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FELIZ DOMINGO, AMORES

SEGUIMOS CON NUESTRA HISTORIA

CADA VEZ MAS CERCA DEL FINAL  :(

DISFRUTEN

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—Que fácil caíste en la trampa—volvió la cabeza en busca de la voz, y se le atoró un grito en la garganta.

Úras la tenía inmovilizada, con las manos a la espalda, y a su lado... El rostro de su príncipe se convirtió en el del Adelice, que sostenía un frasco con un líquido azul.

—No te confíes de una elfa que sabe de hechicería—

Maldijo mentalmente su torpeza, para caer en una trampa tan sencilla. Por no saber identificar entre lo que era real y no. Por olvidar tanto como era su amor, que no pensó que él nunca daba su brazo a torcer, y jamás le habría dicho que peleara con él, cuando antes le ordenó mantenerse alejada del peligro.

¿Ahora cómo iba a escapar o estar con él, si estaba secuestrada y ni Iris o Dimitrie lo sabían?

Soltó un quejido entre la tela que tenía entre la boca, cuando el que se decía la mano derecha del rey, le puso la bota encima y la mantuvo inmóvil contra el suelo, mientras le enseñaba a la elfa un garrote.

— ¿La noqueamos?—

Adelice, que en ese momento estudiaba la pócima en mano, levantó la cabeza de golpe y lo miró molesta.

— ¿Eres idiota o qué? No podemos hacer eso—el bajó el arma—tenemos que llevarla consiente hasta el rey. De lo contrario nos matará tan pronto la vea desmayada o muerta—miró a Elizabeth con repugnancia—y eso no es lo que queremos, ¿verdad, mundana?—

Se irguió en toda su altura y volvió a ver a Úras.

—Tenemos que llevarla al campo de batalla. El mejor espectáculo está por iniciar—

— ¿Y ese cuál es?—preguntó el soldado.

La elfa sonrió con arrogancia.

—El fin de una monarquía. Y ver como dos amantes expiran frente a nuestros ojos, sin poder despedirse—

El aire se le atoró en la garganta a Elizabeth, mientras la levantaban y obligaban a caminar con dirección al centro de la tribu.

Salir de la fortaleza no fue buena idea después de todo.



El hombre llegó a su altura, sin prisa alguna, esquivando a los soldados elfos que combatían con los ratones y topos. Estos últimos en poca cantidad. Dimitrie apretó el arma en mano, vigilando cualquier movimiento extraño para defenderse.

—Así que nos encontramos por primera vez, vos y yo, alteza—

—Y debo decir que no me alegra nada su presencia—el moreno sonrió con arrogancia.

—Entonces Elizabeth si le dijo quién era yo—lanzó una estocada, y Dimitrie la paró con un movimiento.

Y con solo ver el orgullo en los ojos del hombre, no vio problemas en sacarlo de su error.

—En realidad no. Me enteré de quien era usted, por Nimdra, mi mensajera—lo vio dudar y aprovechó ese único segundo para sacar provecho, obligándolo a retroceder—Lissie no lo ha mencionado ni una vez—

Y el darle en el ego con esas palabras, fue peor que cualquier corte de la espada o cualquier lanza mortal. El caballero se arrojó contra él, enfurecido.

LA BAILARINA DE JUGUETE (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora