, por eso no debes estar sola. —Lleve mi mano a la piedra que me dio Rafael hace poco.

Volvió a mirarlo.

—Nunca estoy del todo sola —susurré, recordando las sombras.

Él sonrió dulcemente y asintió mirando el cielo. Estaba de un color naranja y rosado, debían ser al menos las cinco de la tarde. El sol ya se estaba ocultando y no sería bueno que estuviera fuera cuando anocheciera.

Empíreo (Celestial 1#) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora