Al día siguiente, en la escuela el tema de conversación fue el vídeo de las noticias. No parecían alterados, pero sí un poco tensos, como si les hubiesen metido un hielo en los pantalones. Hombros tensos, uñas comidas, y con la lengua más suelta de lo normal. Trataban tanto de verse bien, que eran claros que no lo estaban.
Los profesores hicieron todo lo posible para que no se sembrara el pánico. Sin resultados, claro, porque ellos también estaban igual de asustados, aunque trataban de no hacerlo notar. No sería buena idea si las personas en las que depositas tu confianza y bienestar están apunto de tener un ataque de pánico.
Hicieron una reunión indicando qué hacer en caso de emergencia y recordaron el toque de queda. Indicaron que no tenemos que estar asustados y bla, bla, bla. Lo normal en una situación anormal...
Al terminar, Scar y yo fuimos juntas a la cafetería. Tomamos una bandeja y servimos el almuerzo, el director había sido inteligente al hacer de improviso un "día de hamburguesas". El ánimo general subió bastante después del anuncio del almuerzo.
—Ayer las noticias me pusieron los pelos de punta —dijo Scar mientras examinaba una manzana verde —, casi no pude dormir pensando en esa cosa.
—Papá piensa que no es nada, dijo que no le diéramos mucha importancia —tome la hamburguesa con mejor aspecto y la puse en mi bandeja.
—De verdad confío en el Señor R, pero esto es aterrador —dijo ella, haciendo una mueca. Yo solo me encogí de hombros y salimos de la fila.
Caminamos hasta dos mesas unidas donde estaban sentadas varias personas de los equipos femeninos y masculinos de la escuela y algunas animadoras.
Me senté en el extremo de la mesa, enfrente de Jack Scott, el mariscal de campo del equipo de fútbol americano. Habíamos salido un tiempo, pero las cosas no se dieron... además no puedes salir con alguien cuando tu mente está pensando en alguien más. Una lástima, porque no podía negar que era endemoniadamente atractivo, con su cabello negro como la tinta y ojos pardos, y la actitud de una estrella de rock. Y no podía negar tampoco que lo hacía muy bien. Me sonrío cuando me vio, de esas sonrisas que me hacen cuestionar porque demonios había roto con él.
A mi lado estaba Talia Bernard, la animadora en líder, que a diferencia de cómo creen que es, ella es una perita en dulce, dando la vida por los demás, con su hermoso cabello rojo y sus ojos de un verde oscuro, pareciendo casi cafés, con la sonrisa tan radiante que alguna vez haya visto en nadie, bastante delgada, pero atlética y fuerte. Más de una vez le vi estampar un buen golpe a alguien que la hacía enojar.
Scar estaba a un lado de Adam, su novio de hace como tres años y jugador de baloncesto, mejor amigo de Kyllian. Scar y Adam parecían una pareja sacada de una película. Ella con su cabello por los hombros en un corte recto y de color chocolate, ojos oscuros, capaz de sacarle conversación hasta a una roca si la dejaban sola... y ebria, ya habia pasado, había un vídeo de ella discutieno con una piedra porque esta no le responida. Todo lo opuesto a Adam, que su fisico todo lo opuesto a su actitud, con su cabello (más largo de lo que a los vejestorios de profesores les gustaria, por eso la mayoria del tiempo estaba atado) de color miel, ojos azules profundos y sonrisa encantadora, jamas iniciando una conversación por su cuenta, y solo dejaba que Scar hablara por los dos, y él parecia bastante complacido en escucharla. Era del tipo que sonreía solo con el hecho de que ella estaba riendo.
No podía mentir, a primera vista parecen la pareja estereotipada de la zorra y el bully en las películas malas para adolescentes, pero ellos eran tan normales como cualquier otro en todo el instituto.
Todos hablaban de todo, reían, comían y de vez en cuando tiraban unas papas fritas. Lo normal entre adolescentes, a decir verdad. Algunos chismes que eran cuchicheos, y grititos que lanzaban a los "tortolitos" del grupo.
—Escuché que Jacob va a hacer una fiesta el fin de semana —dijo Dave, un chico del equipo de básquet, mostrando su amplia sonrisa con perfectos dientes —. Sus padres tienen que ir a Perú por trabajo o algo así. Es casi obligatorio ir.
—Odio dañar sus planes —fingí lástima, poniendo una mano en mi pecho causando dramatismo—, pero, ¿recuerdan el toque de queda?
