17. SEPTENDECIM

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—Esto se te vería excelente —dijo Reyna enseñándome un vestido, holgado, de color rojo tinto.

¿Quién compraba ropa mientras que un conocido estaba desaparecido? Solo a Reyna se le ocurría eso. Parecía que amaba ir de compras y nadie la haría cambiar de pensar.

Apenas se había ocultado el sol, ella me había pedido que me acompañara a una tienda de ropa que había cerca de la casa del brujo.

—Sí, supongo que sí, pero no tendría dinero para pagarlo —replique tocándolo.

La tela era muy suave y parecía estirarse dependiendo de la forma de tu cuerpo.

—Puf, por favor, no debes preocuparte en eso. Yo pagaré todo —reprochó ella sonriente.

Nunca creí llevarme bien con la tabla, si Lola me viera me mataría en dos segundos y diría que ya no era su mejor amiga. A pesar de que al principio ella no me agradaba, en lo absoluto, ahora podía decir que me estaba cayendo mejor Reyna y tal vez nos volviéramos amigas.

Buenas amigas.

—¿De verdad? —pregunté asombrada tomando el vestido, ella asintió y me empujo hacia los vestidores.

Entré antes de que me respondiera y probé el vestido con cierta duda. No me quedaba grande o apretado, se ceñía bien a mi figura y incluso parecía verme más alta. Con unas sandalias atadas hasta las rodillas apostaba que no se vería nada mal.

Al salir, con el vestido puesto, Reyna me esperaba fuera con unas sandalias que me llegaban hasta donde imaginé. Sonreí al ver que había pensado igual que yo, mientras las tomaba.

—Ya estás lista para la cena —murmuró ella poniendo lo que había elegido en la caja.

Eldric nos había invitado a un nuevo restaurante que había abierto cerca de la tienda en la que estábamos. Reyna inmediatamente me arrastró fuera de la casa y me llevó ahí, para comprar algo presentable, según ella misma, que pudiera ponerme.

Pagó y salimos hacia la casa, otra vez. La cena iba a ser a eso de las siete. Vi en el reloj que apenas y eran las cinco treinta, así que aún faltaba mucho.

Al entrar, vimos a Cam, Samid y Drew sentados en el sofá, mirando el televisor en silencio. Parecían tres niños pequeños que veían sus caricaturas favoritas.

Reyna subió a la segunda planta y yo me senté junto a Drew. Él volteó su mirada hacia mí y me sonrió tiernamente tocando mis rizos.

—¿Qué tal te fue? —preguntó mirando mi vestido.

No me lo había quitado al salir del vestidor, solo me lo había puesto y antes de poder quitármelo Reyna me había sacado a rastras del local.

—Bien, encontré esto. ¿Qué te parece? —pregunté mirando el vestido.

Drew rio suavemente para luego besar mi sien.

—Estás preciosa, como siempre —murmuró.

Note que Cam y Samid parecían absortos en la tele. ¿Quién sabe desde cuando no veían una?

—Deja de hacer incesto, es tu hermana menor, depravado  —le respondió Samid cambiando el canal con el control remoto.

Reí y miré otra vez a Drew.

—¿Ya sabes que te pondrás? —pregunté a lo que él asintió mirándome, señalo un perchero que había junto a la puerta. No lo había visto. Ahí había una camisa y pantalones negros.

Los pasos se escucharon en la escalera. Eldric bajaba con un saco, camisa blanca y pantalón a juego con su saco violeta. Su cabello hacia un increíble contraste con su atuendo, detrás de él apareció Reyna, ya arreglada. Su cabello rojo sangre iba recogido en una especie de vincha hecha de trenzas. Ella me hizo señas para que subiera, suponiendo que me ayudaría con mi cabello.

Empíreo (Celestial 1#) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora