15- Lunáticos.

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Después de mi discusión con Kyllian y ninguno está dispuesto a perder en el juego de "Si no hablas, yo tampoco". Troy se vio obligado a intervenir por el bien de ambos. Me había tomado del brazo y me obligo a caminar.

—El que no sabe disimular, tampoco sabe gobernar —había dicho Troy cuando ya estábamos lejos de los otros dos —, creo que lo dijo Luis XI.

—Cállate Troy —dije entre dientes y él rió bajito.

—Sabes, cuando el amor entra en juego, el sentido se esfuma —juro que lo golpearía, él carraspeó y siguió —, lo que quiero decir, petirrojo, es que antes parecía que fueras a romper en llanto —oh, porque estaba a punto dé —, parecía una adolescente con el corazón roto.

—Lamento desilusionarte, imbécil, pero soy una adolescente —y tenía el corazón roto, pero ese era el menor de mis problemas.

—Sí, pero no parecías la chica que estaba jugando al interrogatorio con ese marin. Los celos son horribles, saben petirrojo, y que sean hacia mi primo es aún peor.

—¿Quién está celosa? No digas estupideces.

—Si vas a mentir, por lo menos que suene realista —dijo con gracia y lo mire mal —no me mires así, sabes que estoy de tu parte. Seguro sabes más de diez formas diferentes de matarme, no me voy a arriesgar. Además él actuó como un idiota.

—No me importa de qué lado estés, o si me crees o no, no estoy celosa, no hay ningún motivo para estarlo, y mucho menos me importa que hagan ellos con sus decisiones. Ahora si vas a seguir con lo mismo, mejor cierra el pico.

—Solo me limito a dar un poco de conversación —bufó Troy, pero solo se calló el resto del camino.

Pero Troy tenía razón, Kylllian me nubla los sentidos de una forma peligrosa, y no me gustaba para nada eso, pero no lo podía evitar. Tenía unas ganas inmensas de poder llamar a Scar y ponerle las quijadas de lo feo que me había tratado Kyllian, pero ahora más que nunca debía actuar a ser fuerte.

No sé cómo pasó, pero terminamos los cuatro en una incómoda marcha hacia una dirección. Nueva York. Al parecer Kyllian tenía el mismo plan que yo. No me sorprende.

Con respecto a Troy y Giovanna, ella se comportaba como un gato queriendo jugar con una bola de estambre y él simplemente fingía que no existía. Kyllian y yo, íbamos frente al grupo, preparados para cualquier cosa mientras nos ignorábamos olímpicamente, aunque a veces, sentía que me miraba de reojo.

No lo odiaba por tratar de defender a Giovanna. No, definitivamente no era odio, simplemente no podía odiarlo. Era más bien decepción. Estaba decepcionada de que la defendiera a ella en vez de a mí. ¡Yo les llevé estofado de pollo el primer día que llegaron al vecindario, no ella! ¡Yo había sido la que recibió un balonazo en la cabeza por parte de él y no dijo nada!

Quería golpearlo. Quería practicar con él todos los ataques que me enseñó papá desde pequeña. Me tenía que recordar continuamente: "Respira dos veces, recuerda que te gusta y que matar es ilegal". Aunque en estos tiempos poco importan las leyes de la civilización. Todos, por alguna u otra razón, estaban en continuo conflicto con el otro.

Troy y Giovanna. Su relación de exes se podía cortar con un cuchillo. Igual que su tensión sexual.

Giovanna y yo. Preferiría no hablar con ella o me enojaría otra vez, y al parecer aparento olvidarse de lo ocurrido hace unas horas antes, y yo no sería la responsable de encender otra vez las cortinas para que la casa ardiera.

Kyllian y yo. Mejor ni hablar de eso, o sentía que se me iba a romper el corazón. Era mejor cuando simplemente sabíamos de la existencia del otro y no ahorra que peleemos cada vez que hablamos.

AteneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora