20. VIGINTI

1.4K 103 20
                                    

Sucedió algo, eso es seguro. Pero no esperaba entrar en detalles sobre eso, porque era irrelevante en el momento.

Me había despertado sola, en la cama, con un frío infernal. Tenía ropa, lo que era extraño, porque creí que no sabía dónde habían quedado mis prendas ayer. Casi sentí como me sonrojaba y miraba la ventana. Lo único que se me ocurrió fue que todo había sido un sueño, que nada ocurrió anoche, pero sí. Fue real, lo sentía.

Esas caricias habían sido tan reales.

—Buenos días, princesa guerrera, es hora de desayunar —dijo Azafeth entrando al cuarto con una bandeja en sus manos.

Olía a tocino, mermelada y café. Le sonreí y me senté.

—¿Es para mí? —pregunté cuando él se sentó junto a mi. Me regaló una hermosa sonrisa y puso la bandeja sobre mis piernas.

—Sí, Cam me pidió que lo trajera. Como aún no habías despertado... —murmuró mirándome con sus hermosos ojos azules, casi sentí como me sonrojaba.

—Pues, gracias, se ve delicioso. ¿Cómo es que Cam sabe cocinar tan bien?

Cada día me sorprendían más los dotes culinarios de Cam; incluso pensé en que podría abrir su propio restaurante.

—Digamos que cuando no teníamos nada que hacer, Cam salía a la superficie y robaba comida. Ya sabes, como el Infierno es muy caliente, cocinar es fácil —murmuró él restándole importancia.

Esto es algo que no se escucha todos los días.

—Vaya, suena interesante. ¿Cocinaba bien antes? —pregunté y Azafeth hizo una mueca.

—Cocinaba horrible, pero con el tiempo mejoró —respondió robándome un tocino.

No le reclamé eso, porque yo no era como Drew. Si le robabas un poco comida te miraba mal o podía cortarte un dedo, lo típico que haría cualquier persona.

Yo no era cualquier persona, menos con Azafeth.

—A todos nos pasa, yo quemaba el arroz y las papas —dije riendo, Azafeth rio y me sonrió.

Pasó su mano por mi cabello, su mano tibia no hizo que temblara. Ahora que lo pensaba, hacía mucho frío.

—Qué te parece, si vamos a caminar por el pueblo. Solo tú y yo, ¿sí? —preguntó.

Lo observé fijamente y asentí.

—¿A dónde iremos? —pregunté metiendo una tostada cubierta de mermelada a mi boca. Azafeth pasó uno de sus dedos por mi labio, limpiando cualquier rastro de mermelada y migas.

Mi piel se erizo ante su tacto.

—Pues no lo sé, ya pensaremos en algo —dijo sonriéndome.

Santo cielo, si Azafeth seguía así podía declararme un tomate de por vida.

—Tú solo báñate y vístete.

Mis mejillas ardieron.

—Anoche... —Comencé, pero Azafeth me interrumpió. Sonrió y besó mi hombro.

Estúpidas hormonas alborotadas.

—Por favor, dime que no te lastime o te cause algún dolor. Porque si fue así puedes decirle a Drew que me dé una paliza.

Reí entre dientes y mordí un tocino.

—No es necesario, aunque no me hayas lastimado ya le das un motivo para que te dé una paliza —dije tomando un sorbo de café, Azafeth asintió dándome la razón y se dirigió a mi armario.

Empíreo (Celestial 1#) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora