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DÍA DE ACTUALIZACIÓN, MIS AMORES. ESPERO QUE LOS DISFRUTEN BASTANTE.

LAS QUIERO.

*****

Se puso de pie, apretando las manos a los costados. La rodearon, y la mujer se adelantó. Tenía los cabellos plateados, orejas puntiagudas y porte y gracia dignos de alguien que se creía la ama del universo.

—Di tu nombre—levantó la barbilla.

Ella no respondió. Y otro elfo se adelantó.

—Te han hecho una pregunta. Di tu nombre—

—No recibo órdenes de nadie que no sea su superior—la elfa sonrió con suficiencia.

—Entonces tendrás que responder ante mí. Soy la que manda aquí. Di tu nombre—ella se adelantó, apretando el mapa en la mano.

—Solicito audiencia con su rey—pidió, y varios soldados se interpusieron entre la elfa y ella, apuntándola con sus armas.

—No tienes permiso para ver al rey. No agotes mi paciencia y di tu nombre—volvió a pedir.

Si miraba a su alrededor, podía contar que habían en total cuarenta soldados, unos más jóvenes que otros, y la mayoría musculosos. Solo un poco alejada había una elfa, también vestida como guerrera, pero menos amedrentadora que los demás, y con gran parecido a la que se podía llamar líder del batallón. Estaba agotada de caminar, de pasar por este o aquel problema, lo último que necesitaba en su vida, era a una elfa arrogante.

—Mi nombre es Elizabeth. Ahora... quiero ver a su rey. Es de suma importancia—

Se imaginó que si ponía todo su empeño en verse tan orgullosa como esa mujer, obtendría lo que quería.

Gran error.

Cuando se adelantó nuevamente, sobrepasando a los demás elfos y tirando del brazo de la elfa, recibió una bofetada que la lanzó al suelo.

—Nadie te dio permiso para ver al rey. Mucho menos para acercarte a mí y tocarme—miró a sus subordinados—ya saben lo que sucede con quienes se acercan a nuestras tierras. Átenla—ordenó.

Cuando comenzaron a acercarse, la elfa que permanecía a distancia, se puso en medio, protegiéndola.

—Creo que esto no es necesario. No parece ser una ladrona, ni mucho menos alguien que tenga intenciones de atacar la tribu—

Los demás trataron de acercarse a la chica tirada en el suelo que intentaba limpiar la sangre de su labio. La elfa superiora la miró con odio.

—Apártate, Iris. Tú no eres la reina, así que no tienes voz y voto aquí—ella levantó la ceja, cruzándose de brazos.

— ¿Y tú sí? Hasta donde escuché a milord, solo eres la líder de la guardia real. El segundo al mando mientras nuestro monarca no está, es Úras. No porque te mueras por el rey, indica que seas su reina—

Todos los soldados soltaron a reír, más interesados en la discusión, que en la forastera. La elfa, furiosa, miró a uno de los soldados. El que parecía más aliado a ella. Y este se quedó serio, y miró a la otra.

—Diríjase con respeto a sus superiores, soldado—ella se rió, más interesada en ayudar a poner de pie a Elizabeth.

—Como ordene. Lo siento, capitana. ¿O debería llamarte, hermana?—la líder gruñó y comenzó a alejarse.

—Solo arréstenla, Úras querrá verla y saber qué hacer con ella—tres elfos de aspecto rudo intentaron acercarse, pero la elfa los apartó.

—Déjenla, yo me hago cargo—su mirada fue tan dura que decidieron dar la vuelta y seguir a su capitana, que ya iba a buena distancia.

LA BAILARINA DE JUGUETE (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora