29. VIGINTI NOVEM

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Suspiré, chocando mis dedos unos contra otros, queriendo que mi corazón dejase de latir tan deprisa.


—Debes calmarte, estás muy tenso, ¿por qué le mentiste en lo de bajar a cuidarla? —preguntó Uriel mirándome desde el balcón en donde estábamos.

La vista del pueblo era asombrosa desde el Palacio. Cuando tenía tiempo libre entre cada entrenamiento, me sentaba ahí a ver como el sol bajaba y luego me marchaba a mi habitación.

—No lo sé, siento que no la protegeré bien, no lo hice muy bien estando vivo, ahora no creo eso cambie un poco —conteste tirando las hojas que caían del techo por el balcón. —Además estoy bien, sólo algo preocupado.

Uriel asintió mientras veía las hojas que lanzaba, algunas no pasaban del balcón, caían frente a él.

—Tiene a Azafeth —dije encogiendome de hombros.

Podía darme una cachetada mental por haber dicho eso, sabía que aunque Azafeth estuviera con ella, podían haber algunos percances.

—¿Eres tonto o te haces el tonto? —preguntó él rodando los ojos.

No le respondí la obvia pregunta.

—Lucifer cree que se deshizo de ti, pero no es cierto, todos en el Infierno cree que estas muerto. Contigo fuera del camino o sin Azafeth, la pequeña Diana está indefensa —concluyó atrapando una hoja que caía del árbol que estaba sobre nosotros.

—Pero el final se acerca —dije yo mirando las blancas nubes arremolinarse bajo nuestros pies, cubriendo el pueblo. Sinceramente, este balcón estaba demasiado alto.

—Lo sé, tarde o temprano debía suceder. Esto me recuerda a cuando Gabriel y Luzbel eran amigos —susurró sonriendo con tristeza.

—Creí que Gabriel había sido creado después de que lo desterraran —dije yo tirando las hojas, creo que era lo único que no me aburría. Eso y hablar con Uriel.

—No, mucho antes de que lo desterraran, Gabriel fue creado. Luzbel trató de convencer a Gabriel en volverse en contra del Señor, pero no lo logró y por eso fue que se volvió malo, Gabriel no estuvo de su parte. Belfegor sabe la historia completa, que su amistad era tan buena como la misma paz, hasta que lo desterraron.

Sonaba sangriento, aterrador y triste. Era como un amor entre hermanos, Luzbel fue un ángel y, por su codicia y ego ahora reinaba el Infierno.

—¿Crees que por eso quiere destruir a Diana? —pregunté a lo que Uriel suspiró.

—Además de que es una amenaza para ellos, si, supongo que es venganza. Por traición —susurró —, pero ambos me recuerdan a Diana y a ti, eran como hermanos. Se cuidaban ambos la espalda, luchaban juntos y se querían demasiado.

Tragué saliva esperando a que continuara.

—Tal vez él estuvo celoso de Samantha aún cuando había sido desterrado. —Asentí tratando de atar los cabos sueltos.

¿Eso quería decir que Luzbel supo quién era mamá? Necesitaba saber la historia completa.

—La conoció, porque él sabía de todo. —La voz de Gabriel me sobresalto. Uriel se puso de pie rápidamente mirándolo.

—Luzbel fue un gran amigo, uno verdadero, pero el odio de su corazón era más grande que él. Sintió celos de todos, hasta de mí. Y eso que él fue el favorito del Señor, pero era rebelde. Quería su propio trono, quería hacer sufrir a las personas. Quería más poder. Quería ser igual al Señor.

Empíreo (Celestial 1#) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora