6.

47 12 4
                                    

—Yo... estoy muy agradecida, en serio. Pero no puedo quedarme. Tengo una travesía que terminar y alguien me necesita—el señor topo la miró serio.

— ¿Sabes a qué camino vas? ¿Sabes dónde queda el lugar que buscas?—balbuceó sin mirarlo.

No tenía claro ni siquiera dónde estaría Dimitrie. Era algo que estaba tanteando y esperando que el destino le ayudara. Pero si iba a un lugar fijo y claro... No tenía idea a cual.

—No lo sabes, porque no tienes a donde ir. Andas sin rumbo fijo. Mientras que aquí tendrías donde quedarte. Piénsalo. El bosque de día es uno y puede parecer que es tranquilo. Pero de noche es diferente. Solo hay oscuridad, lluvia y depredadores menos amables que nosotros—

Si así era la amabilidad, no quería conocer la mala educación.

—Es mejor que me vaya, es tarde y...—el avanzó casi acorralándola contra la cama.

Tomó distancia, poniendo las manos al frente en un intento por alejarlo. Consiguió dar la vuelta y quedar de espaldas a la puerta. Retrocedió hacia ella.

—Puedes quedarte aquí por las buenas, permitir que mientras tú cuides de nosotros, cuidar también de ti. A menos... que prefieras convertirte en nuestro plato principal. Nunca hemos comido humana, pero estoy seguro que con pimienta quedarás sabrosa—

Ahora si debía escapar. Corrió lejos de la habitación, sujetando sus cosas y tratando de no tropezar con alguna roca o montículo dentro de los túneles. Tres posibles salidas se le presentaban fuera de la casa y no sabía cuál tomar. Quería continuar su recorrido donde había terminado el día anterior y no perderse en el camino de búsqueda de su príncipe. Tomó el de la izquierda cuando sintió la presión de tener al topo tras sus talones.

—Ven conmigo, princesa. Te prometo que no te dolerá. Si te quedas con nosotros, te daremos todo lo que buscas. Si te pones reacia, serás el plato principal—miró a sus espaldas y lo vio casi encima de ella.

Era bien sabido que los topos eran rápidos bajo tierra, y en su ambiente. Si no se apresuraba y hallaba una salida, estaría perdida.

Cuando volteó a ver al frente, chocó con alguien, y casi cae al suelo si unos fuertes brazos no la sujetan. Sonrió aliviada, ocultándose detrás de su espalda.

Era Phillip.

—Lis—la miró confundido y con la mano en su espada.

—Mátalo, haz algo, quiere comerme—el señor Topo se detuvo, mirándolos con una sonrisa malvada.

—Vaya, vaya. Otro niño bonito para la cena—se frotó las patas.

Phillip lo apuntó con la espada en el pecho, haciéndolo retroceder.

—No vas a comerte a nadie, a menos que quieras que te corte en tiras—el topo movió la espada a un lado.

—Sí. ¿Tú y cuantos más?—Lis y Phillip se miraron.

—Touché, ¿pero tú y cuantos más piensan atraparnos? somos dos contra uno, y ese uno está casi ciego—el topo gruñó enseñando los dientes.

Phillip caminó unos pasos adelante, moviendo la espada dándole estocadas.

—Lis, vete, yo me encargo—ella negó.

—Eso ni pensarlo, tú me salvaste, así que no me iré de aquí sin ti—él la miró de soslayo como si fuera la primera vez.

Phillip miró más allá de él y se le ocurrió un plan. Era arriesgado pero no les quedaba de otra. No pensaba asesinar a un animal, ni mucho menos que él los matara a ambos. Pero si podía distraerlo...

LA BAILARINA DE JUGUETE (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora