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BUEN DÍAAAA. DÍA DE ACTUALIZACIÓÓÓÓÓÓN

QUE LOS DISFRUTEN.

AHORA EMPIEZA LO MAS EMOCIONANTE.

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Miró de un lado para otro, sin saber qué hacer. Porque al mirar abajo para continuar con la travesía, estaba Baltazar, mirándola hambriento y moviendo su cola. Y si se quedaba allí, pronto llegarían más ratones y volverían a encerrarla o algo mucho peor. Se mordió el labio, sintiendo los imperiosos deseos de llorar.

Hasta aquí llegaba su travesía. Genial.

Sintió un batir de alas, y un graznido, y en un segundo, un cuervo se posó en la rama donde ella estaba.

¡Como si las cosas no pudieran empeorar más!

—Ahora no—miró al cielo.

—Quiero ayudarte—ella miró confundida en busca de dónde provenía la voz—déjame ayudarte, ayudarte—

Una voz de mujer. Era el cuervo. O la señora cuervo, para ser más específica. Movía la cabeza de un lado para otro, evaluándola con sus negros ojos.

— ¿Ayudarme tu a mí?—el cuervo soltó otro graznido, y ella retrocedió.

—Ayudarte—miró a ambos lados.

— ¿Cómo puedes ayudarme tu a mí? ¿Y porque debería confiar en ti?—

A estas alturas ya no le extrañaba que los animales hablaran como humanos, o que usaran vestidos ridículos y moños en la cabeza.

—Tú decides. En cualquiera de las dos opciones terminas mal. Si vas conmigo puedes salvarte—

Elizabeth volvió a mirar hacia la celda, de donde se escuchaba mucho ruido, y abajo, el gato comenzando a trepar el árbol. Se pegó a la rama, asustada.

—Creo que mejor me quedo aquí, gracias—

De todas formas iba a morir.

—Como quieras—la señora cuervo emprendió vuelo y antes de que ella pudiera decir algo, la agarró de los brazos con las patas.

Soltó un grito.

—Noooo. ¿Qué haces?—trató de soltarse, sintiendo el viento helado en el rostro, y la inestabilidad por no tener de que tenerse.

—Salvarte el pellejo—respondió.

—No te pedí ayuda—bufó molesta.

La señora cuervo simuló soltarla y Lissie dio un grito aferrándose de sus patas y pataleando.

—Yo no haría eso si fuera tú. Estamos a gran altura y aunque ya no seas una muñeca de porcelana, puedes morir como un humano—ella se detuvo.

— ¿Tú qué sabes de eso? No me conoces—Desconfió más.

—En realidad, hay muchas cosas que sé de ti, princesa—

— ¿A dónde me llevas?—se sujetó más, cuidando que el mapa no cayera.

—A mi casa, naturalmente—

—No puedo ir contigo. Y no puedo dejar a Phillip—

Miró con terror todos los arboles alrededor. Antes estaba abajo y viendo el cielo inalcanzable. Ahora iba más alto que los humanos.

—El estará bien. Tú no puedes ser amiga de traidores—

Se enfureció.

Nadie hablaba de su amigo así.

LA BAILARINA DE JUGUETE (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora