LA BAILARINA DE JUGUETE (COMPLETA)

22.

HOY ES VIERNEEEEEEES.

DÍA DE ACTUALIZACIÓN

SÉ QUE ESTÁN ANSIOSAS POR SABER QUE IRÁ A PASAR... DISFRUTEN.

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El soldado esperaba órdenes.

— ¿Cómo que han entrado en la tribu? Hicimos el pacto de que lucharíamos mañana al anochecer—

Comprendió entonces, que esos animales no eran de fiar.

—Maldita sea—le dio un golpe al muro—Úras, reúne a los soldados para la batalla. Espero que el problema no sea tan grave—

—Lo es, milord. El poder del árbol...—

Se rascó la nuca, visiblemente preocupado. Dimitrie suspiró.

—No me digas. ¿Ahora qué?—la mueca del soldado fue suficiente para saber.

—Al parecer sucedió algo con lo que no contábamos, señor. La energía del árbol les ha dado más fuerza. Digamos que esta va a ser una batalla dispareja—el rey lo miró molesto.

—Maldita sea. ¿Qué tantos son?—

—Más o menos unos diez mil, señor—

—Debemos darnos prisa entonces y evacuar a las mujeres, niños y ancianos. O nos van a masacrar—

Miró a Elizabeth un momento, que tambien esperaba ordenes, deseando luchar.

—Úras, mejor busca a Iris. Pídele que empiece con la labor que le encomendé desde el comienzo. Llevar a las mujeres y niños a la zona más alejada—su segundo al mando afirmó una vez y echó a correr.

Ahora la cosa si se había puesto peluda, literal.

Dimitrie volvió la vista a su princesa.

—Tenemos que irnos. Debes reunirte con Iris—ella negó.

—Debo prepararme para la batalla. Voy a pelear contigo—él le rozó la mejillas.

—Ni lo pienses. No estás en condiciones. No estás lista—ella se liberó.

—Lo estoy, milord. Y voy a pelear, lo quieras o no. No me quedé aquí en el reino aprendiendo a luchar, para escapar a la menor oportunidad. Los topos y ratones invaden el reino, son muchos, su fuerza ha cambiado. ¿Crees que te voy a permitir que pelees solo?—él se señaló.

—Es mi tribu, Elizabeth. Soy su rey. Es mi deber defenderlos a todos. Tú no te has recuperado del ataque de Adelice. No pienso permitir que te arriesgues—

—Dimitrie...—

— ¡No, Elizabeth!—ella dio un respingo, y el suspiró, antes de sujetarla de las mejillas nuevamente—me alejaron de ti una vez. No pienso permitir que haya una segunda—

Y aunque vio la seguridad de el en sus ojos, tambien en el fondo notó el miedo. A pesar de que se prepararan mil veces y cada día, nunca se estaría enteramente listo para una batalla. No, al saber que la muerte te respiraba en la nuca, aguardando un segundo de duda o debilidad.

Los gritos aumentaron, y lo que ella pensaba decirle, tuvo que esperar.

Él la tomó de la mano caminando a la salida, con su espada fuera del cinto. Corrieron por los extensos pasillos, iluminados por antorchas y candelabros, viendo a todos ir de un lado a otro. Soldados preparándose, mujeres elfas con sus hijos en brazos, huyendo. Iris llegó hasta ellos, tambien con su espada desenvainada.

—Iris—ella se detuvo, jadeante.

—Milord, mujeres y niños están siendo evacuados a las lejanías. ¿Dónde está Úras?—el frunció el ceño.