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Habían tantas cosas que a Castiel le sorprendían, empezando por el hecho de que Dean ya no estaba con él. Otra, era el hecho de que Amelia estaba confabulando con Ketch para apresar a Dean por siempre y para siempre.

Estaban preparando un caso contra él. Y Castiel se sentía traicionado. Su compañero, aquél el cual siempre pensó que era su amigo, lo había traicionado.

Y Amelia participaba en eso.

Era doblemente peor. Y aún así, su único consuelo era su querida niña, la cual siempre le apoyaba indudablemente; hasta en el tema de Dean.

—Lo conocí, y es muy amable —le comentó Claire a su padre mientras se dejaba peinar el cabello— Aunque está un poco loco. Es una lástima que mamá lo quiera apresar... dijo que él te hizo algo malo y ahora tú no eres tú.

Castiel dejó de pasar el cepillo por los rubios cabellos de su hija... ¿Algo malo? ¿Él no era él?

Que absurdo.

—No deberías escuchar las conversaciones privadas de tu mamá —le dijo con una pequeña sonrisa— A ella no le gustará.

Los dos sonrieron, siguiendo la corriente de una misma idea. Nunca pensó que podía arrastrar también a su hija a ese remolino de enfermedad que estaba pasando; y lo peor de todo, es que ese tipo de enfermedad no se cura con una simple pastilla.

***

Según había entendido, Dean sería transportado a una prisión de Kansas para retenerlo hasta que fuera tiempo de presentarse en el juicio. Amelia ya tenía un abogado muy competente encargado en el tema, y estaba preparada para todo; su único deseo era poder encerrar a ese peligro que representaba Dean para la sociedad.

El caso de establecería a comienzos de abril, o quién sabe si acaso después. Y aún se desconocía por el lado del acusado si éste ya tenía un defensor.

Esa información no se la había comunicado Mary. De hecho, ya Mary no le comunicaba nada. Lo cual era extraño, porque siempre hablaban...

Tal vez ese día no, pero siempre lo hacían.

—Bien, ya tenemos todo los detalles aclarados en la acusación de Dean como secuestrador de mi esposo —habló la Riva segura de sí misma. El hombre británico salió de sus ensoñaciones y asintió; lo que ella no sabía, es que iba a acusar a Dean también por sus otros crimines— Sólo necesitamos testigos... ¿los tenemos?

Ketch negó. No hay testigos del secuestro de Castiel.

O tal vez sí.

Pero esos testigos no hablarían porque simplemente no podían. Comenzando por la familia Winchester.

Amelia suspiró agotada. — ¿Por qué no tenemos testigos?

—Parte del acuerdo que hice para obtener la información —aclaró— Y no hay más personas involucradas en este caso, dado que nadie tenía conocimiento de que esto sucediera.

—Podemos acudir a Jimmy como testigo —señaló obviamente— Es lógico. Él hablará.

Ketch miró a la mujer... Castiel llevaba semanas bajo esa casa, y al parecer ella no se daba cuenta de que Jimmy no estaba; por supuesto que Castiel no hablaría. Él no condenaría a Dean.

—Seamos sinceros. Él ya no es ni la sombra de lo que solía ser tu esposo; y por más que lo niegues, no salvaste a nadie.

La noticia le cayó como un balde con agua helada a la mujer.

—Ya no hay Jimmy Novak. Sólo queda un tipo llamado Castiel que ni siquiera se preocupa por sí mismo —Ketch se levantó de la silla y encaró a la mujer— ¿Sabes? No sé por qué te digo esto, pero hubiera sido mejor que hicieras tu vida sin él. Es evidente que él ya hizo su vida sin ti.

El hombre recogió todos los papeles regados por la mesa y los guardó en el portafolio que cargaba. Ahora iban a condenar a Dean Winchester, Ketch estaría orgulloso de si mismo, y luego mataría a Amelia.

—Mi mejor recomendación es que internes a Castiel es la mejor clínica psiquiátrica que consigas.

Y después salió de la casa sin mirar atrás.

***

Las horas pasaban y pasaban. Ya no había diferencia entre el día o la noche, no había hambre, no había sueño.

¿Eso era lo que sentían sus víctimas cuando las encerraba? Porque si era así, realmente era una mierda. Lo que esperaba de un secuestro era la sensación de encierro, de temor, de ansiedad, la adrenalina de no saber que pasa alrededor.

Pero no, no había nada de nada.

Excepto esa sensación enorme de vacío que no se llenaba con nada. Y lo único que ansiaba era a Castiel.

Pero ya no estaba, ni él ni su familia. Ahora sí que estaba solo.

—Winchester, andando.

La voz de un guardia se hizo sonar por encima de sus pensamientos carentes de gracia, ¿ahora a donde iban?

—Es tiempo de que vayas a un sitio en donde seguramente te están esperando —el tono malicioso del guardia se suponía que debía infringirle temor; sólo le aspiró curiosidad... El único lugar en donde están esperando a Dean es en el Infierno— Andando princesa, no tengo todo día.

Dean se levantó del suelo sucio de la celda y caminó detrás del guardia una vez la puerta estuvo abierta. Lo siguió hasta la entrada de la comisaría y después de tanto tiempo vio la luz del sol; casi se queda ciego, pero valió la pena.

Al frente de ellos había una patrulla policial, y ahí entendió a donde iría.

— ¿Tanto tiempo tardaron en llevarme a prisión? ¿Qué los tenía tan ocupado? ¿El solitario? — Dean se burló del oficial mientras recibía un golpe para nada amistoso en el estómago— Bien... bien... estabas jugando póker.

Se rió mientras recuperaba el aire. Entre tanto y tanto terminó dentro del auto.

Ahora estaría en prisión...

***

¿Y había algo que Dean no esperaba?

Pues, eran dos. Y una de esa ya había sucedido.

La otra estaba a punto de pasar.

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Cuenta regresiva: 1

Mood:

Stockholm ||Destiel||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora