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BUEN DÍA, MIS AMORES.

MAÑANA DE ACTUALIZACIÓN.

DISFRUTEN

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—Es precioso—reconoció en un susurró, mirando el árbol brillar.

Se dio cuenta que las voces que ella pensaba eran plegarias, eran cánticos en realidad, y no provenían de los mismo elfos que visitaban el lugar. Eran susurros provenientes del mismo árbol. Ecos del pasado. Se sintió en paz con solo mirarlo.

—Todo lo que ves en nuestro reino y el bosque, es gracias a él. El campo vivo, la comunidad unida. Son gracias a la energía del árbol sagrado—ella lo escuchó arrobada, acercándose hasta el tronco con deseos de tocarlo, pero sin atreverse.

—Tanta vida, tanto poder—el afirmó con la cabeza.

—Si los ratones se apoderan de esto, el árbol morirá y la magia desaparecería. Por eso queremos proteger tanto el reino. No es solo porque nos quiten nuestro hogar que hemos tenido por siglos. Queremos proteger al árbol, el resto no nos interesa—

—Porque sin el árbol todo lo demás morirá—

El, viendo los deseos que ella tenía de tocarlo, le tomó la mano y la puso en la corteza de árbol. Y con solo eso, pudo escuchar el latido del bosque, la vida que fluía por todo el, y que la transmitía por la tierra. Pudo oír las voces del pasado, de toda la fauna y flora que dependía del mismo. Las voces de cada uno de los ancestros de la tribu. Aquellos que ya no estaban físicamente pero que permanecían como memoria. Y entonces comprendió, que de alguna u otra forma tenían que ganar. Ella tenía que ayudarlos. Su batalla se había convertido en la suya propia. El viento sacudió las ramas, y algunas hojas cayeron a su alrededor.

—Ven conmigo—él la tomó de la mano, dándole toda la vuelta al árbol hasta donde había un agujero como para que pudiese entrar—nuestro árbol tambien es sanador. Pero debes entrar tu sola—ella lo miró, confundida—Loria es curativo. Entra, y quédate de pie en su interior y deja que te sane—dudosa, caminó despacio y entró al árbol, mirando hacia arriba.

Pudo ver las ramas gruesas, las hojas y escuchar las voces como si se las susurran en el oído. Risas, cánticos, y plegarias. De repente la brillante luz azul la encegueció, se sintió mareada. La vista doble, y como si flotara. Cerró los ojos rindiéndose y cayendo en un suave sopor.



Desde afuera, el rey vio cómo la joven empezaba a flotar y ascender cada vez más, con la cabeza hacia atrás, el cabello cayéndole en cascada, y los ojos cerrados. La magia del árbol la estaba sanando. La perdió de vista, porque durante la sanación, nadie más podía entrar.

Cerró el tambien los ojos un segundo, dando gracias por lo que los dioses habían propiciado al traerla hasta aquí. Todo lo que ella había hecho por la tribu, sin siquiera ser parte de ella. Volvió a abrir los ojos. Pero si sentía agradecimiento, tambien a partes iguales sentía curiosidad por ella. ¿De donde era? ¿Cómo terminó allí? Los planos no podían ser el único motivo. Nimdra tenía poderes para convencerla, pero no para fiarse tanto de alguien a la primera. Y el, no la conocía, y sin embargo no dudó en entregarle cada secreto de la tribu.

Tendría que ponerse manos a la obra y averiguar quién era ella en realidad.

Al volver la vista al árbol, vio que la joven ya descendía nuevamente, brillando, con una luz blanca, radiante. Quedó tendida en el suelo, aun dormida. Cuando la luz empezó a remitir, él se acercó hasta donde estaba. Se arrodilló a su lado.

—Elizabeth—la tocó en el brazo, no reaccionó—Lissie—la tomó de las mejillas, moviéndola con suavidad.


LA BAILARINA DE JUGUETE (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora