26- Un Nuevo Comienzo.

208 20 8
                                        

—¡Robin! —el grito me trajo a la realidad —. ¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve a la enfermería?

—¿Dónde estoy? —fue lo más coherente que pude preguntar. El sol brillaba más de lo normal y mis ojos se demoraron a acostumbrarse a eso.

—Estás muerto, Scott —amenazó entre dientes la primera voz —Vamos, linda.

Ella me ayudó a levantarme. Mi cabeza dolía y mis ojos pesaban. Sentía un cosquilleo en mi oído y sentía un escalofrío por todo el cuerpo.

—¿Qué pasó? —pregunté sobando mi sien.

—Jack Scott —dijo con desprecio soltando un bufido —. Siempre presumiendo. ¡Golpeó tu cabeza con la pelota de fútbol americano! Idiota. Quedaste inconsciente por unos minutos ¡Me diste un buen susto, niña!

¿Jack Scott? Él había muerto, por la gripe negra.

—¿Scarlett? —pregunté, esforzándome para que no sonara temblorosa. Ella hizo un sonido de pregunta con los labios cerrados —, ¿qué día es hoy?

—Tres de marzo —respondió como si fuera lo más obvio del mundo.

Imposible. Era cuatro de octubre. Había empezado el otoño y hacía frío. Frío de verdad, no la brisa fresca de primavera, ¡se suponía que ya tenía diecisiete! Scarlett me sentó en una camilla de la enfermería. Después la enfermera se encargó de revisarme e informarme que llamaría a casa para que descansara, me entregó una compresa fría para que la pusiera en el área roja, y me dio una paletita de dulce que había en su escritorio. Siempre hacía eso, y la señorita Fanny tenía la maravillosa habilidad de saber que sabor de dulce le gustaba a cada paciente, ofreciéndome una azul (que sabía a arándano) a mi y una roja (de sabor a cereza) a Scar. No me había percatado de que la otra camilla también estaba ocupada, con un inconsciente Kyllian demasiado pálido para mi gusto. Un nudo se formó en mi garganta.

—Scar —trate de parecer lo más tranquila posible desviando mis ojos de él a ella, ella alzó las cejas en signo de pregunta —¿Puedes traer mis libros? —puse mi mejor sonrisa de que estaba bien, ella me miró de arriba abajo para después asentir y partir por la puerta.

Pase una mano por mi rostro y jale y cabello hacia atrás, ¿qué estaba pasando? por qué todo se siente tan extraño. Ésta debía ser la sensación que Dom Cobb sentía en Inception. La enfermera se acercó a la camilla donde estaba Kyllian, y no pude evitar morder mi labio por la preocupación.

—¿Qué le sucedió? —pregunte fingiendo desinterés.

—Fatiga —informó la señorita Fanny apretando un poco la bolsa de suero que estaba pegado en el dorso de su mano, luego me miró y me sonrió dulcemente —, estará bien, solo tiene que descansar.

Al poco tiempo entró en la sala Scar y mi tío Hal, hablando casualmente, con su habitual camisa blanca, suéter de rombos y pantalón color tierra. Su cabello rojo despeinado y su sonrisa radiante, parecía tan irreal, pero cuando me abrazó y escuche otra vez los latidos de su corazón, inevitablemente mis ojos se humedecieron. Estaba vivo. Igual que Scarlett, igual que todos.

—Vamos a casa, Robbie —dijo acariciando mi cabello.

Era claro que estaba teniendo una especie de déjà vu, uno que me ponía los pelos de punta ¿Nada de lo que había visto era cierto? ¿Los meses de lucha para llegar a Nueva York fueron una ilusión? Encontrar a Troy, volver a ver a Giovanna, besar a Kyllian... ¿fue culpa de la inconsciencia? Siempre me habían dicho que mi imaginación era desbordante, ¿pero podía llegar hasta este punto, de imaginar todo lo que pasó? Lo que parecieron meses de agonía en grupo, ¿En realidad fueron unos minutos? Imposible... se sintió tan real. El miedo, el sufrimiento, el dolor y de igual manera la calidez de tener más que amigos, una familia.

AteneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora