—No tomo agua, pero gracias de todas formas —replicó Miguel dejando el vaso que Drew le había ofrecido.
El arcángel había aparecido de la nada, dejándonos un poco sorprendidos a Drew y a mi, quienes estábamos viendo una película en la televisión. Menos mal que Azafeth nos había avisado que vendría, y aunque tal vez estábamos preparados, se me hizo extraño ver al ser celestial sentado en uno de los sofás que se veían diminutos en comparación a su estatura.
Drew se sentó junto a mí, en el sofá, frente a nosotros se encontraba Miguel. No veía sus enormes y majestuosas alas por ninguna parte. Parecía un chico como cualquier otro, pero solo que de su cuerpo parecía desprenderse un rayo de luz que transmitía una santidad inmensa.
Que fascinante.
—Le he visto con un tarro de mantequilla de maní, ¿qué hay de malo con el agua? —pregunté haciendo que Drew me mirara raro.
Sí, no hablabas con un arcángel sobre mantequilla de maní todos los días.
—El hambre es mental, como el dolor y otras cosas. A lo que venía, como saben, el infierno está casi listo para dar su siguiente paso: matarlos –expresó sin emoción alguna.
Drew me miró alzando una ceja, provocando que se viese adorable y a la vez descarado, la combinación perfecta. A puesto, a que eso haría suspirar a muchas chicas.
—No me digas, creí que quería que fuéramos al salón de belleza y tomáramos el té —murmuró Drew secamente, haciendo que Miguel lo mirara. Su mirada se volvió fogosa y pude notar como Drew temblaba ante lo aterrador que se mostró. Carraspeó—. Digo... Si. Claro que lo sabemos.
Miguel no dijo nada y siguió hablando.
—Es muy juguetón y le gustan los trucos, hará lo que sea para que tú y Drew caigan. Y si debe arrasar el mundo para tenerlos, créanme que lo hará. Les quitará lo que más aman.
Tragué saliva e intenté mi nerviosismo no se notará. Por desgracia Drew me miró comprendiendo todo.
—Él es cruel, creo que hemos sido testigos de lo malvado que puede llegar a ser para conseguir lo que desea. No entiendo qué tanto anhelo tiene en matarnos —asentí dándole la razón a mi hermano.
La primera vez que lo había visto sus ojos verdes, tan iguales a los míos, me habían resultado familiares. Su cabello no era tan claro como había imaginado. Tenía toques rojizos, parecidos a los del tono de Samid, y estaba entre ser un cabello rizado y lacio, no como el mío que permanecía la mayoría del tiempo rizado por el frizz.
Toqué nerviosa la trenza que tenía en mi cabeza. No sabía en que momento me la habían hecho, pero presentía que había sido obra de Samid y le agradecía mucho; el frío de Alemania podía provocar que mi cabeza pareciera un nido de pájaros.
Miguel nos miraba a ambos, su cara sin ninguna arruga o manchas parecía iluminar el ambiente. Por otro lado, Drew parecía algo demacrado, cansado y con ganas de comerse un búfalo solo. Y eso que habíamos comido hace unas horas atrás, sin embargo los chicos aún no regresaban y no me atrevía a cocinar algo que a los demás no le gustasen.
Me preguntaba qué haría de comer Cam al regresar.
Era un excelente cocinero.
—Joven Drew, hay peores cosas que la muerte. Lucifer hará lo posible para atraerlos a él, eso es obvio. Ya lo ha hecho dos veces y creo que nada lo detendrá a volver a hacerlo.
–Debemos estar preparados. –Drew me miró, para luego asentir.
—Bueno, creo que es todo. También quería agradecerles por salvarme, aprecio mucho eso y lo mantendré en mente cuando necesiten un favor, jóvenes. Debo regresar —murmuró y desapareció en un destello de luz; dejando el vaso lleno en la mesa frente a nosotros.
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Empíreo (Celestial 1#) ✔
Fantasy༺Libro uno de la saga Celestial༻ «Diana, una joven universitaria como cualquiera otra, con dos mejores amigos un poco locos, empieza a presenciar sucesos que le harán ver que no era para nada ordinaria. No era una chica normal, no era quien creyó se...