—Hola Lucifer. ¿Cómo te trata el encierro?
Lucifer estaba sentado en el suelo leyendo un libro. Para estar encerrado como un idiota, Michael lo trataba bien.
—No me quejo. —dijo sin despegar la vista del libro; aparentemente, estaba muy bueno el relato de la guerra fría.
Michael no era violento, ni nada por el estilo. Pero desde que entabló una efímera “amistad” con el Winchester mayor, se dio cuenta que aprender unos de sus trucos no era tan malo; por eso es que el cuerpo de Lucifer estaba en tan pésimo estado.
No era tanto por los moretones ni las cicatrices, sino por el trance en el cual había sumido al chico. Lucifer ya casi no reaccionaba, estaba ido, y lo único que hacía era leer y escuchar música a muy bajo volumen cuando estaba en presencia de Michael; y eso le alegraba al secuestrador, sentir que al fin se hacía justicia por su causa.
Pero, nunca pensó que el tiempo de condena se iba a extender tanto; siempre pensó que sería unos días, o tal vez dos semanas a lo mucho. Sin embargo, ahí estaba, cerca de mes y medio después.
Lucifer, por otro lado, había soportado los golpes muy bien; su sarcasmo ayudó a que Michael se frustrara consigo mismo —y con él, claro está—, pero eso a la larga lo perjudicaba. Así que descubrió que había otra mejor forma de joder al nerd de mierda, y era hacerlo sentir como si tuviera el control de todo; así que después de un tiempo, hizo como si realmente estuviera bajo sus encantos.
Lo que no había advertido Luci, era que eso había incidido en el comportamiento de Michael; y ese día, o noche, se daría cuenta que había algo peor que los golpes.
—Supongo que no —dijo Michael mientras dejaba caer al suelo un pesado bolso, retumbando con sonidos secos y metálicos— Por cierto, hoy vi al director... Desde que descubrí que es tu padre, las cosas de dificultaron; esconderte y buscarte a los ojos de él es mucho más difícil de lo que parece.
Lucifer dejó el libro a un lado y miró al secuestrador, como si ese gesto le diera a entender que tenía toda su atención: —Supongo que debe ser duro mentirle al jefe, después de hacer un sinfín de tetras para ganartelo —dijo en un tono infantil, como si estuviera hablando con un niño— ¿Ya no te duele ser una perra? Porque si puedes mentirle a papá, entonces ya eres capaz de hacer todo.
La mirada de Michael se volvió sombría y le golpeó el rostro a Lucifer, causando que sangre saliera de la boca del rubio y que se quejara un poco del dolor.
—Ya regresaste a tu estado habitual de estupidez —dijo mientras se sacudía la mano— Pensé que hacía un buen trabajo al darte una lección.
Lucifer rió. — ¿Lección? ¿A mi? —dijo mientras se señalaba estupefacto— Oh, cariño, no puedes enseñarle lecciones al diablo.
El tono meloso que había utilizado para llamarle cariño a Michael hizo que un escalofríos le recorriera por la columna. ¿De dónde había salido ese repentino despliegue de valentía?
Eso hizo que Michael sacara del bolso un par de cosas. Definitivamente estaba muy mal de la cabeza si pensaba hacer aquello.
—Te sorprenderías lo que puedo llegar a hacer.
La expresión de Lucifer cambió repentinamente. Ahora sí que estaba jodido.
—Maldición.
***
La sangre escurría de su boca como si fuera agua y él una fuente. Michael le había golpeado tan fuerte con un fierro, que pudo escuchar el «pop» que hizo su hígado al explotar; aunque tal vez estaba exagerando un poco.
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Stockholm ||Destiel||
FanfictionLa definición del Síndrome de Estocolmo dice que sucede cuando la víctima se enamora del victimario. ¿Esto se podría aplicar a lo que siente James Novak por el secuestrador Dean Winchester? Cuando lo primordial era en un principio escapar del escal...