—Existen las ventanas —se encogió de hombros Dave, ensanchando la sonrisa, haciendo que sus ojos almendrados y casi negros brillaran con picardia.
—Sería más fácil hackear al Pentágono —dije devolviéndole una sonrisa falsa.
—Oh, vamos linda —insistió Talia tomando mi brazo y sacudiendo un poco —¡Para calmar las aguas! Todos aquí parece que no hubieran dormido en un siglo.
—Vamos, Ro, has hecho cosas peores antes —me guiñó un ojo, Jack. Le enseñé una seña mundialmente vulgar y él solo me tiró un beso sensual. Un escándalo de picardía se alzó en la mesa. Tiraron más papas fritas y silbaron presos del aparente nuevo chisme.
—Haré lo que pueda —dije fingiendo frustración, aunque me estaba aguantando las ganas de sonreír.
—Después de todo, la chica buena es mala –bromeó Connor, también del equipo de fútbol americano.
—Las chicas buenas no existen, mi querido Connor —dije con una felina sonrisa en el rostro —, solo son chicas a las cuales no se les ha descubierto sus delitos.
Todos rieron y siguieron hablando de la fiesta de Jacob. Scarlett no paraba de lanzarme miradas disimuladas del tipo que me iba a sacar la información como un pescador le saca las tripas a un pez.
Debía admitir que mi relación con Jack no fue larga pero sí un poco turbia, era un pésimo novio, pero se le rescataban sus cosas buenas. Y más de una vez me llegó un mensaje de él después de terminar nuestra relación, que contra todas las quejas de Scar, igual respondí. No era tonta, sabía lo que él quería, y yo lo quería también, por eso iba cuando él me llamaba. Pero eso ya había terminado. Pero si un día me sentía lo suficientemente disgustada con mi entorno y un conveniente mensaje de él entraba en mi teléfono, no me hacía responsable si le respondería, aunque esa relación está muerta y enterrada.
Todo siguió normal hasta que sonó la campana que dio por terminado el almuerzo, y después de un bullicio de quejas, todos abandonaron sus mesas para salir de la cafetería y asistir a su próxima clase.
Normalmente la clase de historia es aburrida, pero hoy fue más aburrida de lo normal. La gente estaba tratando de huir lo más rápido posible cuando sonó la campana indicando libertad. Pero cuando fue mi turno de salir por la puerta e ir a la derecha en busca de los libros de mi siguiente clase, unas manos jalaron mi cuerpo a la izquierda.
— ¿Todavía sigues con Jack Scott? ¡¿Estás bromeando?! —me gritó en un susurro. Scarlett era mi persona, ya saben, como mi alma gemela, así que le contaba todo, pero ella sentía repulsión hacia Jack, así que cuando salía con él, omití la parte de enviarle mi ubicación real. Ella creía fielmente que Jack no había nacido para mí, y no se lo discutía. Pero no es que alguna vez haya llorado por él, no tuvimos ese tipo de relación.
—Esa relación ya murió hace tiempo, y lo sabes —dije fijando mi vista en el techo, buscando paciencia en las manchas amarillas por la humedad —... solo que una tiene necesidades —murmure lo último sonando más como un resoplido que como un diálogo —. Jack es un imbécil, solo me escapé una vez. Fue para ese concierto indie al cual no quisiste ir. Él estaba ahí, me vio y pasamos la noche juntos, después fuimos a comer ¡Nada pasó!, por lo menos no ese día.
—Me prometiste que no le volverías a hablar —todo su rostro irradiaba indignación actuada.
—No le escribo, solo le respondo —dije ganándome una mirada glacial de su parte —. Es una zona gris.
—¿Y qué hay de Kyllian?
—¿Qué hay con él?
—No te hagas Ro, él te gusta, mucho antes del imbécil de Jack.
—Sí —admití —, pero no puedo dejar mi vida estancada, porque él nunca hizo nada para hablar conmigo.
—Tú también podrías dar el primer paso y hablarle.
Podría, pero no lo haría. Porque Kyllian nunca había presentado ningún interés en mí, y no quería ser rechazada. Así que ignoraba mis sentimientos por él el tiempo necesario para que algún día, con mucha suerte, solo desaparecieran.
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Atenea
Science FictionSeñales en el cielo. Los días se acortan. La gripe Negra. Larvas que invaden los cuerpos. Cortaron todo contacto. Silencio eterno. Las luces tratan de decirme algo. Quien haya creído que los extraterrestres eran buenos, que se ponían capas y volaban...