07. SEPTEM

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Había salido corriendo de mi cuarto porque iba tarde. Era miércoles y me tocaba Química Avanzada a la primera hora. Al llegar Yoo estaba sentado en nuestro sitio, mientras que el pupitre del profesor aún seguía vacío.

Bueno, si llegaba antes que el profesor no se consideraba llegar tarde. Me había salvado por esta vez.

—Llegas tarde —reprochó Yoo corriéndose de silla, dándome la que daba al pasillo. Me senté y puse mi mochila junto a mis pies.

Suspiré y tomé mi cabello entre mis dedos.Era un tic que tenía, se me había hecho costumbre después de que mi padre, Fred Hale, muriera. No soportaba cuando creía que estaba bien y alguien me decía lo contrario.

—Si, lo sé. No escuche la alarma y para cuando desperté, Lola no estaba.

No debía preocuparme, tal vez se había ido a clase más temprano que yo. Igualmente, no tuvo la gentileza en despertarme antes de irse.

—Bueno, yo estoy aquí desde que amaneció. Son las nueve treinta y el profesor aún no llega —dijo el chico.

Era raro, siempre que llegábamos el profesor ya estaba ahí. No quería creer que algo malo le había pasado. Traté de alejar los pensamientos negativos, eso solo empeoraría las cosas y me haría suposiciones que no eran.

Estaba hablando con Yoo, hasta que minutos vi algo peculiar afuera. Hace un momento el cielo estaba despejado y sin rastro de lluvia, ahora el cielo se había oscurecido y resonaban truenos por todos lados. Sonó la campana, pero nadie quiso salir. Afuera parecía ser una película de terror, y luego vinieron los gritos de los estudiantes llenos de pánico.

Temí lo peor, luego sentí una sensación extraña. La misma que sentía cuando las sombras aparecían: miedo y frialdad, como la primera vez que vi a Belcebú y Leviatan en mi sueño. Y sabía que todo eso solo significaba una cosa: había demonios en el campus.

Mi primer reflejo fue decirles a todos que no salieran hasta que yo volviera.

—Pero ¿y si no regresas? —preguntó Yoo, claramente preocupado.

Los demás en el salón parecían aterrados.

—Sino regreso, pues morí, pero igualmente no salgan. Aunque el mundo se esté cayendo.

Dicho esto, abrí la puerta y saqué mi cabeza para ver qué sucedía. Todo el mundo corría hacia la salida, nadie parecía ir en la otra dirección. Pero eso fue lo que hice, fui contra la marea. Corrí al peligro y rogué que no muriera en el intento de hacer algo para que todos salieran del campus.

Entre empujones y codazos, logre llegar hasta afuera. En el patio que daba hacia el lugar que ahora consideraba sagrado después de ver tantos ángeles, algo lejos, estaba un ser monstruoso. Tenía pies y manos de dragón, en su cabeza había una corona que parecía hecha de plumas. Tenía la piel negra, y unas alas con un par de plumas que a la vez no tenía. Lo peor de todo era que estaba totalmente desnudo.

Es una imagen que será difícil de borrar.

—¡Yo soy Astaroth, estoy buscando a la mocosa niña mitad ángel a la que debo matar!

A ver, esperen un segundo. ¿Quién rayos se puede llamar Astaroth? ¿Acaso los demonios no tenían el don poniendo nombres?

Me eché a reír, un poco desorientada, haciendo que el demonio me mirara furioso.

—¡Tú, se supone que deberías estar muerta después de lo que Leviatán y Belcebú te hicieron!

Escuché que alguien maldecía detrás de mí, y al girarme pude ver que era Cam y Azafeth.

–Hay que alejarlo de aquí, está causando mucho pánico –opinó Cam.

Empíreo (Celestial 1#) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora